Todos los jueves a las 20:45h en Barbieri 18, tiene lugar un rato ecuménico de oración comunitaria a la que está todo el mundo invitado. En este apartado se añaden algunas de las oraciones realizadas. Si quieres orar, esta es tu sección.
Esta sección contiene las celebraciones de la Cena del Señor, más cercanas a la tradición católica debido a la mayoría católica de simpatizantes de CRISMHOM.
XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
FIESTA DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO
FINAL DEL CICLO LITÚRGICO “A”
Nos aproximamos al final del año litúrgico del calendario eclesial y por tanto se nos invita a reflexionar sobre la recapitulación de todo en Cristo.
Desde esta perspectiva me gustaría invitaros personalmente a contemplar las lecturas que se proponen en esta fiesta:
Las claves de comprensión vienen dadas por la primera lectura y por la última o Evangelio:
PASTOR-JUICIO
Dios mismo en persona es el que sigue nuestro rastro en la vida, estemos perdidos o no, para librarnos del mal. Pero si el Señor es mi pastor, como dice el Salmo, entonces nada me puede faltar. Aquí está la cuestión primera que se nos presenta. ¿Es Cristo nuestro pastor? Si no lo es Él…,¿Qué o quién lo será?
Primero de todo tenemos que reconocer nuestra condición de oveja y de dependencia ante un mundo que nos viene grande. Queramos o no, somos dependientes e interdependientes los unos de los otros, por eso no vivimos solos, sino en sociedad.
Esta sociedad nos ofrece múltiples “pastores” entre comillas y en minúscula que pretenden liderar nuestros sentidos:
a) Las ideologías, las políticas, las luchas sociales… por los derechos y deberes.
b) El hedonismo, estado del bienestar personal sin dejar que nada me afecte y conmueva el suelo que piso o la seguridad alcanzada.
c) El culto al cuerpo físico
d) Las drogas, el alcohol que anestesian nuestra conciencia para evadirnos de la realidad.
e) El consumismo material como relleno de nuestros complejos
f) El sexo como consumo humano.
No seamos ingenuos, nuestro corazón necesita afectos, nuestra mente necesita ideas y desafíos, nuestro cuerpo necesita ejercicio y calor humano y nuestra alma necesita paz y elevación espiritual.
¿Dónde encontrar la paz de nuestros sentidos?
A mi modo de ver, como cristiano, poniéndolos al servicio y la guía del único Pastor que merece nuestra entrega, Jesucristo.
Él recreó al ser humano crucificando en su humanidad todas nuestras pasiones para dominarlas y redimirlas. En sus heridas fuimos sanados y reconducidos hacia el Padre que nos creó.
Hacia lo Bello, lo bueno, lo noble y lo verdadero. Para habitar en la casa del Señor por años sin término.
Si ya te sientes oveja, el segundo paso es ser de Cristo, seguirlo a Él, escuchar su voz. No a otros dioses y señores.
¿Para qué?
Para que nos conduzca a las verdes praderas, hacia las fuentes tranquilas, a la paz del espíritu.
Dice el Papa Francisco:
1. Vive y deja vivir
2. Date a los demás como el agua del río se da por donde pasa, porque si se estanca, se corrompe.
3. Que tus aguas sean remanso de peregrinos y no cascada turbulenta.
4. Juega, diviértete con los tuyos, familia, amigos…, antes que divertirte sólo para ti mismo.
5. Haz del Domingo un día especial.
6. Ayuda a otros a conseguir sus objetivos en la vida.
7. Cuida la naturaleza que nos acoge, nuestra casa común.
8. Olvida rápidamente lo negativo, tan rápido como te sacas una espina que se te clava.
La necesidad por hablar mal del otro con chismes o difamación de sus secretos o intimidades, es indicativo de una baja autoestima, es decir, “yo me siento tan abajo que en vez de subir, bajo al otro”.
9. Respeta al que piensa distinto: Podemos inquietar al otro con nuestro testimonio, pero dialogar para convencer,nunca. Cada uno dialoga desde su identidad. Se crece por atracción y no por conquista.
10. Busca activamente la PAZ, que es Cristo mismo, no la idea de quietud, parálisis o alienación, sino una paz activa del que sale al encuentro del ser humano.
Porque sólo es libre el que sabe hacia dónde va y con quién va en esta vida que es un viaje.
Cristo de una mano y el prójimo de la otra como cuando rezamos el padrenuestro, juntos caminando hacia Dios.
El Evangelio de Hoy habla por sí mismo. El juicio de Dios no será para indagar por el cumplimiento de las normas, de los cánones, ni por la exactitud con que se hayan celebrado los ritos. Sino que escudriñará el cumplimiento del mandamiento del amor a Dios y al prójimo.
“Cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron”
Tuve hambre y me disteis de comer
Tuve sed y me disteis de beber
Fui forastero y me hospedasteis
Estuve desnudo y me vestisteis
Enfermo y me visitasteis
En la cárcel y vinisteis a verme
Esta es la tarea y el examen, pero el premio no nos corresponde a nosotros adjudicárnoslo ni tampoco disfrutarlo sin la tarea realizada.
¿No será este nuestro caballo de batalla desde el mundo lgtb?
La tentación de disfrutar de todo sin dar, sin sacrificio, sin entrega, sin complicaciones, sin pérdidas de tiempo. Buscar el premio sin estas premisas, es ser ladrón y bandido como en la parábola del reino.
Todavía hoy se sigue vulnerando constantemente este binomio de amor que conduce a Dios (Cristo-prójimo) cuando no hay justicia social, derechos humanos, derechos LGTB, Y deberes comunes de convivencia.
Se preferiría una fe individual sin complicaciones comunitarias, pero pretender esto es relegar la fe a un rincón pequeño de nuestra conciencia. Sería desconocer el alcance del orden nuevo que inaugura el resucitado, una nueva creación en la que hay que reinventar todas las estructuras contaminadas por el pecado.
Por tanto, el mensaje de este domingo es claro: no es la forma o el resultado del juicio, sino el hecho de que habrá un juicio justo.
Que el mundo no viene de la casualidad y no acabará por casualidad. Ha comenzado con una palabra: “Que exista la luz…” “Hagamos al ser humano…” y terminará con una palabra: “Venid benditos… Apartaos de mí, malditos…” La injusticia y el mal no tendrán la última palabra.
Con esta fiesta de Jesucristo Rey del universo, celebramos anticipadamente al Rey que vino, viene y vendrá desde nosotros mismos hasta su Parusía final.
El evangelio denuncia el postureo, forma de vida con doblez de todos aquellos que dicen y no hacen justificándose con discursos y palabras sin plasmarse en obras.Jesús amonesta a aquellos que con muy buena educación defienden la ortodoxia y sin embargo no viven las exigencias de la fe.Por el contrario, felicita a quien es con palabras más bruscas y hechos desenfadados o menos ortodoxos llevan a término lo que Dios quiere de ellos. La consecuencia es clara: muchos homosexuales y transexuales os precederán en el reino De Dios.
(Padre Ramon Llorente Garcia)
Lectura del santo evangelio según san Mateo (21,28-32):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?»
Contestaron: «El primero.»
Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»
Palabra del Señor
Dios ha dado al hombre una viña que es la hermana tierra para que la cultive la cuide y la proteja. El cristiano ha sido llamado y enviado a transformar la tierra en el reino de Dios. En otoño el Señor viene a recoger los frutos de nuestra cosecha. Pedimos perdón al Señor porque a veces hemos sido viñadores perezosos y no hemos trabajado suficientemente por la implantación del reino de Dios y sus valores en el colectivo lgtb. También te ofrecemos, Señor, los frutos evangelizadores que hemos cosechado a lo largo del curso pasado como asociación cristiana lgtb. Te pedimos, Señor, que nos capacites y nos muevas a estar más comprometidos en la evangelización del colectivo lgtb.
(Padre Ramon LLorente Garcia)
Lectura del santo evangelio según san Mateo (21,33-43):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero, venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»
Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.»
Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?" Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.»
Palabra del Señor
Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo (20,1-16)En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»
Palabra del Señor
La lógica de Dios es diferente a la lógica humana. A Dios le impulsa la pura gratuidad mientras que a nosotros nos mueven los esfuerzos y los méritos acumulados. Dios llama a trabajar en su reino a todos los hombres y mujeres sin distinción de raza, idioma, color, y condición afectivo sexual. Que hombres y mujeres lgtbi sean llamados por Dios para trabajar en su viña y que reciban de Dios la misma valoración y recompensa que los heterosexuales sigue sorprendiendo y escandalizando a muchos cristianos. La Iglesia está llamada a convertirse actuando y mirando con los ojos de Dios.
(Padre Ramon Llorente Garcia)
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 13, 33-37.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: —Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡velad!
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.
Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: –«Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron. "Todo el mundo te busca." Él les respondió: "Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido." Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor
Lectura del santo evangelio según san Juan 2,13-25
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre." Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: "¿Qué signos nos muestras para obrar así?" Jesús contestó: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré." Los judíos replicaron: "Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?" Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.
Palabra del Señor
Evangelio según san Marcos (1,7-11)
En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.» Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.» Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
Palabra del Señor
Este apartado contiene los materiales utilizados en las celebraciones de la Palabra que se realizan los segundos sábados de cada mes.
1. Palabras de acogida y bienvenida
2. Canto de entrada: “In manus tuas Pater, commendo spiritum meum”
(En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu)
3. Petición de perdón. (Espontáneamente, quien quiera, en voz alta)
Entre petición y petición cantamos: “En nuestra oscuridad enciende la llama de tu
amor Señor, de tu amor Señor, en nuestra oscuridad enciende la llama de tu
amor Señor, de tu amor Señor” (Taizé)
4. Primera Lectura (Ml 3, 19-20ª)
“Mirad que llega el día,
ardiente como un horno:
malvados y perversos serán la paja,
y los quemaré el día que ha de venir
-dice el Señor de las Huestes-,
y no quedará de ellos ni rama ni raíz.
Pero a los que honran mi nombre
los iluminará un sol de justicia
que lleva la salud en las alas.”
Canto antes del Salmo (Taizé): « Laudate Domino, laudate Domino, omnes gentes,
Aleluya! »
(todos juntos)
Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan,
aplaudan los ríos, aclamen los montes,
al Señor que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia,
y los pueblos con rectitud.
Canto después del Salmo (Taizé): « Laudate Domino, laudate Domino, omnes
gentes, Aleluya! »
6. Segunda lectura (2 Ts 3, 7-12)
Pablo escribe:
“Hermanos:
Ya sabéis cómo tenéis que imitar mi ejemplo:
No viví entre vosotros sin trabajar,
nadie me dio de balde el pan que comí,
sino que trabajé y me cansé día y noche,
a fin de no ser carga para nadie.
No es que no tuviera derecho para hacerlo,
pero quise daros un ejemplo que imitar.
Cuando viví con vosotros os lo dije:
el que no trabaja, que no coma.
Porque me he enterado de que algunos
viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada.
Pues a esos les digo y les recomiendo,
por el Señor Jesucristo,
que trabajen con tranquilidad
para ganarse el pan.”
7. Canto antes del Evangelio
(Solo) Aleluya.
(Todos) Aleluya, aleluya, aleluya.
(Solo) Slava tiebie Boze, Slava tiebie Boze, Slava tiebie Boze. (te alabamos Señor)
(Todos) Aleluya, aleluya, aleluya
“En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de
la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:
-Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra:
todo será destruido.
Ellos le preguntaron:
-Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está
para suceder?
El contestó:
-Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mi nombre
diciendo: «Yo soy» o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.
Luego les dijo:
-Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes
terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los
tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por
causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y
sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario
vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y
matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia
salvaréis vuestras almas.”
9. Ecos del Salmo y las lecturas (Espontáneamente, en voz alta, quien lo desee)
(Mientras se desarrolla, cantamos “Da pacem Domine, da pacem Oh Christe, in
diebus nostris” (©Taizé)
11. Peticiones y Acción de Gracias (Espontáneamente, quien quiera)
Señor Jesucristo te pedimos tu protección e intercesión ante el Padre por toda la
comunidad LGTB, por todas aquellas hermanas y hermanos que sufren en la soledad,
que se sienten solos, que son perseguidos, que no son aceptados en su entorno más
cercano y te damos gracias y pedimos por Crismhom, para que construyamos Reino
y, seamos luz y faro en nuestra comunidad LGTB de Madrid.
(Por el bautismo, todos hemos sido llamados a participar en el ministerio sacerdotal
de Jesucristo, por lo que nos imponemos las manos los unos a los otros y nos
bendecimos entonando)
“En nombre de Dios, que es Padre y Madre y que nos ama tal como somos, mujeres,
hombres y sea cual sea nuestra condición afectivo-sexual, nos bendecimos (†) en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Hermanas y hermanos, vayamos en paz a comunicar al Mundo el mensaje de amor de
Cristo. Amén”
15. Canto de salida. (Mientras recogemos y apagamos las velas, cantamos):
« Magnificat, magníficat, magníficat anima mea Dominum, magníficat, magníficat,
magníficat anima mea » (©Taizé)
Sábado 10 de Septiembre Celebración de la Palabra "Perdón es la fragancia que la violeta suelta, cuando se levanta el zapato que la aplastó"
Introducción
La celebración de la Palabra de este sábado nos centra en uno de los dones más misteriosos y preciosos del corazón de Dios. El perdón, la misericordia. "Misericordia quiero, que no sacrificios" repite Jesús en el Evangelio de Mateo, refiriéndose a la actitud hipócrita de sus discípulos. Y es necesario encontrar en nuestra vida una luz, el Amor de Dios, que nos ayude a ser misericordiosos con el prójimo, sobre todo con aquellos que nos hieren. Dios nos ha hecho así, a su imagen y semejanza. Podemos perdonar, y estamos creados para perdonar.
Un fraile dominico, Henri Lacordaire, decía habitualmente: "¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona". La primera lectura nos habla de la actitud de Dios ante la venganza. Dios actúa en aquellos que son misericordiosos. A estos les escucha, les perdona, les sana y les salva.
El salmo es un canto al derroche de misericordia que el Señor tiene con cada uno de sus hijos. Es preciso sentir ese amor por nosotros para ser capaces de perdonar desde Él. "La experiencia liberadora del perdón, aunque llena de dificultades, puede ser vivida también por un corazón herido, gracias al poder curativo del amor, que tiene su primer origen en Dios-Amor. La inmensa alegría del perdón, ofrecido y acogido, sana heridas aparentemente incurables, restablece nuevamente las relaciones y tiene sus raíces en el inagotable amor de Dios." (Juan Pablo II)
La segunda lectura de Pablo nos recuerda la necesidad de pertenecer a nuestro señor en todo momento. Y así debe ser en todas las etapas y situaciones de nuestra vida. Vivir en el Señor, perdonar en el Señor, acoger en el Señor… La comunidad de Romanos en la época de Pablo sufrió grandes tribulaciones y persecución, por tanto es muy significativo que Pablo se dirija a esta comunidad y les pida que también mueran en el Señor, como Él, perdonando a sus verdugos. Y he aquí que muchos de aquellos que murieron por su fe lo hicieron perdonando, y por ello, siendo mártires y ejemplos de la misericordia de Dios.
Comenzamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo, para que abra nuestros corazones y nos inunde del amor sanador y la misericordia del Señor. Con el corazón abierto hacemos propósito de escucharle lo que nos tenga que decir.
Canto de entrada: Ven, Espíritu de Dios.
Ven Espíritu de Dios y de tu amor enciende la llama.
Ven Espíritu de Amor, ven Espíritu de Amor.
Libro del Eclesiástico (27, 33—28, 9)
Cosas abominables son el rencor y la cólera; sin embargo, el pecador se aferra a ellas. El Señor se vengará del vengativo y llevará rigurosa cuenta de sus pecados. Perdona la ofensa a tu prójimo, y así, cuando pidas perdón se te perdonarán tus pecados. Si un hombre le guarda rencor a otro, ¿le puede acaso pedir la salud al Señor? El que no tiene compasión de un semejante, ¿cómo pide perdón de sus pecados? "Perdón es la fragancia que la violeta suelta, cuando se levanta el zapato que la aplastó"
Cuando el hombre que guarda rencor pide a Dios el perdón de sus pecados, ¿hallará quien interceda por él? Piensa en tu fin y deja de odiar, piensa en la corrupción del sepulcro y guarda los mandamientos. Ten presentes los mandamientos y no guardes rencor a tu prójimo. Recuerda la alianza del Altísimo y pasa por alto las ofensas.
Salmo 102
Bendice al Señor, alma mía;
que todo mi ser bendiga su santo nombre.
Bendice al Señor, alma mía,
y no te olvides de sus beneficios.
El Señor perdona tus pecados
y cura tus enfermedades;
él rescata tu vida del sepulcro
y te colma de amor y de ternura.
El Señor no nos condena para siempre,
ni nos guarda rencor perpetuo.
No nos trata como merecen nuestras culpas,
ni nos paga según nuestros pecados.
Como desde la tierra hasta el cielo,
así es de grande su misericordia;
como un padre es compasivo con sus hijos,
así es compasivo el Señor con quien lo ama.
Carta del apóstol san Pablo a los romanos (14, 7-9)
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, morimos para el Señor. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y muertos.
Canto: Los misericordiosos
Tengo miseria de no tener, soy miserable en la cumbre.
Por querer ser quien no soy, no soy ni siquiera yo.
Mi vacío me hace comprender a quienes no me entienden
y a aquellos que me maltratan ¡Sé que yo no soy mejor!
Espero ser yo algún día, en mi miseria yo espero
que algo nazca de mi nada, aunque sé que nada soy.
Alguien repite en mi mente que en mi miseria me ama,
con misericordia me quiere y ese alguien es mi Dios.
Si me sintiese herido o tratado con violencia,
nunca quisiera sentirme lleno de odio y rencor.
Ha de llenarse mi alma de infinita misericordia.
Hay alguien que me lo pide y ese alguien es mi Dios.
Canto: Aleluya
Evangelio según san Mateo (18, 21-35) "Perdón es la fragancia que la violeta suelta, cuando se levanta el zapato que la aplastó"
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: "Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete". Entonces Jesús les dijo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: „Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo‟. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: „Págame lo que me debes‟. El compañero se le arrodilló y le rogaba: „Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo‟. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: „Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?‟ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con vosotros, si cada cual no perdona de corazón a su hermano".
Silencio
Impresiones
Oración de Crismhom:
Abba, Padre, ilumina nuestros corazones con el vendaval del Espíritu Santo, pon en pie nuestra alegría y disipa nuestros miedos, para que Crismhom sea cada día más instrumento tuyo, para que construyamos Reino y tomemos nuestras decisiones individuales y comunitarias inspirados por Ti.
Señor, también te pedimos por todos aquellos hermanos y hermanas LGTB que sufren en la soledad, que se sienten solos, que son perseguidos, que no son aceptados en su entorno más cercano. Te pedimos, que nadie se sienta solo en nuestra presencia, que viéndonos a nosotros te vean a ti. Por eso, te rogamos Señor, por estas manos nuestras que tantas veces se cierran, por nuestros corazones que no aman como debieran, para que cada día abramos más las puertas de nuestra vida a tu presencia.
Que tu Espíritu Santo anime, ilumine y guíe nuestra comunidad para llevar adelante la misión otorgada por ti de evangelizar al colectivo LGTB.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Paz: Oracion de la Sencillez
Señor, hazme instrumento de tu paz,
donde haya odio ponga amor,
donde haya ofensa, perdón
donde haya error, ponga yo verdad "Perdón es la fragancia que la violeta suelta, cuando se levanta el zapato que la aplastó"
Donde haya tinieblas ponga luz,
donde haya duda ponga fe,
donde haya tristeza, alegría.
Oh, mi Señor, ponga yo tu amor.
Porque dando yo recibiré,
olvidándome te encontraré,
comprendiendo al hombre te seguiré.
Oh, mi Señor, enséñame a querer. (bis)
Padre Nuestro
Acción de gracias
Bendición y canto de salida: Vaso nuevo
Gracias quiero darte por amarme.
Gracias quiero darte yo a ti, Señor.
Hoy soy feliz porque te conocí.
Gracias por amarme a mí también.
YO QUIERO SER, SEÑOR AMADO,
COMO EL BARRO EN MANOS DEL ALFARERO.
TOMA MI VIDA, HAZLA DE NUEVO,
YO QUIERO SER UN VASO NUEVO. (Bis)
Te conocí y te amé.
Te pedí perdón y me escuchaste.
Sí, te ofendí, perdóname, Señor,
pues te amo y nunca te olvidaré.
CELEBRACIÓN DE LA PALABRA
CRISMHOM, 8 DE OCTUBRE DE 2011
Introducción
Todas las culturas religiosas han dado a la comida un sentido comunitario,
entre sus miembros o con la divinidad. En la Biblia el banquete es un gesto de
capital importancia. La comida humana significa fiesta, hospitalidad, amistad,
paz sagrada. El banquete alcanza su mayor expresividad cuando viene Cristo.
Se le invita a la mesa de Lázaro,a las bodas de Caná, a casa de Sim6n, come
con publicanos, aprueba la hospitalidad, recomienda el último puesto en el
banquete y da de comer a la multitud. Al resucitar se hace reconocer con un
banquete, la comunidad cristiana revive al resucitado en la fracción del pan,
en la alegría y comunión fraterna.
Interesa por tanto comprender y profundizar el significado de la parábola de
los convidados a la boda del hijo del rey, que vamos a leer y disfrutar hoy.
Dejémonos por tanto deducir por la invitación al banquete de nuestro Señor.
Un banquete abierto a todos y todas, independiente de nuestra historia
personal, nuestra vida, nuestros gustos, orientación sexual, origen, raza, ideas o
aspecto físico. Solo se nos pide que aceptemos la invitación y que vayamos
vestidos (o revestidos) con el amor y la luz interior que se ajustan a este
especial convite.
Canción
No sé como alabarte, ni qué decir, Señor.
Confío en tu mirada, que me abre el corazón.
Toma mi pobre vida, que sencilla ante ti,
quiere ser alabanza por lo que haces en mí.
GLORIA, GLORIA A DIOS (4)
Siento en mí tu presencia, soy como Tú
me ves; bajas a mi miseria, me llenas de tu paz.
Indigno de tus dones, más por tu
gran amor, tu Espíritu me llena;
gracias te doy, Señor.
Revisión de nuestras faltas
Como es normal en cualquier invitación, para el banquete del Señor es
importante tanto la asistencia como la indumentaria interior que llevemos.
Hagamos una reflexión personal de aquellos detalles de nuestra vida que
queramos mejorar. Compartamos si queremos con la Comunidad aquello de lo
que queramos pedir el perdón del Maestro.
Lectura del libro de Isaías 25, 6-10a
El Señor de los ejércitos
ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña
un banquete de manjares suculentos,
un banquete de vinos añejados.
Él arrancará sobre esta montaña
el velo que cubre a todos los pueblos,
el paño tendido sobre todas las naciones.
Destruirá la muerte para siempre;
el Señor enjugará las lágrimas
de todos los rostros,
y borrará sobre toda la tierra
el oprobio de su pueblo,
porque lo ha dicho Él, el Señor.
Y se dirá en aquel día:
«Ahí está nuestro Dios,
de quien esperábamos la salvación:
es el Señor, en quien nosotros esperábamos;
¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!»
Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.
Palabra de Dios
Salmo (a dos coros)
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,
porque Tú estas conmIgo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
Amen
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 4,
12-14. 19-20
Hermanos:
Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho
absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener de sobra como
a no tener nada. Yo lo puedo todo en Aquél que me conforta.
Sin embargo, ustedes hicieron bien en interesarse por mis necesidades.
Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a
su riqueza, en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios
Aleluya
Evangelio de Mateo 22, 1-14.
En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a
los senadores del pueblo, diciendo: El Reino de los cielos se parece a un rey que
celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los
convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados encargándoles que
les dijeran: «Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses
cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda».
Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus
negocios, los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta
matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos
asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: «La boda
está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de
los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda». Los criados
salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos.
La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a
los comensales reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: «Amigo,
¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?». El otro no abrió la boca.
Entonces el rey dijo a los camareros: «Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera,
a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los
llamados y pocos los escogidos».
Palabra de Dios
REFLEXIÓN PERSONAL EN SILENCIO
COMPARTIR REFLEXIÓN PERSONAL
El “banquete de bodas” es llamada a participar en el gozo del Reino de Dios.
Los llamados son muchos, son todos. Es voluntad de Dios que la entera
comunidad humana entre en su Alianza. Pero va a ser la respuesta libre de
cada hombre la que determine el número real de los “escogidos”. Dios sigue
llamando a su banquete a todos los hombres y mujeres del mundo. Todos
somos convocados. Especialmente a los excluidos de la sociedad. Dios nos invita
en serio, pues es nuestro Padre y quiere ver la sala del banquete llena y alegre.
Como Dios es Padre y Madre a la vez, tiene los sentimientos que tienen los
padres y las madres, pero en grado infinito y perfecto. ¿Cómo respondemos a
esta llamada?
Paz
En las bodas se ofrecen regalos. Que mejor regalo en la reunión de la
celebración de esta Comunidad de Crismhom que ofrecernos los unos a los
otros la Paz de Dios.
Padre Nuestro
Acción de gracias y peticiones de la comunidad
Libremente.
Bendición
Canción final
El amor es la palabra limpia que hace vivir.
Es el fruto de la tierra buena y es sufrir.
Es decirle al hermano pobre: solo no estás...
No dejes que pase tu tiempo sin más.
EL AMOR ES NUESTRO CANTO A LA VIDA QUE SE DA.
Y QUE ESPERA UN AMANECER EN LA VERDAD (BIS)
El amor es el regalo eterno que nos da Dios.
Es tener el corazón abierto y es perdón.
Es la fe y la esperanza cierta del más allá.
No dejes que pase tu tiempo sin más.
El amor es un camino largo y sin final.
Es la luz que inunda sombras en la oscuridad.
Es la vida que nos brinda un tiempo de oportunidad.
No dejes que pase tu tiempo sin más.
Señor, bendice a esta comunidad y a todos quienes la integra, para que así entremos en tu
banquete con el corazón alegre y espíritu firme. Por Jesucristo nuestro Señor
LITURGIA DE LA PALABRA
Ven, Espíritu de Dios, sobre mí
Me abro a tu presencia
Cambiarás mi corazón. (2)
Toca mi debilidad,
Toma todo lo que soy.
Pongo mi vida en tus manos
Y mi fe.
Poco a poco llegarás
A inundarme de tu luz.
Tú cambiarás mi pasado.
Cantaré.
Quiero ser signo de paz.
Quiero compartir mi ser.
Yo necesito tu fuerza,
Tu valor.
Quiero proclamarte a ti.
Ser testigo de tu amor.
Entra y transforma mi vida.
¡Ven a mí!
Ten piedad (4 veces) Ten piedad de mí Señor, tengo que reconocer que falló mi poco amor, que me ha faltado fé. No me siento fuerte para andar sin Ti, me faltan tus manos, necesito creer en Ti.
Si alguna vez te fallé perdóname, sabes que nada valgo si no te puedo tener... Ten piedad, Señor ten piedad (2 veces) Señor (señor), Señor (señor), Señor (señor ten piedad, Señor) Señor (señor) Señor (señor) Señor ten piedad.
LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 5, 1-6
Hermanos:
En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba. Sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: "paz y seguridad", entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.
SALMO ( a dos coros)
De ti, Señor, nos fiamos,
en ti confiamos siempre,
pues sabemos que tú
jamás abandonas
a todos tus amigos,
de los que cuidas
con infinita ternura.
Sabemos, Padre bueno,
de tus inmensos cuidados
para con el pájaro y la flor.
Sabemos, nos lo han contado,
de tus infinitos detalles
de delicadeza y amor
que vas sembrando por la vida.
Te damos gracias,
te alabamos siempre,
porque cuidas de los pobres,
de «los Lázaros» de este mundo,
de los que no traen nada.
Tú eres siempre
sabor a hogar y a pan
para los sin nada.
Ayúdanos a descubrirte
a ti que eres fortaleza. Amén.
CANTO: Aleluya Cantará quien perdió la esperanza y la tierra sonreirá, Aleluya.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 25, 14-15.19-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
--Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira he ganado otros dos." Su Señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eras exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al quien tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
ECOS DE LA PALABRA
Comentario: El texto del Evangelio de hoy nos habla de un hombre que entrega un cierto capital a tres empleados suyos. Dos de ellos negocian con lo recibido arriesgan… y duplican lo recibido. En cambio el tercero decide esconder lo recibido, prefiere no invertir, apuesta por dejar las cosas tal como están; ¿para qué complicarse la vida? La Parábola alaba la actitud de los dos primeros, que recibe una merecida recompensa. Por el contrario, critica la del último, al que llama negligente y holgazán, y aquello que había guardado con tanto cuidado le es quitado, a causa de su talante excesivamente prudente. En nuestras comunidades, con frecuencia, sobran actitudes exageradamente razonables: es mejor no cambiar nada, no arriesgar. El proceder al que nos invita Jesús es bien diferente. Cada uno de nosotros ha recibido diversos talentos. Lo fácil, algunos dirán lo aconsejable, es dejar las cosas como están, no complicarse la vida, no apostar por echarle imaginación y ganas a la tarea a la que estamos llamados comunitaria y socialmente, convencernos que si arriesgamos podemos perder lo que tenemos. El mensaje del Evangelio no es compatible con esa forma de ver las cosas.
Canto: Quiero Alabarte
Quiero alabarte más y más aún
Quiero alabarte más y más aún
buscar tu voluntad, tu gracia conocer quiero alabarte.
Yo quiero amarte más y más aún
Yo quiero amarte más y más aún
hacer tu voluntad, tu gracia recibir yo quiero amarte.
Las aves del cielo cantan para Ti
las bestias del campo alaban tu poder
quiero yo cantar quiero levantar mis manos hacia Ti.
COMPARTIR, ACCIÓN DE GRACIAS, PETICIÓN
Padre nuestro tu que estás
en los que aman la verdad,
has que el reino que por Ti se dio
llegue pronto a nuestro corazón,
que el amor, que tu hijo,
nos dejó, ese amor...
habite en nosotros.
(Se reza la oración tradicional del Padre Nuestro)
Y en el pan de la unidad,
Cristo danos Tu la paz
y olvídate de nuestro mal,
si olvidamos el de los demás,
no permitas, que caigamos
en tentación...
oh señor...
y ten piedad...
del mundo.
¡CUÁNTO MIEDO TENGO, SEÑOR!
De no invertir mi vida como, Tú en la cruz, lo hiciste:
con silencio, grandeza y dolor
con perdón, humildad y sacrificio
con fe, esperanza o misericordia
¡CUÁNTO MIEDO TENGO, SEÑOR!
De mirarme a mí mismo,
y viendo lo mucho que me has dado
creer que no merece la pena arriesgarlo todo:
por Dios y por el hombre
por la Iglesia y por el mundo
por mis hermanos y por mí mismo
¡CUÁNTO MIEDO TENGO, SEÑOR!
Que vengas…y me pilles con el pie cambiado
lejos de tus caminos y, con mis talentos,
sin haberlos utilizado a fondo.
Amén
Sois la semilla que ha de crecer
Sois estrella que ha de brillar
Sois levadura, sois grano de sal
Antorcha que ha de alumbrar
Sois la mañana que vuelve a nacer
Sois espiga que empieza a granar
Sois aguijón y caricia a la vez
Testigos que voy a envíar
Id amigos por el mundo, anunciando el amor
Mensajeros de la vida, de la paz y el perdón
Sed amigos los testigos de mi resurrección
Id llevando mi presencia, con vosotros estoy
INTRODUCCIÓN
• CANCIÓN: In manos tuas Pater, commendo Spiritus meum
• ORACIÓN:
Que seamos, Cristo, manos reunidas en oración y en
el don. Unidas a tus Manos en las del Padre, unidas a las alas
fecundas del Espíritu, unidas a las manos de los pobres.
Manos del Evangelio, sembradoras de Vida, lámparas de
Esperanza, vuelos de Paz.
Unidas a tus Manos solidarias, partiendo el Pan de todos. Unidas
a tus Manos traspasadas en las cruces del mundo. Unidas a tus
Manos ya gloriosas de Pascua.
Manos abiertas, sin fronteras, hasta donde haya manos. Capaces
de estrechar el Mundo entero, fieles al Tercer Mundo, siendo
fieles al Reino.
Tensas en la pasión por la Justicia, tiernas en el Amor. Manos
que dan lo que reciben, en la gratuidad multiplicada, siempre más
manos, siempre más unidas.
Pedro Casaldáliga
• SALUDOS entre los miembros de la comunidad. Manos.
• REVISIÓN DE V IDA
LECTURAS
• Salmo 110
Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos,
en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que
las aman.
-
Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por
siempre;
ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente.
-
Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de
los gentiles.
-
Justicia y verdad son las obras de sus manos, todos sus preceptos
merecen confianza;
son estables para siempre jamás, se han de cumplir con verdad y
rectitud.
-
Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza;
su nombre es sagrado y temible.
-
Primicia de la sabiduría es el temor del Señor, tienen buen juicio
los que lo practican; la alabanza del Señor dura por siempre.
A
men
• 1 carta de Juan 3, 16-20
En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó
su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la
vida por nuestros hermanos. Si alguien que posee bienes
materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene
compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios
habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios
para afuera, sino con hechos y de verdad. En esto sabremos que
somos de la verdad, y nos sentiremos seguros delante de Él.
• Evangelio Lc 4, 14-21
Con la fuerza del Espíritu regresó Jesús a Galilea, y la noticia se
difundió por toda la comarca. Enseñaba en aquellas sinagogas, y
todos se hacían lenguas de él. Llegó a Nazaret, donde se había
criado. El sábado entró en la sinagoga, según su costumbre, y se
levantó para tener la lectura. Le entregaron el volumen del
profeta Isaías y, desenrollando el volumen, dio con el pasaje
donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor descansa sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha
enviado a dar la buena noticia a los pobres, a proclamar la libertad a los
cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a
proclamar el año favorable del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al sacristán y se sentó. Toda la
sinagoga tenía los ojos clavados en él y empezó a hablarles:
“Hoy ha quedado cumplido este pasaje ante vosotros que lo
habéis escuchado”.
MANOS DISPUESTAS
• DINÁMICA CON MANOS
• ORACIÓN:
Porque las manos son símbolo de trabajo, de esfuerzo, de ayuda,
de unión, de confianza, de cariño, de ternura y solidaridad...
Esta celebración de la palabra tuvo lugar el sábado 12 de enero de 2013. El tema es el bautismo de Jesús y gira en torno al símbolismo del agua.
Abro mi ser y alzo mis manos y mi ser hacia Ti. Mi corazón se abre a la voz de tu Espíritu. Dame la luz de tu mirada. Calma la sed de tu Palabra que hay en mí. Quiero rendirme y entregarme a tu voluntad. No me abandones ni me dejes pues confío en ti.
Mi corazón se abre a la voz de tu Espíritu (Juan 1, 19-34)
Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?». El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo.». Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?» Él dijo: «No lo soy.» - «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.» Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?» Dijo él: «Yo soy la voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.» Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.» Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel.» Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre Él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo." Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios.»
Mi alma canta de gozo
1. Abro mi ser y alzo mis manos 2. Calma la sed de tu Palabra
y mi voz hacia ti. que hay en mí, oh, Jesús.
Quiero rendirme, No me abandones ni me dejes
entregarme a tu voluntad. pues confío en ti.
3. Mi corazón se abre a la voz 4. Dame la luz de tu mirada,
de tu Espíritu de amor. mírame, oh Jesús,
Mi alma canta de gozo (3) cambia mi vida con tu fuerza
en ti, Señor. y yo te alabaré.
Dame la luz de tu mirada (Hechos de los Apóstoles, 10, 34-38)
En aquellos días, Pedro se dirigió a Cornelio y a los que estaban en su casa, con estas palabras: “Ahora caigo en la cuenta de que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere. Él envió su palabra a los hijos de Israel, para anunciarles la paz por medio de Jesucristo, Señor de todos. Ya sabéis lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él”.
Cambia mi vida con tu fuerza (Juan 2, 1-11)
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino y la madre de Jesús le dice:
−No les queda vino.
Jesús le contesta:
−Mujer, déjame: todavía no ha llegado mi hora.
Su madre dice a los sirvientes:
−Haced lo que Él os diga.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice:
−Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba. Entonces les manda:
−Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al novio y le dice:
−Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos el malo; tú, en cambio, has guardado el vivo bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en Él.
Del ritual del bautismo
- RENUNCIO a Satanás: esto es: al pecado, como negación de Dios; al mal, como signo del pecado en el mundo; al error, como ofuscación de la verdad; a la violencia, como contraria a la caridad; al egoísmo, como falta de testimonio del amor.
DANOS UN CORAZÓN Hombres nuevos, creadores de la historia,
GRANDE PARA AMAR; constructores de nueva humanidad.
DANOS UN CORAZÓN Hombres nuevos que viven la existencia
FUERTE PARA LUCHAR. como riesgo de un largo caminar.
- RENUNCIO a sus obras, que son: mis envidias y odios, mi pereza e indiferencia; mi cobardía y mis complejos; mis tristezas y desconfianzas; mis injusticias y favoritismos; mi materialismo y sensualidad; mi falta de fe, de esperanza y de caridad.
DANOS UN CORAZÓN Hombres nuevos, creadores de la historia,
GRANDE PARA AMAR; constructores de nueva humanidad.
DANOS UN CORAZÓN Hombres nuevos que viven la existencia
FUERTE PARA LUCHAR. como riesgo de un largo caminar.
- RENUNCIO a todas sus seducciones, como puede ser: el creerme el mejor, el verme superior; el estar muy seguro de mí mismo; el creer que ya estoy convertido del todo; el quedarme en las cosas, medios, instituciones, métodos, reglamentos, y no ir a Dios.
DANOS UN CORAZÓN Hombres nuevos, creadores de la historia,
GRANDE PARA AMAR; constructores de nueva humanidad.
DANOS UN CORAZÓN Hombres nuevos que viven la existencia
FUERTE PARA LUCHAR. como riesgo de un largo caminar.
Calma la sed de tu Palabra (Juan 4, 1-45)
Llegó, pues, a una ciudad de Samaría, llamada Sícar, junto al campo que dio Jacob a su hijo José. Estaba allí el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Vino una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dijo: Dame de beber. Sus discípulos se habían marchado a la ciudad a comprar alimentos. Entonces le dijo la mujer samaritana: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? Pues no se tratan los judíos con los samaritanos. Jesús le respondió: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice dame de beber, tú le habrías pedido y Él te habría dado agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes ni con qué sacar agua y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas, pues, el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús: Todo el que bebe de esta agua tendrá sed de nuevo, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed nunca más, sino que el agua que yo le daré se hará en él fuente de agua que salta hasta la vida eterna.
DIÁLOGO: Danos de esa agua (Oración joven, p.149)
Nos anuncian muchas fuentes
para apagar la sed de felicidad.
Pero no todas son buenas;
las hay contaminadas.
Al beber en ellas, te intoxicas
y te llenas de sed irresistible.
Id a la fuente de agua viva.
¿Dónde está esa fuente de agua viva?
El secreto lo tiene la samaritana.
¿Cómo descubriste el agua viva
que quita la sed del corazón?
“Acercaos al lugar donde Jesús está
esperándonos con sed,
para descubrir vuestra sed;
Él os dará su agua viva
si aceptáis su Palabra”.
He aquí la comunidad que busca al Señor.
Quiero rendirme, entregarme a tu voluntad (Juan 13, 1-5 y 12-16)
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo:
- ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía.
No me abandones ni me dejes, pues confío en Ti (J.A. Pagola, 2007)
El Bautista habla de manera muy clara: «Yo os bautizo con agua», pero esto sólo no basta. Hay que acoger en nuestra vida a otro «más fuerte», lleno de Espíritu de Dios: «Él os bautizará con espíritu santo y fuego».
Son bastantes los «cristianos» que se han quedado en la religión del Bautista. Han sido bautizados con «agua», pero no conocen el bautismo del «espíritu». Tal vez, lo primero que necesitamos todos es dejarnos transformar por el Espíritu que cambió totalmente a Jesús. ¿Cómo es su vida después de recibir el Espíritu de Dios?
Jesús se aleja del Bautista y comienza a vivir desde un horizonte nuevo. No hay que vivir preparándonos para el juicio inminente de Dios. Es el momento de acoger a un Dios Padre que busca hacer de la humanidad una familia más justa y fraterna. Quien no vive desde esta perspectiva, no conoce todavía qué es ser cristiano.
Movido por esta convicción, Jesús deja el desierto y marcha a Galilea a vivir de cerca los problemas y sufrimientos de las gentes. Es ahí, en medio de la vida, donde se le tiene que sentir a Dios como «algo bueno»: un Padre que atrae a todos a buscar juntos una vida más humana. Quien no le siente así a Dios, no sabe cómo vivía Jesús.
Jesús abandona también el lenguaje amenazador del Bautista y comienza a contar parábolas que jamás se le hubieran ocurrido a Juan. El mundo debe saber lo bueno que es este Dios que busca y acoge siempre a sus hijos perdidos porque sólo quiere salvar, no condenar. Quien no habla este lenguaje de Jesús, no anuncia su buena noticia.
Jesús deja la vida austera del desierto y se dedica a hacer «gestos de bondad» que el Bautista nunca había hecho. Cura enfermos, defiende a los pobres, toca a los leprosos, acoge a su mesa a pecadores y prostitutas, abraza a niños de la calle. La gente tiene que sentir la bondad de Dios en su propia carne. Quien habla de un Dios bueno y no hace los gestos de bondad que hacía Jesús desacredita su mensaje.
Y yo te alabaré (Oración joven, p. 205)
Te doy gracias, Señor,
por el don del bautismo.
Me has incorporado a tu Iglesia
y me cuentas entre tus hijos.
Has abierto la fuente de agua viva
y yo puedo venir
y beber de ella hasta saciarme.
Te doy gracias, Señor, por esta vida nueva
que debo ir cultivando en mí;
una vida de cercanía contigo,
una vida de encuentro,
una vida de sentirme tan unido a Ti
como lo está el sarmiento con la cepa.
Te doy gracias, Señor, por esta familiaridad
a la que me has llamado.
No eres un Dios lejano e innombrable,
eres el Dios Padre que, cada mañana,
abre sus brazos
para recibir al hijo que sale de la noche.
Te doy gracias, Señor,
por las aguas del bautismo
que un día cayeron sobre mí
y riegan mi vida ya para siempre.
Siempre podré beber en tu fuente divina,
siempre podré tener un sitio a tu mesa,
siempre podré sentirme hermano
de cuantos te invocan como padre.
Esta celebración del perdón tuvo lugar el sábado 9 de marzo de 2013 en Barbieri 18. Se centró en la reconciliación interior de cada uno y entre los presentes.
Ritos iniciales
Canto: Ven, no apartes de mí los ojos, te llamo a ti, te necesito para que se cumpla en el mundo el plan de mi Padre.
Saludo del presidente
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Bendito sea Dios,
Que en su infinito amor nos ha dado a su Hijo Jesucristo.
Que su misericordia esté siempre con todos vosotros.
Oración presidencial:
Oremos pidiendo a Dios que nos ilumine para poder ver con claridad el camino de la conversión (Instantes de silencio)
Dios Padre, rico en Misericordia, al poner en tu presencia y revisar nuestras vidas, descubrimos que estamos lejos de responderte con total generosidad y por ello reconocemos tu bondad y nuestro pecado. Danos ánimo para recorrer con entusiasmo el camino de conversión a ti, siguiendo a tu Hijo Jesucristo. Envíanos tu Espíritu santo, Espíritu que sane nuestras heridos, anime nuestro seguimiento y enderece nuestros caminos. A Ti, Padre bueno, y lleno de ternura que nos amas con amor inmenso por tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Amen.
Primera Lectura: Lucas 10, 25-28)
Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: “Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Dijo entonces: “bien has respondido haz eso y vivirás”.
¿Quién es tu Dios? ¿A que Dios ha entregado tu corazón? ¿Cuáles son tus ídolos? Tenemos necesidad de sanar nuestras imágenes de Dios. Dios es como una madre, que siempre está pendiente de ti. ¿Cuántas veces Dios ha sido presentado como el enemigo de nuestra felicidad, como un aguafiestas, un policía siempre vigilándonos, un Dios sádico que disfruta con nuestros sacrificios y nuestro sufrimiento. Pero Dios es amor, es luz, es tu plenitud. Te tiene tatuada en sus manos, te lleva siempre en sus palmas. ¿A qué Dios sirves? ¿Estás dispuesta a abandonar los ídolos, que te conducen a la muerte?
Canto: Cuánto he esperado este momento, cuánto he esperado que estuvieras aquí, cuánto he esperado que me hablaras, cuánto he esperado que vinieras a Mí. Yo sé bien lo que has vivido, Yo sé bien lo que has llorado, Yo sé bien lo que has sufrido, pues de tu lado no me he ido. /Pues nadie te ama como Yo,/ (bis) mira la Cruz, esta es mi más grande prueba, nadie te ama como Yo. /Pues nadie te ama como Yo,/ (bis) mira la Cruz, fue por ti, fue porque te amo, nadie te ama como Yo.
Segunda lectura: Mateo 18, 21-35
Entonces Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: Señor, si mi hermano me hace algo malo, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: No basta con perdonar al hermano sólo siete veces. Hay que perdonarlo una y otra vez; es decir, siempre. Muchas veces estamos heridos. Cuantas cosas que no nos hemos perdonado.
Cuanto miedo y rencor habitan en nuestro corazón. ¿Te sientes perdonado por Dios? Deja entrar el perdón de Dios en tu vida. ¿Tienes que perdonar a alguien que te ha ofendido? Quizá a tus padres por los que nunca te sentiste querido, o a la Iglesia o sus sacerdotes que no dejaron que te quisieras y aceptaras? ¿Aquella ofensa que nunca has podido olvidar? ¿Aquella infidelidad que está siempre en tu recuerdo? Deja que el perdón de Dios entre en tu vida. Déjate perdonar por Dios para poder perdonar.
Canto: Me levantaré e iré a mi Padre, le declararé te amo Señor
Tercera lectura (1Corintios 1, 10ss)
Os conjuro, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengáis todos un mismo hablar, y no haya entre vosotros divisiones; antes bien, estéis unidos en una misma mentalidad y un mismo juicio. Porque, hermanos míos, estoy informado de vosotros, por los de Cloe, que existen discordias entre vosotros.
Me refiero a que cada uno de vosotros dice: "Yo soy de Pablo", "Yo de Apolo", "Yo de Cefas", "Yo de Cristo" ¿Esta dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? Porque mientras haya entre vosotros envidia y discordia ¿no es verdad que sois carnales y vivís a lo humano? ¿No sabéis que sois pueblo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el pueblo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el Pueblo de Dios es sagrado y vosotros sois ese pueblo.
Canto: Como el Padre me amo
Cuarta lectura: (Mateo 35,35ss)
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?" Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis." Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis." Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»
¿Podemos celebrar la Eucaristía hoy sin sentir el aguijón de que al otro lado de la mesa del Señor de todos se sienta más de la mitad de la humanidad que pertenece a la multitud de desheredados, por lo que Jesús sentía una conmovedora compasión? ¿Somos cristianamente epulones, indiferentes a los Lázaros de nuestras puertas?
Liturgia del Perdón
Presidente: Conscientes de nuestra realidad, acudimos a Dios, rico en misericordia:
Canto: Ten piedad (4 veces)
Ten piedad de mí Señor, tengo que reconocer que falló mi poco amor, que me ha faltado fe. No me siento fuerte para andar sin ti me faltan tus manos, necesito creer en ti. Si alguna vez te fallé perdóname sabes que nada valgo si no te puedo tener. Ten piedad, Señor ten piedad (2 veces) Señor (señor) Señor (señor) Señor (señor ten piedad Señor) señor (señor)
Perdón Señor por nuestros egoismos, nuestra insolidaridad, por la dureza de nuestros corazones. Perdón Señor por nuestras intolerancia. Perdón Señor, por nuestras comodidades riquezas y apegos.
Canto.
Perdón Señor por nuestros orgullos y por menospreciar a los demás. Perdón, Señor, por nuestros individualismos. Perdón Señor, por no descubrirte en el pobre.
Canto
Celebración de la reconciliación
Acción de gracias
En verdad es junto y necesario darte gracias, Señor, Padre santo, porque no dejas de llamarnos a una vida plenamente feliz.
Tú, Dios de bondad y misericordia, ofreces siempre tu perdón e invitas a los pecadores a recurrir confiadamente a tu clemencia.
Muchas veces los hombres hemos quebrantado tu alianza; pero tú, en vez de abandonarnos, has sellado de nuevo con la familia humana, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, un pacto tan sólido que ya nada lo podrá romper.
Y ahora, mientras ofreces a tu pueblo un tiempo de gracia y reconciliación, lo alientas en Cristo para que vuelva a ti, obedeciendo más plenamente al Espíritu Santo, y se entregue al servicio de todos los hombres viviendo el mandamiento del amor.
Por eso, llenos de admiración y agradecimiento, unimos nuestras voces a las de los coros celestiales para cantar la grandeza de tu amor y proclamar la alegría de nuestra salvación:
Gesto de la paz: En Cristo que nos ha enseñado el servicio y la entrega con su ejemplo y nos ha hecho hermanos y hermanas con su cruz, y como signo de reconciliación daos fraternalmente la paz.
Padre Nuestro: Haznos Señor Jesús como tu: pobres, humildes, serviciales, solidarios, generosos y compasivos. Con la oración que tú mismo nos enseñaste nos dirigimos a tu Padre y a nuestro Padre.
Oremos al Dios que nos ha perdonado
Dios Padre bueno, te damos gracias por el perdón recibido. Aquí nos tienes a hacer eficaz la luz recibida, abierto a tus llamadas. Queremos proclamar que tu vives, y que tu misericordia es eterna. Bendito sea por los siglos de los siglos. Amen.
Bendición
Dios Padre os bendiga y os ayude a ser testigos del perdón celebrado. Amen
Que habiendo recibido la misericordia de Dios, podíais comprender las faltas de los demás como Dios comprende las vuestras. Amen
Que en su bendición aleje de vosotros las envidias, las faltas de amor, y las ideologías para que crezca la comunión y se construya la comunidad Cuerpo de Cristo. Amen
Canto final: Esta es la casa del Señor
Foto: cuadro de R. Margareto.
Introducción
Nos juntamos hoy para celebrar y hacer vida la Palabra de Jesús, nuestro compañero en este camino hacia el Padre. En nuestro peregrinar se nos hace arduo en ocasiones andar porque nos damos cuenta que nos hemos alejado de ese camino. Por ello vamos a implorar al Padre bueno que nos envíe con un canto su Espíritu Santo.
Acto seguido, explicaremos la dinámica de esta celebración, en la que nuestras palabras se van a ver contestadas por la respuesta del Padre.
Después, leeremos el capítulo de Lucas donde Jesús expone, mediante parábolas, la misericordia del Padre que acabamos de experimentar.
Escucharemos una canción que actualiza el mensaje de Jesús en esta Palabra de ánimo y esperanza, para por último expresar nuestra gratitud. Es la mirada agradecida de un hijo que se da cuenta del infinito amor de su Padre, y reconoce la necesidad que tiene de él.
Hagamos, pues, silencio orante, para pedir luz a Dios.
ENVÍANOS TU SOPLO DE PADRE
Mándanos, Dios, tu Espíritu Santo,
envíanos, Dios, tu soplo de Padre,
que nos haga entender que tu fraternidad
somos toda la humanidad.
Padre, alúmbranos,
¡danos tu luz!
Infunde en las almas de los hombres tu amor,
que nadie quede fuera de nuestro corazón.
¡Ven, Santo Espíritu!,
renueva la tierra,
tráenos tu soplo que nos convierta,
pongamos la vida en vivir tu plan,
que todos sintamos tu amor y tu paz.
Padre, alúmbranos,
¡danos tu luz!
Infunde en las almas de los hombres tu amor,
que nadie quede fuera de nuestro corazón.
NADIE TE AMA COMO YO
Cuánto he esperado este momento
cuánto he esperado que estuvieras así,
cuánto he esperado que me hablaras,
cuánto he esperado que vinieras a mí.
Yo sé bien lo que has vivido,
yo sé bien por qué has llorado,
yo sé bien lo que has sufrido,
pues de tu lado no me he ido.
PUES NADIE TE AMA COMO YO,
PUES NADIE TE AMA COMO YO.
MIRA LA CRUZ, ESA ES MI
MAS GRANDE PRUEBA.
NADIE TE AMA COMO YO.
PUES NADIE TE AMA COMO YO.
PUES NADIE TE AMA COMO YO.
MIRA LA CRUZ, FUE POR TI,
FUE PORQUE TE AMO.
NADIE TE AMA COMO YO
Yo sé bien lo que me dices,
aunque a veces no me hablas,
yo sé bien lo que en ti sientes,
aunque nunca lo compartas.
Yo a tu lado he caminado,
junto a ti yo siempre he ido.
Aún a veces te he cargado,
yo he sido tu mejor amigo.
ME LEVANTARÉ
Me levantaré e iré a mi Padre,
le declararé: “Te amo, Señor”
Lectura del Evangelio de Lucas 15
Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos.»
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: "Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido." Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión.
O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: "Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido." Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
Dijo: «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre.
Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron la fiesta.
Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano." El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" «Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."»
PADRE Y MADRE
Una vida distinta quiero empezar, sin más dependencias,
sin más malgastar.
Dije “Padre, dame mi parte” y atrás dejé su ley a cambio del vacío
del volar y del tener.
Padre, pequé, como un siervo trátame.
Malgasté toda tu herencia, por favor: acógeme. (Bis)
Con ternura me espera, ¡sigo siendo su hijo!
He vuelto a la hacienda, es como un nuevo bautizo.
Él me acepta cual soy, me enjoya y me viste.
“porque estabas muerto y hoy ya renaciste.”
Padre, a ti iré. Me levantaré. No te dejaré por ninguna otra ley. (Bis)
De mi egoísmo me levantaré. De mi prepotencia me levantaré.
Mi autosuficiencia la abandonaré, porque sólo tú eres Padre y Madre. (Bis)
Padre, a ti iré. Me levantaré. No te dejaré por ninguna otra ley. (Bis)
EXTIENDE TU MANO
Extiende tu mano, Señor
pues todo lo puede tu amor
hoy te confieso
mi Dios, mi Señor salvador
ya no hay tinieblas en mí
solo hay luz
ahora extiende tu mano, Jesús (Bis)
Escucha, Señor mi oración
hoy te entrego mi corazón
borra mis faltas, Dios salvador
hoy te confieso, Señor
Borra mis faltas, Dios salvador
hoy te confieso, Señor (Bis)
Saludo e invocación
Queridos hermanos y hermanas: bienvenidos a esta Celebración Ecuménica de la Palabra. Mañana celebramos el Día de la Madre y esta noche vamos a celebrar la maternidad, pero no la maternidad ñoña del Corte Inglés, sino la maternidad sin género, a la que todos estamos llamados: la maternidad que es origen, vida y meta. Origen, porque fue una mujer la que nos dio a luz. La luz de la fe también nos la da una mujer, la Ruah, la tercera persona de la Trinidad que confesamos y cuya venida celebraremos dentro de poco. Vida, porque es en la Gran Madre Tierra en la que vivimos, ella es quien nos da sus frutos para alimentarnos, su agua para beber y lavarnos y su aire para respirar y para cantar. Meta, porque en nuestra comunidad todos debemos llegar a ser madres los unos de los otros. Y más aún: meta definitiva, puesto que sólo reposaremos en Dios, que nos quiere con el amor de una madre. Así pues comenzamos nuestra celebración invocando a la Trinidad que todos confesamos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Reconciliación con Dios, con nosotros y con los hermanos
¿Dónde me esconderé de Dios? ¿Dónde te esconderás, hermano? En su misma misericordia. Nadie puede huir de Dios mas que refugiándose en su misericordia (San Agustín, Sermón 351).
No es posible celebrar la acción de Dios en nuestra vida si no tenemos conciencia de que Le necesitamos, de que caminamos hacia Él a oscuras, tropezando, y que para levantarnos tenemos que reconocer que estamos en el suelo.
Vamos a pedirle al Señor perdón por todo aquello que nos aparta de El. Con cada petición de perdón sale una flor de primavera.
(Peticiones tras la reconciliación)
Confiados en que el Señor renueva y revitaliza a aquéllos que reconocen sus faltas, decimos todos juntos: Dios Todoamoroso tiene misericordia de nosotros, perdona nuestros pecados y nos lleva a la Vida Eterna. Amén.
Paz (2 coros)
Que el Señor os bendiga y os proteja
Que el Señor os mire con agrado
Que el Señor os muestre su Bondad.
Que el Señor os mire con amor
(todos) y que nos conceda la Paz y la Unidad. Amén.
Lecturas
Lectura del libro del Génesis
Como hubiese envejecido Isaac, y no viese ya por tener debilitados sus ojos, llamó a Esaú, su hijo mayor: ¡Hijo mío!» El cual le respondió: «Aquí estoy.» «Mira, dijo, me he hecho viejo e ignoro el día de mi muerte. Así pues, toma tus saetas, tu aljaba y tu arco, sal al campo y me cazas alguna pieza. Luego me haces un guiso suculento, como a mí me gusta, y me lo traes para que lo coma, a fin de que mi alma te bendiga antes que me muera.»
Ahora bien, Rebeca estaba escuchando la conversación de Isaac con su hijo Esaú. Esaú se fue al campo a cazar alguna pieza para el padre, y entonces
Rebeca dijo a su hijo Jacob: «Acabo de oír a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú diciendo: Tráeme caza, y hazme un guiso suculento para que yo lo coma y te bendiga delante de Yahveh antes de morirme. Pues bien, hijo mío, hazme caso en lo que voy a recomendarte. Ve al rebaño y tráeme de allí dos cabritos hermosos. Yo haré con ellos un guiso suculento para tu padre como a él le gusta, y tú se lo presentas a tu padre, que lo comerá, para que te bendiga antes de su muerte.» Jacob dijo a su madre Rebeca: ¡Pero si mi hermano Esaú es velludo, y yo soy lampiño! ¡A ver si me palpa mi padre, y le parece que estoy mofándome de él! ¡Entonces me habré buscado una maldición en vez de una bendición!» Dícele su madre: «¡Sobre mí tu maldición, hijo mío! Tú, obedéceme, basta con eso, ve y me los traes.»
El fue a buscarlos y los llevó a su madre, y ella hizo un guiso suculento, como le gustaba a su padre. Después tomó Rebeca ropas de Esaú, su hijo mayor, las más preciosas que tenía en casa, y vistió a Jacob, su hijo pequeño. Luego, con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello, y puso el guiso y el pan que había hecho en las manos de su hijo Jacob.
Lectura del Evangelio según San Mateo (15, 21-28)
Jesús se marchó de allí y se retiró al país de Tiro y Sidón. Y hubo una mujer cananea, de aquella región, que salió y se puso a gritarle: -Señor, Hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija tiene un demonio muy malo. Él no le contestó palabra. Entonces los discípulos se le acercaron a rogarle: Atiéndela, que viene detrás gritando. Él les replicó: -Me han enviado sólo para las ovejas descarriadas de Israel. Ella los alcanzó y se puso a suplicarle: -¡Socórreme, Señor! Jesús le contestó: -No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perros. Pero ella repuso: -Anda, Señor, que también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. Jesús le dijo: -¡Qué grande es tu fe, mujer! Que se cumpla lo que deseas. En aquel momento quedó curada su hija.
Preguntas para la reflexión
• ¿Cómo actúan las mujeres en estos dos relatos? ¿Es lo que esperaría de ellas una sociedad patriarcal? ¿Qué las mueve a actuar?
• Y yo, ¿cómo actúo en mi vida ante situaciones difíciles? ¿Actúo como espera de mi la sociedad de hoy? ¿Me salto las reglas si lo creo necesario? ¿No será que actúo a mi conveniencia? ¿Dónde está Dios en todo esto?
Jesus dijo: "pedid y se os dará". Pidamos con confianza por nuestras necesidades y las de todos los hijos e hijas de Dios al Padre-Madre amorosa, que las conoce antes que nosotros mismos.
• Por la unión de los hijos e hijas de Dios en pro de la Justicia y la Solidaridad. Que sepamos trabajar codo a codo con los hermanos, que sepamos poner a disposición nuestro tiempo y nuestros talentos para mostrar a los hombres y mujeres del mundo y, en especial del mundo LGTB, el abrazo amoroso de Dios.
• Por la unión de los hijos e hijas de Dios en la vida. Que sepamos ver las necesidades del hermano y la hermana, con quien trabajamos, con quien vivimos, con quien estamos en la Comunidad. Que no pase un día sin preocuparnos por aquellas personas que Dios pone en nuestra vida para santificarnos y santificar el mundo.
• Por la unión de los hijos e hijas de Dios en la celebración. Que sepamos celebrar la fe tanto en Crismhom como fuera de una manera abierta y participativa, como muestra de la riqueza y multiplicidad de las manifestaciones del Dios de la diversidad.
Bendición (2 coros)
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que su Nombre sea alabado
hasta los confines del orbe.
Ejercitándose en la práctica de la presencia de Dios en la vida y en andar el camino que Dios quiere hacer con nosotros. Entrenándose en la escucha de la voz de Dios en el corazón. Dándose tiempo a sentir la resonancia interior de las cosas sencillas y pequeñas; los suaves impulsos con los que el Espíritu Santo nos llama poco a poco, configurando nuestra propia vocación: la llamada de Dios a proclamar su amor con nuestra vida.
Celebración de Adviento: contemplación de la encarnación
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Y la soberanía reposará sobre sus hombros. y le llamarán: Maravilloso Consejero, Dios Todopoderoso, Padre Perpetuo, Príncipe de la Paz. (Isaías 9, 10) |
“For unto us a child is born, Unto us a Son is given. And the government shall be upon his shoulder. And His Name shall be called: Wonderful Counsellor, Almighty God, The Everlasting Father, The Prince of peace”. (Isaiah 9, 10) |
“Cristo Acoge No Margina”Crismhom - ICM Pan de Vida
1.- Saludo.
Queridos hermanos y hermanas, os damos la bienvenida a todos y todas... que el Señor esté siempre con vosotros.
Y con tu espíritu.
2.- Introducción al culto.
Esta tarde-noche hemos venido, juntos como hermanos y hermanas, a celebrar la memoria de la Cena de Despedida de Jesús...
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3.- Invocación.
Senor, en la eucaristia nos llamas a todos juntos para ser uno en ti, pero fallamos en poner aparte nuestras diferencias y edificar juntos justicia y amor entre nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Oh Cristo, Señor nuestro: En la eucaristía tú nos sirves pero el servicio y el sacrificio en beneficio de otros nos parecen con frecuencia demasiado humillantes y nos cuesta demasiado realizarlos.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, en la eucaristía tú sigues entregándote a ti mismo por nosotros, pero, cuando nosotros tenemos que compartir, con frecuencia medimos y pesamos nuestros dones y no nos damos a nosotros mismos.
Señor, ten piedad de nosotros.
Sabemos que nos amas, y que gracias a ti y a la Comunión que vamos a recibir, nuestras faltas son perdonadas. Enséñanos a servirte a ti y a la gente desde lo profundo de nuestros corazones.
Gracias por el sacrificio que has hecho por nosotros, Señor. En ti somos perdonados y nos salvamos.
Pidamosle a Dios fortaleza para continuar mejorando en el camino de nuestra vida cristiana. (breve silencio para meditar)
4.- Canto: ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪
5.- La Palabra. Salmo 115
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
1ª Lectura: Éxodo (12.1-8.11-14)
2ª Lectura: 1 Corintios (11,23-26)
Evangelio: Juan (13,1-15)
6.- Homilía.
7.- Lavatorio de los pies
Dice el Señor: “Si yo, que soy vuestro Maestro y Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros, porque os he dado ejemplo para que hagáis lo mismo que yo hice con vosotros”.
8.- Compromiso por la unidad.
Pablo retaba a los cristianos de Corinto a que conocieran en su corazon y mostraran en sus acciones que Cristo no esta dividido...
Con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor suyo y nuestro,
Juntos, estamos llamados a ser santos.
Agraciados por Dios en todas las maneras,
Juntos, damos gracias los unos por los otros.
Enriquecidos sobremanera con toda clase de dones por medio de nuestra unión con Cristo,
Juntos, no carecemos de ningún don espiritual.
Firmes en Dios que nos fortalece para el amor y el servicio,
Juntos, confesamos que Dios cumple su palabra.
Abrazados por Jesucristo,
Juntos, estamos llamados a la concordia.
Unidos en un mismo pensar y sentir,
Juntos, buscamos la armonía.
Superando nuestras riñas por aquel que fue crucificado por nosotros,
Juntos, pertenecemos a Cristo.
¿Es que Cristo está dividido?
¡No! ¡Juntos, salimos al mundo para proclamar su buena noticia!
9.- Ofrenda: Demos gloria y gracias a Dios con nuestras ofrendas.
10.- Bendición de las Ofrendas.
Te damos gracias Señor por estas ofrendas que nos brindas, las cuales nos permiten continuar con la misión de llevar el mandamiento del amor a los excluidos...
Amén.
11.- La Paz: ♪♪ ♪♪ ♪♪ La paz este con nosotros ♪♪ ♪♪ ♪♪
Como hermanos y hermanas en Cristo, nos damos la paz.
12.- Liturgia Eucarística / 13.- Santa Comunión y Cena Fraterna
14.- Oración C omunitaria.
En esta noche, tan diferente de otras noches, estamos invitados con los apóstoles a la Cena del Señor. Roguémosle que sepamos conectar íntimamente con su propia actitud y disposición interior, en aquella noche antes de su pasión, y digámosle:
R/ Quédate con nosotros, Señor.
Y ahora, en voz alta o en privado abrimos nuestros corazones y alzamos nuestras oraciones.
Señor te pedimos que escuches las plegarias de nuestra comunidad, y que seamos un hogar para todas las gentes sin importar su origen o condición. En tus muchos nombres oramos.
Amen.
15.- Padre Nuestro/ Oración Crismhom
Guiados por Jesús mismo, oramos con su plegaria confiada a Dios.
Oración
Señor, Jesucristo, imploramos tu protección e intersección ante el Padre, por toda la comunidad LGTB, por todos aquellas personas que no se aceptan a sí mismas, que sufren en soledad, son perseguidas por su orientación sexual o su identidad de género y que no son comprendidas ni aceptadas en su entrono mas cercano.
Te damos gracias y te pedimos por CRISMHOM. Para que juntos construyamos tu Reino y seamos luz y faro en nuestra comunidad LGTB de Madrid. Amen
16.- Bendición.
Después de la Última Cena, Jesús fue con sus apóstoles al huerto de Getsemaní a orar, antes de que lo apresaran y comenzara así su pasión, para morir al día siguiente en la cruz. Como a los apóstoles, el Señor nos pide a nosotros también vigilar y orar con él. Que la bendición de Dios, Padre-Madre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca siempre!
Amén.
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I N T R O D U C C I Ó N
Vamos a hacer este rato de meditación y oración, trayendo ante nosotros el día de Viernes Santo, ese momento crucial en la vida de Jesús, en el que se desarrolla el drama entre el Padre y su Hijo. Jesús ha nacido para hacer la voluntad de Dios, su Padre, fuente de toda bondad y belleza. Al principio de su vida pública, la voluntad de Dios es alegre. Jesús junta a un grupo de amigos y sale a los caminos a predicar la Buena Nueva del Reino, el Evangelio de la misericordia y del perdón para todos. Y hay lirios del campo, y tesoros escondidos y perlas preciosas y bienaventuranzas aunque sean paradójicas.
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Pero poco a poco, las cosas se van torciendo y Jesús se va dando cuenta de que hay hombres que endurecen su corazón para no escucharle y de que su mensaje y su visión de Dios, provocan un enfrentamiento cada vez mayor con los guardianes de la Religión del Templo, que le va a conducir a la muerte. Y Jesús se va haciendo progresivamente consciente de esos negros presagios y la voluntad de Dios, que es amor y solo amor, se va volviendo oscura para él. Y hasta parece que el Padre Bueno se vuelve ausente en la cruz, aunque Jesús grita desde el madero su confianza en Él.
La realidad del mal
CANTO: A ti levanto mis ojos,a ti que habitas en el Cielo, a ti levanto mis ojos, porque espero tu misericordia.
Como están los ojos de los esclavos, fijos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor, esperando su misericordia
Como están los ojos de la esclava, fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de burlas, misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecio.
Nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, nuestra alma está saciada del desprecio de los orgullosos.
ORACIÓN: Jesús, hijo del Padre Bueno, ayúdanos a comprender la realidad del dolor, que se nos vuelve tan oscura, a combatir el mal en la forma en que tú lo has combatido y a vercon tus ojos de misericordia y amor a todos los que sufren. Amén.
CANTO: ¿ Hasta cuándo Señor, seguirás olvidándome?¿ hasta cuándo Señor, va a triunfar mi enemigo?
1- En Uganda, el presidente Yoweri Miseveni ha firmado una ley que aumenta las penas de prisión para los homosexuales, incluyendo cadena perpetua para los reincidentes y que castiga a familiares y allegados que no denuncien estas prácticas.
LECTURA:Lamentaciones 3, 1-9
Yo soy un hombre que ha probado el dolor bajo la vara de su cólera,/ porque me ha llevado y conducido a las tinieblas y no a la luz;/ está volviendo su mano todo el día contra mí. / Me ha consumido la piel y la carne y me ha roto los huesos;/ en torno mío ha levantado un cerco de veneno y amargura/ y me ha confinado en las tinieblas, como a los muertos de antaño. / Me ha tapiado sin salida cargándome de cadenas; / por más que grito “Socorro” , se hace sordo a mi súplica; me ha cerrado el paso con sillares y ha retorcido mis sendas.
CANTO: ¿Hasta cuándo…
2- En España, la valla que separa Marruecos de la Ciudad Autónoma de Melilla, está provista de unos objetos cortantes llamados concertinas que provocan graves lesiones en los inmigrantes africanos que, huyendo de las guerras y la miseria intentan saltarla para llegar a nuestro país.
LECTURA: Isaías II 50, 4-8 Tercer cántico del siervo
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, / para saber decir al abatido una palabra de aliento. / Cada mañana me espabila el oído, / para que escuche como los iniciados. /El Señor me abrió el oído:/ yo no me resistí ni me eché atrás:/ ofrecí la espalda a los que me apaleaban, / las mejillas a los que mesaban mi barba; / no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos. / El señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes;/, por eso endurecí el rostro como pedernal,/ sabiendo que no quedaría defraudado./ Tengo cerca a mi defensor, ¿ quién pleiteará contra mí?
CANTO: ¿Hasta cuándo…
3- En Rusia, el Presidente Vladimir Putin aprobó en junio de 2013 una ley que prohíbe la propaganda de las relaciones sexuales no tradicionales. La ley define como propaganda todas aquellas manifestaciones públicas sobre relaciones con personas del mismo sexo. Desde la aprobación de la ley, la violencia homófoba ha experimentado un crecimiento vertiginoso.
LECTURA: Salmo 13
¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome,/ hasta cuándo me esconderás tu rostro?/ ¿ Hasta cuándo he de estar cavilando/ con el corazón apenado todo el día?/ ¿ Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo?/ Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;/ sigue dando luz a mis ojos,/ líbrame del sueño de la muerte;/para que no diga mi enemigo:” Le he podido”,/ ni se alegre mi adversario de mi fracaso./ Pues yo confío en tu lealtad,/mi corazón se alegra con tu salvación/ y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
CANTO: ¿Hasta cuándo…
4- En España, según el Informe de Cáritas, el riesgo de pobreza entre los niños menores de 18 años se situó en 2012 en el 29,9%, casi 9 puntos por encima de la media de la Unión Europea.
LECTURA:Hebreos 5, 7-10
Jesús, en lo días de su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, a gritos y con lágrimas, al que podía salvarlo de la muerte; y Dios lo escuchó, pero después de aquella angustia, Hijo y todo como era. Sufriendo, aprendió a obedecer y así consumado, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que lo obedecen a él, pues Dios lo proclamó sumo sacerdote en la línea de Melquisedec.
CANTO: ¿Hasta cuándo…
5- En Siria, tras tres años de conflicto han muerto más de 150.000 personas un tercio de ellas civiles.
LECTURA: Crucifixión y muerte de Jesús según san Mateo
Por el camino se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús. Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota (o Calvario), o sea, «calavera», le dieron a beber vino mezclado con hiel. Jesús lo probó, pero no lo quiso beber.. Allí lo crucificaron y después se repartieron entre ellos la ropa de Jesús, echándola a suertes. Luego se sentaron a vigilarlo. Encima de su cabeza habían puesto un letrero con el motivo de su condena, en el que se leía: «Este es Jesús, el rey de los judíos.» También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Los que pasaban por allí lo insultaban; movían la cabeza y decían: «¡Vaya! ¡Tú que destruyes el Templo y lo levantas de nuevo en tres días! Si eres el Hijo de Dios, líbrate del suplicio y baja de la cruz.» Los jefes de los sacerdotes, los jefes de los judíos y los maestros de la Ley también se burlaban de él. Decían: «¡Ha salvado a otros y no es capaz de salvarse a sí mismo! ¡Que baje de la cruz el Rey de Israel y creeremos en él! Ha puesto su confianza en Dios. Si Dios lo ama, que lo salve, pues él mismo dijo: Soy hijo de Dios.» Hasta los ladrones que habían sido crucificados con él lo insultaban.
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde todo el país se cubrió de tinieblas. A eso de las tres, Jesús gritó con fuerza: Elí, Elí, lamá sabactani, que quiere decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo, algunos de los presentes decían: «Está llamando a Elías.» Uno de ellos corrió, tomó una esponja, la empapó en vinagre y la puso en la punta de una caña para darle de beber. Los otros le decían: «Déjalo, veamos si viene Elías a salvarlo.» Pero nuevamente Jesús dio un fuerte grito y entregó su espíritu.
En ese mismo instante la cortina del Santuario se rasgó de arriba abajo, en dos partes. La tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron y resucitaron varias personas santas que habían llegado ya al descanso. Estas salieron de las sepulturas después de la resurrección de Jesús, fueron a la Ciudad Santa y se aparecieron a mucha gente. El capitán y los soldados que custodiaban a Jesús, al ver el temblor y todo lo que estaba pasando, se llenaron de terror y decían: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.».
SILENCIO: “Erbarme dich mein Gott” (Misericordia, Señor)
ADORACIÓN DE LA CRUZ.
ORACIÓN: Señor, Dios Padre bueno, Tú que estabas sosteniendo a Jesús, tu Hijo Amado, en la oscuridad de su noche en la cruz, ayúdanos a confiar en ti en el dolor y a sostener a nuestros hermanos que sufren por Jesucristo Nuestro Señor: Amén
CANTO FINAL: Nada te turbe
“A TI LEVANTO MIS OJOS”
Texto: SALMO 121
Música: MIGUEL MANZANO
Versión Original.
Intro: mim la mim
lam7 RE7 SOL7+ mim
A ti levanto mis ojos, __
lam6 SI7 mim
a ti, que habitas en el cielo,
lam7 RE7 SOL7+ mim
a ti levanto mis ojos, __
lam6 SI7 mim
porque espero tu misericordia.
mim lam6
1. Como están los ojos de los esclavos
SI7 mim
fijos en las manos de sus señores,
FA#7
así están nuestros ojos en el Señor
SI7 mim
esperando su misericordia.
2. Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de sus señora,
así están nuestros ojos en el Señor,
esperando su misericordia.
3. Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de burla,
misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecio.
4. Nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos;
nuestra alma está saciada
del desprecio de los orgullosos.
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Crismhom - ICM Pan de Vida Sabado 8 de Noviembre 2014 Culto Ecuménico de la Palabra: La casa de mi amigo
.- Introducción al culto y preludio.
(Celebrante)Los cristianos construimos templos para dar culto a Dios. Pero esos templos no tienen sentido si no apuntan hacia el Cuerpo de Cristo animado por su Espíritu. Dios está presente, en primer lugar, allí donde está el pueblo cristiano reunido con su fe, esperanza y amor. Nosotros somos la Iglesia, y por la gracia de Dios nosotros hacemos la Iglesia; somos sus piedras vivas para la construcción. Cuando venimos al templo, expresamos que somos el nuevo pueblo vivo de Dios que construye nuestras vidas en Cristo.
Recordar, hermanos y hermanas, que este lugar es santo, porque el Señor está aquí con nosotros. Recordemos que nosotros mismos estamos llamados a ser santos ya que somos templo de Dios. Que el Señor, Jesús, esté siempre con vosotros. (Todos/as) Y con tu espíritu.
2.- Invocación.
(C) Te alabamos y te bendecimos, Dios de Vida.
(T) Bendícenos con tu presencia cada día de nuestra vida.
(C) Te vimos y te sentimos en la historia, siempre cercano a tu pueblo.
(T) Dios, esté presente en nuestras historias, en nuestras comunidades, haciéndote parte de nuestras vidas.
(C)Con amor y misericordia cuidaste, condujiste, animaste y sostuviste a tus hijos e hijas por muchas generaciones.
(T) Cuídanos y anímanos también a nosotros, úsanos para hacer visible tu paz, justicia y verdad.
(C)Sabemos que nos amas, y que gracias a ti, nuestras faltas son perdonadas. Enséñanos a servirte a ti y a la gente desde lo profundo de nuestros corazones.
(T) Gracias por el sacrificio que has hecho por nosotros, Señor. En ti somos perdonados y nos salvamos.
(C) Pidámosle a Dios fortaleza para continuar mejorando en el camino de nuestra vida cristiana. (breve silencio)
3.- Himno
4. Salmo 45
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe.
5.- La Palabra. (lectores/as)
1ª Lectura: Ezequiel (47,1-2.8-9.12)
(Lector/a) Palabra de Dios. (Todos/as) Te alabamos, Señor.
2ª Lectura:Corintios (3,9c-11.16-17)
(L) Palabra de Dios. (T) Te alabamos, Señor.
Evangelio:Juan (2,13-22)
(L) Palabra del Señor. (T) Gloria a Ti, Señor Jesús.
6.- Reflexión y Ecos de La Palabra. (entre todos/as)
*Abrimos un espació de silencio y reflexión para que todos juntos y de forma breve podamos compartir lo que las lecturas de hoy nos inspiran.
7.- Confesión de Fe.
(Compendio en Credo Apostólico de M.L.)
(C)Tras escuchar la Palabra, y a quien le sea posible, puestos en pié confesemos nuestra fe.
(T) CREO que Dios me ha creado a mi juntamente con las demás criaturas... Por tanto, estoy obligado a darle gracias por todo, ensalzarle, servirle y obedecerle.
(T) CREO en Jesucristo, verdadero Dios, engendrado del Padre en la eternidad... que me ha redimido a mí.
(T) CREO que el Espíritu Santo me ha iluminado en sus dones y me ha santificado y guardado mediante la verdadera fe... Esto es ciertamente la verdad. Amen.
8.- Doxología.
(C) Te damos gracias siempre y en todo lugar, Dios todopoderoso...
9.- Acción de Gracias.
(C)San Pablo, en su Primera epístola a los Tesalonicenses (1 Tes. 5:18), nos dice lo siguiente: “Manteneos en constante acción de gracias, porque esto es lo que Dios quiere de vosotros como cristianos.” Sumándonos a lo que nos enseña San Pablo, abrimos un espacio para dar gracias en voz alta por todo lo que Dios a obrado en nuestras vidas.
10.- La Paz.
11.- Comunión Espiritual.
*Cada uno de forma individual y en silencio puede recitar esta oración u otra personal.
Creo, Jesús mío, que estás en el Sacramento de la Eucaristía: Te amo y deseo. Ven a mi corazón. Te abrazo; no te apartés nunca de mí. Amen.
12.- Peticiones Universales.
(C) Oremos a Jesús, Señor nuestro...
(C)…En tus muchos nombres oramos. (T) Amen.
13.- ???? ?? Padre Nuestro ?? ?? ?? (entre todo/as)
(T) Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros, venga tu reino; hágase tu voluntad; así en la tierra como en el cielo. El pan, danos hoy, nuestro pan de cada día; perdónanos nuestras ofensas, así como nosotros, perdonamos a quién nos ofende. Y no nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal, Amén. Y tuyo, es el reino, y el poder. La gloria, es tuya, eternamente. Amén.
14.- Avisos.
15.- Oración Comunitaria. (entre todo/as)
(T) Señor Jesucristo, imploramos tu protección e intercesión ante el Padre por toda la comunidad LGTB, por todas aquellas personas que no se aceptan a sí mismas, que sufren en soledad, son perseguidas por su orientación sexual o su identidad de género y que no son comprendidas, ni aceptadas en su entorno más cercano. También te damos gracias y te pedimos por Crismhom y por ICM Pan de Vida, para que juntos construyamos tu Reino y seamos luz y faro en nuestra comunidad LGTB de Madrid. Amén.
16.- Bendición final. (entre todo/as)
(T) Que el Señor nos bendiga y nos guarde, nos muestre su Rostro, tenga misericordia de nosotros y nos conceda la paz. Amen.
Esta celebración de la palabra tuvo lugar el sábado 10 de enero de 2015 a las 20:30h en Barbieri 18. Es una celebración preparatoria de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que tendrá lugar del 18 al 25 de enero. Contó con la presencia de Juan Larios, pastor de la Comunidad Cristiana La Esperanza de Alcorcón, perteneciente a la IERE (Iglesia Española Reformada Episcopal de comunión Anglicana). Esta comunidad recibió el premio Arco Iris CRISMHOM 2013, por su carácter inclusivo acogedor y abierto a la realidad LGTB.
Viaje, sol abrasador, cansancio, sed … «Dame de beber». Este es el deseo de todo ser humano. Dios, que se hace hombre en Cristo (Juan 1, 14) y se vacía a sí mismo para compartir nuestra humanidad (Filipenses 2, 6-7), es capaz de decirle a la mujer samaritana: «Dame de beber» (Juan 4, 7). Al mismo tiempo, este Dios que sale a nuestro encuentro nos ofrece el agua viva: «el que beba del agua que yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed sino que esa agua se convertirá en su interior en un manantial capaz de dar vida eterna» (Juan 4, 14). Consejo Nacional de Iglesias Cristianas de Brasil (CONIC)
Celebración de la palabra
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
Viaje, sol abrasador, cansancio, sed … «Dame de beber». Este es el deseo de todo ser humano. Dios, que se hace hombre en Cristo (Juan 1, 14) y se vacía a sí mismo para compartir nuestra humanidad (Filipenses 2, 6-7), es capaz de decirle a la mujer samaritana: «Dame de beber» (Juan 4, 7). Al mismo tiempo, este Dios que sale a nuestro encuentro nos ofrece el agua viva: «el que beba del agua que yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed sino que esa agua se convertirá en su interior en un manantial capaz de dar vida eterna» (Juan 4, 14).
Canto: Busca el silencio, ten alerta el corazón, calla y contempla.
INTRODUCCIÓN
M: En el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea luz y paz.
C: Amén.
M: Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre del Señor.
C: Sea el nombre del Señor bendito desde ahora y para siempre.
M: ¡Oh Dios, cuyo nombre es bendito desde la salida del sol hasta su ocaso! Llena de ciencia nuestros corazones y abre nuestros labios en tu alabanza, para que como eres bendito con el debido honor por todos los siglos, así seas alabado de oriente a occidente por todas las naciones.
C: Amén.
CONFESIÓN
Canto: En mi debilidad, me haces fuerte, en mi debilidad, me haces fuerte. Sólo en tu amor, me haces fuerte, sólo en tu vida, me haces fuerte, en mi debilidad, te haces fuerte
en mí.
M: Hermanos muy amados: Reconociendo con sinceridad lo lejos que estamos de haber cumplido fielmente la voluntad del Señor, humillémonos en su presencia y con un corazón arrepentido, confesemos todas nuestras faltas, seguros de que Él escuchará nuestras súplicas.
C: Dios misericordioso; confesamos que hemos pecado contra ti, por pensamiento, palabra y obra; por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a los demás como a nostros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Ten piedad de nosotros: perdona lo que hemos sido, corrige lo que somos y dirige lo que seremos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Por Jesuscrito, nuestro Salvador. Amén.
M: Dios todopoderoso tiene misericordia de vosotros y os perdona los pecados por medio de Jesucristo; os santifica y os da la vida eterna por el poder del Espíritu Santo. Amén.
C: Dios tenga también de ti misericordia, perdone tus pecados por medio de Jesucristo y te dé la vida eterna por el poder del Espíritu Santo. Amén.
M: El Señor sea siempre con vosotros.
C: Y con tu espíritu.
Canto: En mi debilidad
LECTURAS BÍBLICAS
Efesios 4, 1-17: Yo, que estoy preso por causa del Señor, les ruego que vivan como es digno del llamamiento que han recibido, y que sean humildes y mansos, y tolerantes y pacientes unos con otros, en amor. Procuren mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Así como ustedes fueron llamados a una sola esperanza, hay también un cuerpo y un Espíritu, un Señor, una fe, un bautismo, y un Dios y Padre de todos, el cual está por encima de todos, actúa por medio de todos, y está en todos. Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado la gracia conforme a la medida del don de Cristo.
Canto: Canta aleluya al Señor, canta aleluya al Señor. Canta aleluya, canta aleluya, canta aleluya al Señor.
Juan 4, 1-42: Se enteró Jesús de que los fariseos supieron que cada vez aumentaba más el número de sus seguidores y que bautizaba incluso más que Juan, aunque de hecho no era el mismo Jesús quien bautizaba, sino sus discípulos. Así que salió de Judea y regresó a Galilea. Y como tenía que atravesar Samaría, llegó a un pueblo de esa región llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob dio a su hijo José. Allí se encontraba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca de mediodía.
Y en esto que llega una mujer samaritana a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber». Los discípulos habían ido al pueblo a comprar comida. La mujer samaritana le contesta: «¡Cómo! ¿No eres tú judío? ¿Y te atreves a pedirme de beber a mí que soy samaritana?» (Es que los judíos y los samaritanos no se trataban). Jesús le responde: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: "dame de beber", serías tú la que me pedirías de beber, y yo te daría agua viva».«Pero Señor —replica la mujer—, no tienes con qué sacar el agua y el pozo es hondo. ¿Dónde tienes esa agua viva? Jacob, nuestro antepasado, nos dejó este pozo, del que bebió él mismo, sus hijos y sus ganados. ¿Acaso te consideras de mayor categoría que él?» Jesús le contesta: «Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed; en cambio, el que beba del agua que yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed sino que esa agua se convertirá en su interior en un manantial capaz de dar vida eterna». Exclama entonces la mujer: «Señor, dame de esa agua; así ya no volveré a tener sed ni tendré que venir aquí a sacar agua».
Jesús le dice: «Vete a tu casa, llama a tu marido y vuelve acá». Ella le contesta: «No tengo marido». «Es cierto —reconoce Jesús—; no tienes marido. Has tenido cinco y ese con el que ahora vives no es tu marido. En esto has dicho la verdad». Le responde la mujer: «Señor, veo que eres profeta. Nuestros antepasados rindieron culto a Dios en este monte; en cambio, ustedes los judíos dicen que el lugar para dar culto a Dios es Jerusalén». Jesús le contesta: «Créeme, mujer, está llegando el momento en que, para dar culto al Padre, ustedes no tendrán que subir a este monte ni ir a Jerusalén. Ustedes los samaritanos rinden culto a algo que desconocen; nosotros sí lo conocemos ya que la salvación viene de los judíos. Está llegando el momento, mejor dicho, ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque estos son los adoradores que el Padre quiere. Dios es espíritu, y quienes le rinden culto deben hacerlo en espíritu y en verdad». La mujer le dice: «Yo sé que el Mesías (es decir, el Cristo) está por llegar; cuando venga nos lo enseñará todo». Jesús, entonces, le manifiesta: «El Mesías soy yo, el mismo que está hablando contigo».
En ese momento llegaron los discípulos y se sorprendieron al ver a Jesús hablando con una mujer; pero ninguno se atrevió a preguntarle qué quería de ella o de qué estaban hablando. La mujer, por su parte, dejó allí el cántaro, regresó al pueblo y dijo a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha adivinado todo lo que he hecho. ¿Será el Mesías?» Ellos salieron del pueblo y fueron a ver a Jesús.
Mientras tanto, los discípulos le insistían: «Maestro, come». Pero él les dijo: «Yo me alimento de un manjar que ustedes no conocen». Los discípulos comentaban entre sí: «¿Será que alguien le ha traído comida?» Jesús les explicó: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo sus planes. ¿No dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la cosecha? Pues fíjense: los sembrados están ya maduros para la recolección. El que trabaja en la recolección recibe su salario y recoge el fruto con destino a la vida eterna; de esta suerte, se alegran juntos el que siembra y el que hace la recolección. Con lo que se cumple el proverbio: "Uno es el que siembra y otro el que cosecha". Yo los envío a ustedes a recolectar algo que no han labrado; otros trabajaron y ustedes se benefician de su trabajo».
Muchos de los habitantes de aquel pueblo creyeron en Jesús movidos por el testimonio de la samaritana, que aseguraba: «Me ha adivinado todo lo que he hecho». Por eso, los samaritanos, cuando llegaron a donde estaba Jesús, le insistían en que se quedara con ellos. Y en efecto, se quedó allí dos días, de manera que fueron muchos más los que creyeron en él por sus propias palabras. Así que decían a la mujer: «Ya no creemos en él por lo que tú nos has dicho, sino porque nosotros mismos hemos escuchado sus palabras, y estamos convencidos de que él es verdaderamente el salvador del mundo».
CREDO APOSTÓLICO
M: Hermanos, confesemos nuestra fe.
C: Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra del Espíritu Santo; nació de María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos; está sentado a la diestra de Dios, Padre todopoderoso; de donde ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo; en la santa Iglesia Universal, la comunión de los santos, el perdón de los pecados; la resurrección de la carne; la vida eterna. Amén.
M: El Señor sea siempre con vosotros.
C: Y con tu espíritu.
PREDICACIÓN
TIEMPO DE ORACIÓN
ORACIÓN DEL SEÑOR
Padre nuestro, que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánolo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal, porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Canto: Qué te puedo dar ¿Qué te puedo dar que no me hayas dado Tú? ¿Qué te puedo decir que no me hayas dicho Tú? ¿Qué puedo hacer por ti? Si yo no puedo hacer nada, si yo no puedo hacer nada si no es por ti, mi Dios.
Todo lo que sé, todo lo que soy, Todo lo que tengo es tuyo. (bis)
OFRENDA: rito de entrada de nuevos socios
RITO DE LA PAZ
ANUNCIOS
BENDICIÓN
M: En el nombre de Jesucristo, nuestro Señor, terminemos con paz. La iglesia del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo, sea con todos vosotros Amén.
Canto despedida: Llevad la buena noticia, a todo ser que respira y decidles que la paz está dentro de sus vidas, y que ellos paz serán si desparraman amor, a todos los hombres que encuentren, por esos caminos de Dios...
INTRODUCCIÓN VIERNES SANTO 2015
Esta celebración de Viernes Santo, he querido que fuese una oración eminentemente contemplativa, de silencio y meditación ante el misterio del dolor. También de adoración silenciosa de nuestro Dios, que ha querido compartir con nosotros todas las tragedias. Para ello, he elegido una travesía por varios autores del siglo XX, músicos y poetas no necesariamente cristianos, pero que han gritado a Dios, como Jesús en la cruz.
El primero es Francis Poulenc, un músico francés, este sí, cristiano, con el sobrecogedor comienzo de su Stabat Mater. El segundo es Paul Celan, un poeta judío de habla alemana, poeta suicida, que grita a Dios todo el horror del Holocausto. Vamos a escuchar también a Job, que litiga incansablemente contra Dios, porque sabe que el daño que sufre no es fruto de su pecado. Y también una saeta del pueblo gitano, un pueblo que a lo largo de la Historia ha sufrido todo tipo de discriminaciones. Escucharemos también a George Trakl, poeta austriaco, drogadicto, atormentado por el amor incestuoso por su hermana, que se suicidó ante la visión de los horrores del frente en la Primera Guerra Mundial. Y por supuesto, escucharemos la voz de Jesús en su Pasión.
Como cristianos, sabemos que la única respuesta que Dios da al dolor del ser humano, es la entrega a ese mismo sufrimiento por amor. Y que la gloria de Dios, que atraviesa la muerte, se revela al tercer día en resurrección de la carne herida.
A D O R A C I Ó N D E L A C R U Z
STABAT MATER ( F. Poulenc )
Stabat mater dolorosa Estaba la madre dolorosa
Justa crucem lacrimosa junto a la cruz llorosa
Dum pendebat filius de la que pendía su hijo.
TENEBRAE
Estamos próximos, Señor,
próximos y apresables.
Ya apresados, Señor,
Uno en otro enzarzados, como
si la carne de cada uno de nosotros fuese
tu carne, Señor.
Ora, Señor,
invócanos,
estamos próximos.
Ladeados por el viento íbamos,
caminábamos para inclinarnos
sobre la zanja y la oquedad.
Al abrevadero íbamos, Señor.
Era sangre, era
lo que tú has derramado, Señor.
Brillaba.
Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor.
Los ojos y las bocas tan abiertos están, tan vacíos, Señor.
Hemos bebido, Señor,
la sangre con la imagen que en ella estaba.
Ora, Señor.
Estamos próximos.
Paul Celán
SILENCIO ( 10 minutos )
Jesús llegó con sus discípulos a un huerto que llamaban Getsemaní, y les dijo:
- Sentaos aquí, mientras yo me voy allí a orar.
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo:
- Me muero de tristeza. Quedaos aquí y estad en vela conmigo.
Adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar diciendo:
- Padre mío, si es posible, que se aleje de mí ese trago. Sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.
Mateo 26, 36-39
SILENCIO (10 minutos )
“ …Una sombra soy yo lejos de oscuras aldeas.
Silencio de Dios
Bebí en la fuente del bosque.
Frío metal huella mi frente.
Arañas buscan mi corazón.
Hay una luz que se apaga en mi boca…”
George Trakl
SILENCIO ( 10 minutos )
Vivía yo tranquilo cuando me trituró
me agarró por la nuca y me descuartizó, hizo de mí su blanco:
cercándome con sus saeteros
me atravesó los riñones sin piedad y derramó por tierra mi hiel,
me abrió la carne brecha a brecha
y me asaltó como un guerrero.
Me he cosido un sayal sobre el pellejo
y he hundido en el polvo mi hombría;
tengo la cara enrojecida de llorar
y la sombra me vela los párpados;
aunque en mis manos no hay violencia
y es sincera mi oración.
Job 16, 12-17
SILENCIO( 10 minutos )
SAETA AL CRISTO DE LOS GITANOS
¿Quién me presta una escalera para subir al madero
Para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?
Al llegar el mediodía toda aquella tierra quedó en tinieblas hasta media tarde. A media tarde gritó Jesús muy fuerte:
- Eloí, Eloí lemá sabaktani ( que significa: “ Dios mío, Dios mío ¿ por qué me has abandonado?”)
Algunos de los presentes, al oírlo,decían:
- Mira, está llamando a Elías.
Uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña y le dio de beber diciendo:
- Dejadlo, a ver si viene Elías a descolgarlo.
Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró, y la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.
El capitán, que estaba frente a él, al ver que había expirado dando aquel grito, dijo:
- Verdaderamente este hombre era hijo de Dios.
Marcos 15, 33-39
SILENCIO( 10 minutos )
PADRE NUESTRO
CANTO FINAL: Nada Te Turbe
( 4 veces )
El sábado 9 de enero tuvo lugar esta celebración de la palabra conducida por Jesús. Se celebró en torno al bautismo de Jesús. Herman@s, Sed bienvenidos a esta celebración de oración, de acción de gracias y de alabanza al Señor, por el año que empezamos 2016. Juntos en nuestra casa común, en la comunidad, queremos decir a Jesus encarnado todo nuestro amor toda nuestra gratitud, nuestra acción de gracias y alabanza por el don de la vida y cuantas gracias recibiremos durante este año. También queremos pedirle perdón al Señor, pues no siempre corresponderemos a su gran amor, y reconocemos que necesitamos su misericordia.
En este camino cuaresmal, hoy nos reunimos como comunidad para recibir la fuerza de Jesús. Una fuerza que se manifiesta en nuestra debilidad, que nos levanta y nos grita ¡VIVE!, la fuerza de su amor que nos posibilitará celebrar las fiestas de la Pascua, donde junto a toda la Iglesia reconoceremos a Cristo vivo y resucitado en su palabra y en la fracción del pan, proclamaremos nuestra fe en la Resurrección y renovaremos nuestras promesas bautismales, por las cuales estamos llamados y posibilitados a vivir como hombres y mujeres nuevos.Vivamos con ilusión esta celebración, en la cual por el sacramento del perdón, seremos reconciliados con Dios y con nuestros hermanos.
canto
saludo del celebrante
La gracia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor, que se entregó a SÍ mismo a la muerte, por nuestros pecados, este con todos vosotros.
Y con tu espíritu
oración
Cel.: Oremos hermanos y hermanas, para que con Dios, que nos llama a la conversión, nos conceda la gracia de una verdadera y fructuosa penitencia.
(Todos oran durante algunos momentos. Luego, el sacerdote recita la siguiente plegaria.)
Cel.: Dios Padre Bueno, que nos has reunido en nombre de tu Hijo para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie. Abre nuestros ojos para que descubramos el mal que hemos hecho; mueve nuestro corazón, para que, con sinceridad, nos convirtamos a ti; para que, restaurado tu amor en nosotros, resplandezca en nuestra vida la imagen de tu Hijo que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén
Canto
Liturgia de la palabra
Lectura del Santo Evangelio según S. Juan.
En aquel tiempo Jesús se retiró al monte de los olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo y todo el pueblo acudía a Él y sentándose, les enseñaba.
Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y colocándola en medio, le dijeron: - Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en fragante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú ¿qué dices?
Le preguntaron esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo. – El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra. E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo unos a uno, empezando por los más viejos, hasta el último. Y quedó solo Jesús y la mujer en medio, de pie. Jesús se incorporó y le preguntó: - Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿Ninguno te ha condenado?
Ella contestó: - Ninguno Señor.
Jesús dijo: - Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más.
Palabra del Señor
homilía
confesión general de los pecados
Cel.: Recordando hermanos y hermanas la bondad de Dios, nuestro padre, confesemos como comunidad nuestros pecados.
Señor, como miembro de esta comunidad, te pido perdón por mis pecados personales. Los que cometí de pensamientos, sentimientos, emociones, actos; todas las cosas erradas que hice.
Te pido perdón, Señor, por todas las palabras erradas que dije, palabras falsas, ofensivas, que hirieron a nuestras hermanas y hermanos y que no fueron convenientes.
Te pido perdón por todas mis omisiones; por todas las cosas que debía hacer y no hice, por no haber orado como debía, por no interceder cómo debía, por no vigilar cómo debía, por no hablar cuando debía, por no callarme cuando debía,… finalmente Señor, todas mis omisiones.
Te pido perdón por toda mi malicia, maldad, falsedad, hipocresía… de todo mi pecado, Señor. Tú sabes de la sinceridad de mi corazón.
Digo sinceramente, delante de Ti: rompo con el pecado. No quiero pecar, Señor. Digo “no” al pecado.
Ahora asumo la autoridad espiritual que no es mía, pero que tú me diste, sobre mi comunidad. Asumiendo esta autoridad espiritual, digo:
Perdón Señor, por los pecados de la comunidad que me diste. Los asumo sobre mí, como tú asumiste sobre ti los pecados de tu pueblo y los de la familia, que el Padre te dio. Tú fuiste hasta la cruz y derramaste Tu Sangre por esta familia.
Señor, te pido perdón por todos los pecados de pensamientos, de juicios, de palabras, de sentimientos, de emociones que – por mi culpa o sin mi culpa –mi comunidad cometió.
Te pido también perdón por todas las omisiones de mi comunidad. Por todo aquello que mis hermanas y hermanos queridos, hicieron ofendiendo tu Corazón, disgustando e hiriendo a los demás.
Hoy rompemos con el pecado, ya no queremos seguir este camino. Yo y mi comunidad, ya no queremos ser una “hija apóstata”. Ya no queremos quedarnos vagando por caminos errados, por los caminos de la tentación, resbalando en el pecado y dando apertura a él.
Sabemos de nuestra fragilidad, Señor, pero firmes en la fe, firmes en tu poder, en el poder de tu cruz, hacemos esta proclamación: “Mi comunidad y yo rompemos con el pecado”. Mi Señor y mi Dios, lávanos ahora con tu Sangre preciosa. Lava toda mi comunidad a todos aquellos que bondadosamente me diste.
Amén
padre Nuestro (cantado)
Oh Dios, que has dispuesto los auxilios que necesita nuestra debilidad: Concédenos recibir con alegría los frutos de tu perdón y mantenerlos con una vida santa.
confesión y absolución individual
Soy pecador
Soy pecador Señor y vengo ante Ti porque tienes manos que levantan, ojos que atraen y acogen, palabras que regeneran. Señor vengo ante Ti con la alegría de quien puede confiar y salir del frío de la noche. Vengo ante Ti Señor porque tengo donde arrojarme, donde cobijarme, tengo una casa donde entrar, un Dios que me vuelve feliz. Porque puedo volver a decir: «Padre no soy digno, pero regreso para decirte de nuevo: ¡Padre!»
(Canto y tiempo de silencio)
¿Dónde estás?
Señor, como siempre tomé el camino fácil y corrí a esconderme entre los árboles, lejos de tu vista, lejos de la verdad. Pero sonaron tus palabras en el silencio de mi corazón cansado. -¿Dónde estás? -Estoy aquí, Señor. Fui donde Tú me dijiste que no entrara; fui para levantarme un pedestal y hacerme yo mismo dios. Fui y sólo tengo vacías las manos. Pero Tú has vuelto a hablar y has ido a buscarme. Aquí estoy Señor, de vuelta, para ir donde Tú me mandes y hacer caminos nuevos porque hoy reconozco que Tú eres mi Dios y mi Señor.
(Canto y tiempo de silencio)
Acéptanos como somos
No has venido, Señor, para juzgar, sino para buscar lo que estaba perdido; para liberar a quien está aprisionado por la culpa y el temor, y para salvarnos, cuando el corazón nos acusa. Acéptanos como somos: con nuestro pasado de pecado y lo del mundo, con nuestra infidelidad al amor actual. Tú eres mayor que nuestro corazón y nuestra maldad e infidelidad. Tú eres el creador de un futuro nuevo, un Dios de amor hasta la eternidad. Acéptanos, Dios, como somos.
(Canto y tiempo de silencio)
Desde el desierto
Señor, desde el desierto de nuestras tentaciones elevamos nuestro corazón para que nos eches una mano. Sentimos hambre de tener cosas y más cosas, ayúdanos a alimentarnos del pan de tu Palabra para que te sintamos cerca. Sentimos también el deseo de mandar sobre los demás. Danos tu Espíritu que nos haga capaces de servirte sólo a Ti y a los que están cerca de nosotros con un corazón nuevo. Muchas otras veces queremos destacar, ser los mejores. Danos la humildad de Jesús, sentirnos pequeños, entre tus manos, acompañados por tu presencia en este lugar de desierto.
(Canto y tiempo de silencio)
Danos tu luz
Señor Jesús, danos tu luz que romperá la noche de nuestros miedos, de nuestras mentiras y engaños. Cuenta con nosotros. Ayúdanos a ver las cosas con tu mirada, a hablar a los que nos rodean con tu verdad y amar a todos con tu amor. Quita la venda de nuestros ojos y haz que abracemos tu luz, que caminemos con ella y hacia ella.
(Canto y tiempo de silencio)
Hombres nuevos
Señor, haz de mí una persona nueva que no tenga un corazón de piedra, sino de carne; que no quiera acaparar, sino compartir; que no quiera ser servido, sino servir; que no desee aparentar, sino ser; que no siembre discordia, sino paz; que no viva para mí mismo, sino para los demás; que no me fíe tanto de mí, y mucho más de ti; que no vea primero el pecado ajeno, sino el mío; que no me empeñe tanto en evidencias, sino en confiar en Ti. Señor, haz de mí una persona nueva.
(Canto y tiempo de silencio)
acción de gracias por la misericordia de dios
El Señor esté con vosotros ---- Y con tu espíritu
Levantemos el corazón ----Lo tenemos levantado hacia el Señor
Demos gracias al Señor nuestro Dios -----Es justo y necesario
En verdad es justo y necesario darte gracias, Señor, Padre santo,
porque no dejas de llamarnos a una vida plenamente feliz.
Tú, Dios de bondad y misericordia,
ofreces siempre tu perdón y nos invitas a recurrir confiadamente a tu misericordia.
Muchas veces hemos quebrantado tu alianza;
pero Tú en vez de abandonarnos, has sellado de nuevo con la familia humana,
un pacto tan sólido, que ya nada lo podrá romper.
Y ahora, mientras ofreces a tu pueblo un tiempo de gracia y reconciliación,
lo alientas en Cristo para que vuelva a ti,
obedeciendo más plenamente al Espíritu Santo
y se entregue al servicio de todos los hombres y mujeres.
Por eso, llenos de admiración y agradecimiento por la reconciliación,
unimos nuestras voces a las de los coros celestiales para cantar la grandeza de tu amor
y proclamar la alegría de nuestra salvación.
rito de conclusión
El Señor esté con vosotros - Y con tu espíritu
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros y os acompañe siempre. - Amén
El Señor nos ha perdonado. Podéis ir en paz -Demos gracias a Dios.
Intención de oración del mes de Noviembre
(02 de noviembre, conmemoracion de los fieles difuntos)
Padre Amado: Te pedimos por todos aquellos que ya no están entre nosotros en esta vida terrenal y que disfrutan de tu compañía. Te pedimos por todos sus familiares para que sepan entender que sus seres queridos estan junto a ti. Porque creemos en la resurección de los muertos, acógelos en ti.
(15 de noviembre, Día de oración por la LGTBfobia)
Te pedimos Señor por el colectivo LGTB. Que no haya más odio, desprecio y agresión por parte de aquellas personas que no sienten y aman la diverdidad. Te pedimos Señor, que no haya mas LGTBfobia y todos los seres humanos, que son hijos tuyos, sean aceptados, respetados y comprendidos dentro de la diversidad sexual y de género.
Intención de oración del mes de enero
Oración Por la paz en el mundo
Señor te pedimos en este año que comienza porque todos los hermanos de todos los países nos unamos y reine la paz que tu quieres en el mundo!!
Oración por la unidad de los cristianos
Señor te pedimos también por la unión de los cristianos porque unidos seamos la luz del mundo que tu quieres que seamos.
Oración Por la jucticia social
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” Te pedimos Padre, porque todo hombre y mujer, tengamos actos de Amor hacia nuestro prójimo. Así él estará bien y nuestro acto de amor, será un acto de justicia.
Oración por el tiempo de cuaresma
Te pedimos Señor que el espíritu Cuaresmal nos convierta a Ti y encontremos la plena comunión Contigo. Sólo en Ti está la dicha y la felicidad del hombre, la vida, la esperanza, la paz y el amor.
INTENCIONES DE ORACIÓN DE MARZO 2018
Señor, cambia nuestra mirada y nuestros corazones para que hombres y mujeres nos sintamos libres de reconocer y expresar nuestra vulnerabilidad y nuestra interdependencia y disfrutemos compartiendo el cuidado de las personas y de la creación para transformar así la sociedad y el planeta en un espacio de ternura, paz, fraternidad y sororidad.
Señor, que la celebración de tu Pascua nos llene de la verdadera alegría, la que nace de la vida de tu Espíritu en nosotros, la que nos hace reconocer que "cuando lo importante es amar, y amar al estilo de Dios, todo es extraordinario, especialmente lo cotidiano" (Javier Garrido).
Como los discípulos reunidos en oración, en comunión con María, también nosotros queremos recibir este Don de lo alto, el Espíritu Santo, que es por excelencia el Don de la Pascua.
Cristo resucitado se hace presente en medio de nosotros y nos acompaña en nuestro caminar. Pedimos al Espíritu Santo que sane nuestra incapacidad de percibirle vivo y presente en todos los acontecimientos de nuestra vida.
Por las personas que están sin trabajo
Te pedimos Señor, por todas aquellas personas que están buscando un trabajo y que seguramente están en momentos de dificultades económicas por causa del desempleo.
Ábreles una puerta a la esperanza y concédeles la gracia de encontrar un trabajo digno, que llene sus vidas y puedan ganarse “ el pan nuestro de cada día”.
Esta sección recoge oraciones según el método de la "Lectio Divina" que se explica a continuación. Para encontrar oraciones particulares siguiendo este método pulsa aquí o vete al final de este artículo.
Lectio Divina
Algunas veces se ha complicado demasiado la oración; otras veces se convierte en una búsqueda individual o comunitaria de búsqueda de sentimientos o de una paz transitoria. Las primeras comunidades cristianas tenían una forma muy sencilla, a la par que práctica de oración: la “lectio divina”. Por eso os quiero sugerir este modo práctico y sencillo de vida espiritual, basado en la Palabra de Dios. Si nos comprometemos a perseverar en él con determinación, será para ti un camino de crecimiento en la fe y en la oración de cada día.
El tiempo de la “lectio divina”, es un momento de confrontarse personalmente con Dios. Es hacer de tu vida una prolongación de esa Palabra que es escuchada, interiorizada y orada. El sentido de la “lectio divina” es llevar al creyente a la experiencia de Dios. Si uno lee la Palabra movido por el mismo Espíritu que la inspiró, esa Palabra leída, medita e interiorizada conduce a la oración, que es trato de amistad con Dios, y transforma la vida.
Diversos Pasos (sólo son orientativos)
1) Invoca al Espíritu Santo para que te ilumine y descendiendo a ti, te haga comprender su Palabra en la hondura de la fe. NO se trata de que la Palabra te diga lo que necesitas oír, sino que te dejes envolver por ese Espíritu del que la Palabra es cauce. Por eso invocando al Espíritu estás diciendo a tu corazón que se ponga a la escucha de una Palabra que te lleva a un camino desconocido, pero en la seguridad de la fe, de que estás siempre en manos de un Dios que es todo amor. Ponte alerta, invoca con fuerza, con intensidad al Espíritu, que te hará llegar a la hondura de esa Palabra material, escrita, que tienes delante de tus ojos. NO es una Palabra muerta, sino que el Espíritu hará que se convierta para ti en fuente de vida y esperanza.
Te sugiero por si te ayuda esta oración: “Abba, Padre bueno, que eres la luz y la vida, abre mis ojos y mi corazón para que pueda penetrar y comprender tu Palabra.
Envía al Espíritu Santo, al Espíritu de tu Hijo Jesús, para que acoja dócilmente tu Verdad.
Concédeme un ánimo abierto y generoso, para que dialogando contigo pueda conocer y amar a tu Hijo Jesús para mi salvación y pueda testimoniar tu Evangelio a todos mis hermanos.
Te lo pido por Jesucristo, nuestro Señor.
2) Leer la Palabra atentamente y con atención tratando de que llegue al corazón. Este es el momento de perder el tiempo leyendo, sin cansarse, una y otra vez. NO tengas prisa por terminar el texto. Lee, una y otra vez, tres, cinco, diez, hasta que mueva el corazón. Lee incluso en voz alta. La lectura de la Palabra se hace con la certeza de estar escuchando a Alguien: la persona viva que te habla es el mismo Jesús. Subraya aquella palabra o frase que más te llegue. La Biblia es un libro para no pasar corriendo, dedícate a ello sin prisas, sin querer terminar la lectura. Lee desde el corazón. Subraya aquellas palabras o frases que más te llegan, que te mueven, y vuélvelas a leer, reléelas.
3) Medita la Palabra de Dios. Busca el sabor de la Palabra, cierra los ojos y contrasta el texto con tu vida. Plantéate algunas preguntas. ¿Qué dice el texto? ¿Qué me dice? La Biblia no es una Palabra extraña, sino una Palabra que toca lo más hondo de nuestro corazón, como si se tratase de sentimientos que forman nuestro propio ser. La Biblia es como una partera, que saca de nosotros aquello que Dios ha puesto en lo más íntimo de nuestro corazón. Detente en los distintos personajes, mira que tienen que ver contigo. Trasládate a su mundo, y después tráelos al tuyo. Déjate interpelar por la Palabra; no tengas miedo si acusa tus pecados, si te mueve a cambiar de vida. Confía en Dios, que te llama a una vida nueva, pero una vida de felicidad, de confianza total en ÉL.
4) Orar la Palabra de Dios. Orar es decir sí a Dios, a su voluntad sobre nosotros. Orar es pedir fuerzas cuando nos puede el desaliento, cuando vemos nuestras pocas fuerzas. Orar es pedir perdón, porque no vivimos según esa Palabra. Orar es poner nuestra vida en manos de Dios, sabiendo que nuestra conversión sólo depende de su gracia.
5) Contempla la Palabra. La contemplación es un don del Espíritu que brota de la experiencia de la lectura de la Palabra bien hecha. Es un momento pasivo de intimidad en que la acción corresponde a Dios. Contemplar es olvidar los detalles para llegar a lo esencial. Ya no hacen falta las palabras; es dejar que Dios actúe en nosotros. La contemplación es mirar con agradecimiento, con admiración, en silencio, el misterio de Dios-Amor. En este punto tus situaciones personales pasan a segundo plano y la experiencia objetiva de la contemplación te llevará necesariamente a la praxis, ala evangelización, a la caridad del servicio.
6) Lleva la Palabra a la vida. No te quedes en consideraciones abstractas que no valen para nada. Toma compromisos concretos, aunque te duela. Busca una frase que te acompañe toda la semana. Es el momento de vivir aquello que Dios ha puesto en tu corazón en este rato que has pasado en diálogo con ÉL.
Y no olvides nunca que lo más importante en la oración es la perseverancia. La oración cuesta, se nos hace pesado, nos dormimos y aburrimos. Por eso el perseverar es fundamental, pues nos jugamos mucho en ese dialogo, amoroso y sencillo con Dios. Jesús pasaba muchas noches dedicado a la oración. A lo largo de los siglos muchos seguidores y seguidoras de Jesús han dedicado su vida a la oración, una oración que transformo sus vidas y el mundo.
27/11/2011: Primer domingo de Adviento.
04/12/2011: Segundo domingo de Adviento.
11/12/2011: Tercer domingo de Adviento.
18/12/2011: Cuarto domingo de Adviento: pronto vendrá el Señor y veréis su gloria.
01/01/2012: Santa María Madre de Dios.
08/01/2012: Bautismo del Señor.
15/01/2012: Segundo domingo del tiempo ordinario.
22/01/2012: Tercer domingo ordinario.
20/01/2012: Cuarto domingo del tiempo ordinario.
05/02/2012: Quinto domingo del tiempo ordinario.
12/02/2012: Sexto domingo del tiempo ordinario.
19/02/2012: Séptimo domingo del tiempo ordinario.
01/03/2012: Primer domingo de cuaresma.
04/03/2012: Segundo domingo de Cuaresma.
11/03/2012: Tercer domingo de Cuaresma.
Esta página contiene la Lectio Divina con reflexiones escritas por el Reverendo D. Mariano Perrón, sacerdote católico de la archidiócesis de Madrid. Mariano Perrón es entre otras cosas licenciado en filosofía y teología por la Universidad Pontificia Comillas, ha sido delegado diocesano y episcopal para ecumenismo y relaciones interconfesionales de la diócesis de Madrid durante 38 años y notario de matrimonios mixtos interconfesionales. La versión en inglés de esta Lectio Divina es publicada por la American Bible Society.
A veces son las opiniones políticas o la orientación religiosa e incluso cristiana, o la situación matrimonial o afectiva… Por las razones que sean, todos tendemos a crearnos nuestros propios “pecadores públicos oficiales”, aquellos a los que menospreciamos o evitamos. Seamos sinceros e intentemos identificarlos y las razones por las que los miramos con espíritu de superioridad. ¿Hay alguna manera de vencer esos sentimientos, de convertirnos en signos de reconciliación? ¿Qué pasos tendríamos que dar para “compartir nuestra mesa” con ellos?
3 de Noviembre de 2013
Trigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario
HOY HA LLEGADO LA SALVACIÓN A ESTA CASA …
Lucas 19:1-9
Otras lecturas: Sabiduría 11:22 – 12:1; Salmo 145:1-2, 8-9, 10-11, 13, 14;
2 Tesalonicenses 1:11 -2:2
Lectio:
“Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén” (Lucas 9:51)… Esas eran las palabras que señalaban el comienzo del largo viaje de Jesús que terminará inmediatamente después de su encuentro con Zaqueo. Y las últimas palabras de esta sección son sumamente significativas: “El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (19:10). A partir de este momento, en que “Jesús siguió su viaje a Jerusalén” (19:28), el resto de su misión se desarrollará en la ciudad santa. Su ascensión, cuando “fue llevado al cielo” (24:51), significará el cumplimiento de todas las promesas de salvación para su pueblo y para todas las naciones.
Curiosamente, el pasaje de hoy tiene también una conexión muy importante con el que leíamos la semana pasada. En ambos casos, encontramos a un personaje que encarna lo más opuesto al “pueblo santo” de Israel: un “jefe de recaudadores”, un pecador público, despreciado por cooperar con los romanos, inclinado al cohecho y la extorsión, alguien cuya compañía evitaba cualquier judío piadoso y observante de la Ley. El personaje que veíamos el domingo pasado no se atrevía a “levantar los ojos al cielo” (Lucas 18:13). Por el contrario, Zaqueo intentará ver a Jesús, aunque eso signifique trepar a un árbol, ya que la multitud y su corta estatura le impiden alcanzar a ver al Señor. Fuera por pura curiosidad o porque tenía la intuición de que Jesús podría realizar algo importante en su propia vida, el hecho es que no sólo pudo ver a Jesús, sino que también él “fue visto” y se encontró con el compromiso inesperado de tener que ser su anfitrión.
Tal como había sucedido cuando a Jesús le ungió los pies la mujer pecadora en casa de Simón e fariseo, el hecho de entrar en casa de Zaqueo provoca una reacción entre la multitud. En aquel otro caso, su silenció arrojaba la sombra de la duda sobre su condición de “hombre de Dios”: “Si este hombre fuera de veras un profeta… (Lucas 7:39). En esta ocasión, “todos comenzaron a criticar a Jesús”: entrar en casa de un pecador implica aceptar y compartir la condición pecaminosa del anfitrión. Sin embargo, lo que transmite la visita a la casa de Zaqueo es una serie de mensajes distintos para quienes la contemplaron… y para nosotros mismos. La salvación es siempre posible para el pecador; pero, aunque sea siempre un regalo, un don de parte de Dios, también requiere una acción de nuestra parte: “subirse a un árbol”, ver y “hacerse ver”, descubrir la paradoja de que nuestra búsqueda es en el fondo una respuesta a la llamada misteriosa de Dios. Además, implica aceptar al Salvador que “llama a nuestra puerta” y se invita a compartir nuestra mesa (Apocalipsis 3:20); así como cambiar nuestro género de vida: “Voy a dar a los pobres la mitad de todo lo que tengo…, y devolveré cuatro veces más…” (Lucas 19:8). Lo que podría haber sido un momento de condena para el pecador, se conviertes en un signo de la misericordia de Dios: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. Y frente a los que se presentaban como auténticos herederos de Abraham, Jesús hace que se cumpla lo que ya había anunciado Juan Bautista; “A estas piedras puede convertirlas Dios en descendientes de Abraham” (Lucas 3:8). Puede decirse que, dando un rodeo, el texto del evangelio nos remite a la primera lectura de hoy: “Dios no se fija en los pecados de los hombres, para que se arrepientan… hace que reconozcan sus faltas para que, apartándose del mal, crean en él.” (Sabiduría 11:23, 12:2).
Meditatio:
Aunque pueda parecer una aproximación “poética” o simbólica al evangelio de hoy, no sería mala idea compararnos, no con Zaqueo, sino con las gentes que le rodeaban. ¿Hasta qué punto nosotros, “el pueblo de Dios”, impedimos que otros (ya sean “pecadores”, no creyentes o sencillamente personas que tratan de descubrir al Señor) puedan ver a Jesús? ¿Nos alegramos de verdad cuando alguien se convierte al Señor, o nos sentimos escandalizados y criticamos frente a las conversiones? Seamos “poéticos” una vez más: ¿a cuánto dinero, tiempo, espacio de ocio o comodidad estaríamos dispuestos a renunciar si Jesús se invitara a quedarse en nuestra casa? “¿A qué “árbol” seríamos capaces de encaramarnos para ver al Señor cara a cara?
Oratio:
Recemos por nosotros mismos para que sepamos superar los obstáculos que nos impiden ver a Jesús: nuestra pereza espiritual, nuestro conformismo con la rutina de nuestra vida cristiana de cada día, nuestra falta de interés por maneras nuevas de abordar el evangelio y su mensaje, nuestros prejuicios, nuestra codicia…
Recemos por quienes están buscando a Jesús pero se sienten desencantados por la falta de auténticos ejemplos de vida cristiana a su alrededor: para que quienes nos llamamos miembros de su Cuerpo seamos testigos vivos de Jesús y comuniquemos su mensaje de misericordia y esperanza.
Contemplatio:
A veces son sus opiniones políticas o su orientación religiosa e incluso cristiana, o su situación matrimonial o afectiva… Por las razones que sean, todos tendemos a crearnos nuestros propios “pecadores públicos oficiales”, aquellos a los que menospreciamos o evitamos. Seamos sinceros e intentemos identificarlos y las razones por las que los miramos con espíritu de superioridad. ¿Hay alguna manera de vencer esos sentimientos, de convertirnos en signos de reconciliación? ¿Qué pasos tendríamos que dar para “compartir nuestra mesa” con ellos?
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España
Las palabras de Jesús anuncian un orden nuevo. Podrían interpretarse y aplicarse a cualquier momento de la historia: ¿ha tenido la humanidad algún momento en que no hubiera guerras, revoluciones o inestabilidad política o social? Pero aunque los tiempos que seguirán a la muerte de Jesús, especialmente la guerra contra los ocupantes romanos y la destrucción del Templo y la ciudad santa, sean peligrosos y sobrecogedores, ese no será el fin. En cierto sentido, para los cristianos seguidores del “nuevo camino” proclamado por Jesús, su actitud siempre se enfrentará a los poderes de este mundo, y esa lucha será una guerra constante a lo largo de la historia.
17 de Noviembre de 2013, Trigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario
LA PIEDRA QUE LOS CONSTRUCTORES DESPRECIARON…
Lucas 21, 5-19:
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder? "Él contesto: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida. "Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."
Otras lecturas: Malaquías 3:19-20; Salmo 98:5-6, 7-8, 9; 2 Tesalonicenses 3:7-12
Lectio:
Falta muy poco tiempo para que detengan, torturen, juzguen y ejecuten a Jesús. Las discusiones con los saduceos y los maestros de la Ley han llegado a un punto sin retorno: no se trata tan sólo de una cuestión de debates teológicos, sino que incluso las parábolas de Jesús son una crítica permanente de la hipocresía y la falta de coherencia de las autoridades religiosas. Está cerca el final de Jesús, y el Templo es precisamente el punto de partida para el anuncio de otro “fin”. En tono escatológico, el Maestro trata de impartir una última lección a sus discípulos. La admiración que sienten por el Templo encarna la misma actitud religiosa del resto del pueblo: la reverencia ante las creaciones humanas que, más pronto o más tarde, habrán de desaparecer. A pesar de estar tan cerca de Jesús, todavía no han entendido lo que significan el Reino y su venida, y cómo todas las cosas pierden su valor supuestamente “absoluto” cuando se comparan con él.
Las palabras de Jesús anuncian un orden nuevo. Podrían interpretarse y aplicarse a cualquier momento de la historia: ¿ha tenido la humanidad algún momento en que no hubiera guerras, revoluciones o inestabilidad política o social? Pero aunque los tiempos que seguirán a la muerte de Jesús, especialmente la guerra contra los ocupantes romanos y la destrucción del Templo y la ciudad santa, sean peligrosos y sobrecogedores, ese no será el fin. En cierto sentido, para los cristianos seguidores del “nuevo camino” proclamado por Jesús, su actitud siempre se enfrentará a los poderes de este mundo, y esa lucha será una guerra constante a lo largo de la historia.
Este pasaje (y la siguiente sección del evangelio de Lucas) podría enmarcarse con toda validez en un contexto doble y bien distinto. El de la lectura de la carta de Pablo a los Tesalonicenses: tras la vuelta de Jesús al Padre, la comunidad cristiana espera el regreso inmediato del Señor. Eso hace que algunos de sus miembros piensen que todo es “provisional” y por eso viven como auténticos entrometidos ociosos. El consejo de Pablo de que lleven una vida ordenada refleja la dimensión práctica de alerta realista recomendada por Jesús: “Tengan cuidado para no dejarse engañar” (Lucas 21:8), que puede aplicarse también a aquellas circunstancias.
El otro contexto, sin duda, se acerca más al nuestro. En momentos históricos críticos e inestables, la zozobra y la ansiedad empujan a la gente a buscar nuevos “mesías” que puedan ofrecer soluciones, respuestas, esperanzas e ilusiones. Poco importa que sean totalmente falsas e irreales: son la respuesta que todos están necesitando en tiempos de angustia. Jesús es bien consciente de esa tentación: cuando estaba hambriento en el desierto, también a él se le ofrecieron pan, poder y riquezas, con tal que aceptara la autoridad del tentador y se sometiera a él. “Dirán ‘Yo soy’” significa en realidad ”Soy vuestro dios, adoradme”. Jesús también es consciente de los temores y angustias que habrán de experimentar los discípulos cuando se vean sometidos a la persecución: serán los mismos que él sentirá cuando le entreguen a “los poderes de este mundo”. Pero incluso en circunstancias como las descritas por Lucas o las anunciadas por Malaquías, no tiene sentido preparar las palabras para la propia defensa o buscar cómo escapar de la persecución. Sólo la perseverancia fiel y confiada salvará a quienes han puesto su confianza en el Señor. Tal como leíamos hace una semanas en el profeta Habacuc (2:4) “los justos vivirán por su fidelidad a Dios”
Meditatio:
A no ser que vivamos en uno de esos países donde la regla común es la intolerancia religiosa y política, sería muy extraño que los cristianos nos viéramos sometidos a discriminación, persecución o cualquier tipo de obstáculo para vivir en conformidad con nuestra fe. Por eso me sigue resultando un tanto sospechosa la facilidad con que vivimos en un mundo que no es tan distinto del de tiempos de Jesús. ¿No tendría que “chirriar” nuestro género de vida al contrastarlo con los valores de este mundo? ¿Tanto miedo nos da no ser social o políticamente “correctos”, que nos olvidamos de nuestra vocación a una vida radicalmente nueva? Otro aspecto de nuestras lecturas es la admiración de los discípulos ante “las piedras” del Templo. Podríamos trasladar la imagen a nuestra devoción ante otros “templos” y otras “piedras”: las instituciones, las ideologías, el poder y el dinero... ¿Es Jesús la auténtica piedra angular de nuestra existencia? ¿Sobre qué cimiento construimos nuestra vida cristiana?
Oratio:
Reza por los creyentes, cristianos o no cristianos, cuyas vidas se ven realmente amenazadas o sufren en la actualidad cualquier tipo de persecución o discriminación a causa de su fe: para que encuentren valor en el ejemplo de los primeros mártires y auxilio en la presencia salvadora del Señor.
Recemos por nosotros mismos: para que sepamos vivir en confianza y esperanza incluso en medio de las circunstancias más adversas; para que sepamos apoyarnos por completo en Cristo y podamos dar testimonio del Evangelio.
Contemplatio:
Recuerda las palabras de Jesús sobre el rechazo que sufrió de parte de los maestros de la Ley y los sacerdotes (Lucas 20:9-19), y vuelve a leer la parábola de los dos constructores (Lucas 6:46-49). “Señor, tú eres mi roca, tú eres mi fortaleza” podría ser una brevísima oración para repetir confiadamente cuando notemos que estamos perdiendo el ánimo.
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España
Lucas 23, 35-43
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: "A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido." Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: "Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo." Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos." Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros." Pero el otro lo increpaba: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibirnos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada." Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino." Jesús le respondió: "Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso."
Otras lecturas: 2 Samuel 5:1-3; Salmo 122:5-6, 7-8, 9; Colosenses 1:12-20
JESÚS, REY DEL UNIVERSO
-Último domingo del tiempo ordinario y del Año Litúrgico -
Lectio:
Por fin hemos llegado al final (aparente) de nuestra historia. El Mesías, el heredero de David, esperado y deseado, el Rey de Israel, ha sido entronizado (¡en una cruz!). Como en el caso de los demás reyes, comienza su reinado con un regalo para su pueblo. ¿Y hay acaso mejor regalo que un gesto de buena voluntad y misericordia para los necesitados que viven en la miseria? “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). A partir de este momento, la historia se desarrolla con toda fluidez, como si se hubiera escrito el guión para filmarlo plano a plano.
La sucesión de las imágenes es, en cierto modo, un resumen de los motivos que ha usado Lucas en su evangelio. Tal como veíamos al comienzo de la vida de Jesús, sólo los humildes, los olvidados, los que para nada cuentan, son capaces de entender la importancia de los hechos de la historia de la salvación. Recordemos una vez más a los pastores de Belén, a Simeón y Ana en el Templo, al leproso samaritano, o los pecadores “oficiales” como la mujer que le ungió los pies a Jesús o Zaqueo el recaudador, o la mujer que sufría flujos de sangre… todos ellos eran personajes secundarios y en cierto sentido “marginados”. Pero fueron los únicos capaces de reconocer quién era y qué significaba Jesús. En torno a la cruz, la muchedumbre observaba sin entender; las autoridades miraban con desprecio y se mofaban de Jesús; también los soldados se burlaban de él, e incluso uno de los dos malhechores crucificados con él le insultaba. De todos estos personajes, sólo el otro criminal es capaz de “ver”, reconocer a Jesús y llamarle por su nombre… y recibir la promesa de su compañía.
Todo esto podría considerarse como el enfoque humano frente a la realeza de Jesús, la manera en que podemos acercarnos a él y adoptar la actitud adecuada para reconocerle y aceptarle como nuestro Salvador y Rey. Hay, además, otra dimensión: el contraste entre la idea que podemos tener de Dios y la manera en que llevó a cabo nuestra salvación. En todos nosotros hay un profundo sustrato de mentalidad pagana: inconscientemente pensamos en un dios procedente del “espacio exterior”, que se “disfraza” como si fuera un hombre, pero que en realidad es ajeno a nuestra naturaleza humana. Esa es la conclusión que podríamos sacar del himno de Pablo en Colosenses si limitáramos nuestra lectura a 1:12-19. Pero en el verso 20 tenemos un elemento totalmente inesperado. La naturaleza divina y gloriosa de Cristo, por el que se realizó nuestra salvación, tiene una dimensión totalmente insospechada: “Dios hizo la paz mediante la sangre que Cristo derramó en la cruz”. Todos nuestros esquemas mentales se ven sacudidos por un Dios que asume y comparte de verdad nuestra condición humana sin excluir ninguna de sus limitaciones y miserias. Debemos recordar ahora otro himno paulino, el de Filipenses 2:6-11, según el cual la aceptación por parte de Cristo de su misión como Salvador implicaba también asumir el nivel más bajo de la naturaleza y el destino humanos: el de esclavo, criminal y falso Mesías.
Así, Cristo como “imago Dei” implica también su condición de “imago hominis”. Non podemos decir “¡Hemos visto al Señor!”, el Cristo Resucitado (Juan 20:24), sin aceptar también “¡Ahí tienen a este hombre!”, el profeta de Galilea abandonado, torturado y ejecutado (Juan 19:5). Al cabo, nuestros esquemas se ven zarandeados y muy poco es lo que queda de lo que nos había hecho creer nuestro razonamiento humano. ¿Podría ser de otro modo? “A pesar de ser Hijo, sufriendo aprendió lo que es la obediencia…y llegó a ser fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen” (Hebreos 5:8-9).
Meditatio:
Resulta sumamente difícil entender y adaptar la idea de Cristo como “rey” en la sociedad del siglo XX. Pocas son las monarquías reinantes, y su manera de gobernar (si es que gobiernan) en Occidente tiene muy poco que ver con el viejo sistema de antaño o el de los reinos que subsisten hoy día en Oriente o en algunos países de África. En el antiguo Israel, a pesar de la aceptación de la institución política, el único rey verdadero era Yahveh. Él era el modelo de los reyes del mundo, ya que era misericordioso y administraba la justicia con equidad; cuidaba de los pobres, las viudas y los huérfanos, y defendía a su pueblo frente a sus enemigos… Eso es lo que exigía y esperaba el pueblo de un verdadero rey. La realidad, con todo, era bien distinta: “Entre los paganos, los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos” (Mateo 20:25), y eso, obviamente, no siempre significaba justicia o misericordia. En el Reino de Dios, las normas son diferentes: “Pero entres ustedes no debe ser así… el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser su esclavo” (vv. 26-28). Esta es la clave para entender las palabras de Jesús cuando dice que su reino no es de este mundo y que ha venido a servir y no a ser servido. Su muerte es precisamente la manera en que puso en práctica su doctrina. No añado más citas, ya que pueden encontrar un buen número de ellas por sí solso. Sobre estos cimientos, tan sólo una pregunta para nuestra Meditatio: ¿Es esta nuestra manera de entender el Reino de Dios, nuestra manera de concebir el poder, de responder a la llamada de Cristo, la manera de actuar entre nosotros, en el seno de nuestra Iglesia particular?
Oratio:
Oremos por nosotros mismos: para que seamos capaces de entender que seguir a Cristo significa aceptarle como Rey y Señor y que en su reino “servir es reinar”.
Recemos por quienes sufren bajo los “poderes de este mundo”, los que padecen explotación, abusos, opresión o humillación, cuantos viven sometidos a cualquier tipo de esclavitud: para que Jesús, que sufrió bajo esos mismos poderes, les conceda la libertad y la dignidad de los hijos de Dios.
Termina el año litúrgico: demos gracias por todos los dones que nos ha otorgado el Señor, especialmente el hecho de estar unidos a él mediante la meditación de sus palabras y el espíritu de oración que ha derramado en nosotros.
Contemplatio:
Lee y compara las dos versiones de la “constitución” del Reino de Dios, las Bienaventuranzas (Mateo 5:1-12 y Lucas 6:17-22). Luego, trata de ver en qué medida puedes experimentar el Reino en tu espíritu de pobreza, en tu aceptación del sufrimiento, en tu esfuerzo por construir un mundo conforme a los planes de justicia y paz que Dios nos propone…
Sé que este último domingo de nuestro ciclo es mucho más largo de lo acostumbrado. Con todo, permítanme una nota personal. Quiero darles las gracias a todos ustedes con quienes he recorrido el camino de estos tres años compartiendo mis meditaciones, contemplaciones y oraciones. Aunque no podamos vernos, formamos una comunidad unida en el mismo esfuerzo por seguir a Jesús. En la American Bible Society me han concedido el regalo de encomendarme de nuevo las reflexiones para el “ciclo A”. Si Dios quiere, seguiré con ustedes un año más. Recen para que ese mismo espíritu de oración permanezca en nosotros durante las semanas que vienen y nos haga crecer en fidelidad al Señor.
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España
Y aquí estamos de nuevo, dispuestos a comenzar un nuevo año litúrgico, el ciclo A, en el que el evangelio de Mateo será la columna vertebral de la nueva serie de pasajes de la Escritura que leeremos cada domingo. Es también el comienzo de un nuevo tiempo litúrgico, el Adviento, nuestra preparación para la celebración del nacimiento de Jesús.
“¡Caminemos a la luz del Señor!” (Isaías 2:5) y “Manténganse despiertos… Estén preparados” (Mateo 24:42, 44). Estas dos frases contienen el núcleo de este denso periodo litúrgico, cuya culminación será la celebración de la Natividad: Dios se hizo hombre y compartió nuestra condición para hacernos partícipes de su propia divinidad. En el proceso hacia esa festividad, la “luz” y el “estar en vela y despiertos” son los símbolos a los que nos referiremos constantemente. Los cristianos de “la primera generación”, interpretaron las palabras del Señor como el anuncio y la voz de alerta respecto a su vuelta gloriosa, que ellos creían inminente; para nosotros, su significado puede ser menos urgente, pero implica las mismas exigencias en lo que toca a nuestra vida diaria.
1 de Diciembre de 2013
Primer Domingo de Adviento
MANTÉNGANSE DESPIERTOS, PORQUE NO SABEN QUÉ DÍA…
Mateo 24:37-44
Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
Otras lecturas: Isaías 2:1-5; Salmo 122:1-2, 3-4, 4-5, 6-7, 8-9; Romanos 13:11-14
Lectio:
Y aquí estamos de nuevo, dispuestos a comenzar un nuevo año litúrgico, el ciclo A, en el que el evangelio de Mateo será la columna vertebral de la nueva serie de pasajes de la Escritura que leeremos cada domingo. Es también el comienzo de un nuevo tiempo litúrgico, el Adviento, nuestra preparación para la celebración del nacimiento de Jesús. Como puedes ver, hay tal vez demasiadas cosas para una sola Lectio. Sin embargo, dos sencillas frases de las lecturas de hoy pueden proporcionarnos un punto de partida realista. Aunque nos parezcan muy simples y humildes, pueden convertirse en los hitos que nos guíen en nuestro camino y nos conduzcan de manera eficaz en este tiempo de esperanza.
“¡Caminemos a la luz del Señor!” (Isaías 2:5) y “Manténganse despiertos… Estén preparados” (Mateo 24:42, 44). Estas dos frases contienen el núcleo de este denso periodo litúrgico, cuya culminación será la celebración de la Natividad: Dios se hizo hombre y compartió nuestra condición para hacernos partícipes de su propia divinidad. En el proceso hacia esa festividad, la “luz” y el “estar en vela y despiertos” son los símbolos a los que nos referiremos constantemente. Los cristianos de “la primera generación”, interpretaron las palabras del Señor como el anuncio y la voz de alerta respecto a su vuelta gloriosa, que ellos creían inminente; para nosotros, su significado puede ser menos urgente, pero implica las mismas exigencias en lo que toca a nuestra vida diaria.
La primera lectura de la misa de Medianoche de Navidad comenzará con un texto de Isaías (9:1): “El pueblo que andaba en la oscuridad vio una gran luz”. Y en el pasaje del evangelio de Juan (1:9) que se lee en la misa durante el Día, escucharemos: “La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo”. Esa luz, Cristo mismo, es el tema central de este tiempo litúrgico y expresa el misterio de la Encarnación: la presencia de Dios en medio de nosotros, como un hermano dispuesto a compartir nuestro destino y conducirnos a la vida verdadera. Por eso, a medida que avanzamos por el camino del Adviento, que es también un símbolo de nuestro esfuerzo por aceptar con gratitud el don de Dios, encendemos nuestras velas de Adviento, como si fueran jalones en nuestro caminar hacia el nacimiento de Jesús.
La liturgia de hoy, no obstante, va más allá de este ámbito que puede resultarnos demasiado simbólico, demasiado poético tal vez, y nos obliga a enfrentarnos a la realidad, tan alejada de las imágenes dulzonas a las que estamos acostumbrados. Hay mucho más que luz en este tiempo litúrgico: hay exigencias vitales. No se trata tan sólo de esperar que la luz salvífica de Cristo brille en nuestro cielo. La venida del Señor, su “adviento”, nos hace repensar nuestra relación con el Cristo al que a veces dejamos en el pasado, como si fuera un mero personaje religioso histórico que rememoramos en la liturgia. O como un juez de la historia y de las naciones en un futuro distante; habría en este caso una mezcla de temor a ser juzgados y de confianza en su misericordia. Historia antigua, celebración litúrgica inmediata, venida futura en gloria para juzgar a vivos y muertos… esas tres dimensiones pueden constituir un verdadero peligro. Pueden impedir que mantengamos el estado de alerta en nuestras vidas. Y eso significaría perdernos la venida de Cristo a nosotros aquí y ahora: podemos dormitar y caer en la rutina perezosa de una familiaridad con el Señor que damos por sentada. El Adviento está aquí para despertarnos: es tiempo de dejar atrás las tinieblas, de entender que la salvación está ahora más cerca. Como no sabemos la hora de la venida del Señor, tenemos que mantener los ojos abiertos de par en par y estar alerta para descubrirle y “verle” entre nosotros.
Meditatio:
Isaías habla de un futuro de paz y concordia entre las naciones, y de un conocimiento del Señor. ¿De qué manera cooperamos en la creación de ese mundo nuevo? ¿Hasta qué punto consideramos el Reino de Dios, no sólo como un don, sino como una tarea que hemos de emprender y llevar a cabo aquí y ahora? Las promesas que hicimos la noche de Pascua implicaban cambiar de vida, abandonar la vieja mentalidad pagana que llevamos en lo más hondo de nuestro ser: ¿No podría ser el Adviento la ocasión para descubrir la venida del Señor con un auténtico deseo de acogerle en nuestra vida? ¿Seremos capaces de hacer que esa luz alumbre la oscuridad de nuestro mundo?
Oratio:
Reza por quienes piensan que la situación presente es un punto sin retorno y han perdido la esperanza en la posibilidad de transformar este mundo o su propia condición: para que el anuncio de la venida de Cristo ilumine nuestras vidas y nos renueve con su nacimiento.
Demos gracias por este tiempo de gracia que se nos concede para acoger al Señor. Recemos también para que sepamos mantenernos despiertos y descubrirle no sólo en la liturgia sino en nuestra vida diaria.
Contemplatio:
Vivimos “tiempos oscuros”, una época de profunda crisis en todos los ámbitos. Los titulares de nuestros noticiarios sobre la política y la economía, la moral y los valores, son sombríos y parecen gravitar sobre nosotros como nubes de tormenta. En medio de tanta angustia y desazón, repitamos con el salmista: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién podré tener miedo?” (Salmo 27). Lee el salmo entero y usa ese primer verso como jaculatoria a lo largo de la semana que hoy empezamos.
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España
Mateo 3,1-12
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos." Éste es el que anunció el profeta Isaías diciendo: "Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos." Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: "¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga."
Otras lecturas: Isaías 11:1-10; Salmo 72:1-2, 7-8, 12-13, 17; Romanos 15:4-9
Lectio:
De pronto, en nuestro paisaje litúrgico han “aparecido” literalmente nuevos elementos: el desierto, un lugar especial que a los Israelitas les trae a la memoria su peregrinar camino de la Tierra Prometida, las dudas y tentaciones, la revelación de Yahveh y la Alianza… Un personaje peculiar, único: Juan el Bautista. Además, una nueva dimensión temporal: no sólo el futuro escatológico anunciado en Isaías y en el Evangelio de la semana pasado, sino un presente relativamente cercano a los lectores de Mateo (3:1): “Por aquel tiempo se presentó Juan el Bautista…” Y también un recordatorio para todos nosotros: se acerca la salvación y tenemos que prepararnos para recibir el don de Dios.
Todo esto nos obliga a abordar el Adviento con un enfoque nuevo y distinto. Acostumbrados a celebrar el nacimiento de Jesús, corremos el riesgo de perdernos el resto de su historia. Recordemos que, después de la Epifanía, nuestra primera celebración será el bautismo de Jesús, las tentaciones y el comienzo de su ministerio. También es importante recordar que ni Marcos ni Juan mencionan el nacimiento de Jesús, sino que ambos comienzan sus evangelios con la predicación de Juan.
Así pues, tratemos de profundizar en los elementos nuevos de la liturgia de hoy. El desierto, donde predica Juan, nos proporciona el “ambiente”: al igual que en las tentaciones de Jesús, es en la soledad donde se manifiestan Dios y su mensaje, con tal que nos atrevamos a abrir los ojos y los oídos para entender nuestra situación actual. El clima sociopolítico en que vivimos se parece mucho al de tiempos de Jesús: un periodo de desasosiego, en el que se han abandonado los valores tradicionales; la gente ya no confía en la autoridad, ni política ni religiosa; y, al mismo tiempo, hay una honda necesidad de un líder, un héroe, alguien que encarne las promesas del pasado e instaure un orden nuevo de paz y reconciliación. Juan no es el único predicador de aquel momento, ni su mensaje es muy diferente del que proclaman otros profetas de desgracias. Hay, sin embargo, algo especial: además de animar a la gente a que se convierta, anuncia la venida del Reino de Dios y de alguien que será el verdaderamente Enviado de lo alto para bautizar a Israel, no con agua como hace él, sino con fuego y Espíritu santo y transformar la sordidez de su existencia.
Según el texto de Mateo (3:2, 4:17), las palabras de Juan y las que usará Jesús desde el comienzo mismo de su ministerio son exactamente idénticas: “Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca”. Con todo, cuando comparamos la manera en que expresan esa “conversión” Jesús y Juan, encontramos una tremenda diferencia: el mensaje de Juan es básicamente “ascético”, da la impresión de que sólo implica renuncia; mientras que Jesús añadirá un tono y un contenido esencialmente salvíficos. Él es quien anuncia “las buenas noticias del Reino” y trae consigo perdón, misericordia, reconciliación, salud de alma y cuerpo. Sin duda, su vida será el cumplimento del pasaje de Isaías que hoy leemos: juzgará a los pobres con justicia, y la tierra se llenará del conocimiento del Señor. Incluso la naturaleza vivirá en un estado de paz y concordia.
Aun así, a pesar de ver en Jesús al niño que traerá paz a la tierra y reconciliación a nuestro mundo humano, tenemos por delante la tarea de preparar el camino al Señor que viene a salvarnos. Por eso sigue siendo válido y necesario el mensaje de Juan, ya que corremos el verdadero riesgo de los saduceos y los fariseos: reducir nuestro “bautismo de Adviento” a un ritual meramente religioso (la corona de Adviento, los cánticos navideños, tal vez la misa de Medianoche…), o incluso al rito respetable, pero puramente pagano, de compartir una comida familiar o intercambiar regalos. Como les sucedía a ellos, dar por supuesta o incluso alardear de nuestra condición de “cristianos o descendientes de Abraham” no puede eximirnos de la exigencia de conversión.
Meditatio:
Se ha producido este domingo un cambio de rumbo en nuestra trayectoria de Adviento: hemos pasado de anunciar un mensaje de esperanza a adoptar las actitudes que exige de nosotros aquella promesa. ¿Cuáles son las palabras de Juan que se aplican a nuestra propia manera de vivir? ¿Cuáles son los frutos que podría esperar de nosotros el Señor cuando llegue? ¿En qué medida reflejan nuestra mentalidad y nuestra actitud las exigencias del evangelio? ¿Es el “espíritu de la Navidad” algo más que un eslogan comercial o un “fruto del tiempo”? Pablo (¡con cuánta frecuencia dejamos a un lado la “segunda lectura”!) insiste en la importancia de la reconciliación y la armonía entre los cristianos de origen judío y gentil. ¿Cuáles son las “fronteras” que trazamos nosotros, y quiénes son los “otros” cristianos con los que deberíamos reconciliarnos?
Oratio:
Reza por quienes ven cómo se ignoran o pisotean sus derechos, que buscan justicia y sentencias justas en sus vidas, que necesitan superar la angustia de una vida sin esperanza: para que el Señor, juez justo, haga que puedan ver satisfecha su sed de justicia.
Recemos por nosotros mismos: para que el mensaje de Juan nos impulse hacia una nueva manera de vivir el Adviento como periodo de transformación, recibir al Señor en nuestras vidas y reflejar en ellas su presencia salvadora.
Contemplatio:
La Navidad es la celebración de la venida de Dios y su comunicación con nosotros. Preparémonos acercándonos más los unos a los otros. Todos tenemos un número de familiares o amigos “olvidados”, que se pasan meses en un rincón oscuro de nuestra memoria. Antes de que llegue el barullo de las fiestas, ¿no podríamos hacerles una vista? O, al menos, una llamada de teléfono o unas líneas (¡no una tarjeta de Navidad!) para hacerles sentir que no los ignoramos del todo…
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España
Otras lecturas: Isaías 35:1-6, 10; Salmo 146:6-7, 8-9, 9-10; Santiago 5:7-10
Lectio:
La pregunta que he tomado como título para la Lectio de hoy (Mateo 16:13-28) puede chocar, ya que es la misma que les hizo Jesús a los discípulos para explicarles después qué clase de Mesías era él (algo totalmente distinto de lo que ellos esperaban). Pero puede darnos una pista muy especial sobre las cuatro preguntas que leemos en nuestro pasaje del evangelio. En realidad, reflejan el constante malentendido que hallamos cada vez que tratamos de acercarnos al significado más profundo de las palabras de Jesús. Dejando al margen las conjeturas en torno a las supuestas dudas de Juan respecto a la naturaleza y la misión de Jesús, lo cierto es que nadie parece captar el papel y la significación de Jesús o de Juan.
Comencemos con la pregunta de Juan. Creo que estaba convencido de que Jesús era “el que había de venir”, pero también es obvio que Jesús venía de una manera que él no podía entender. Como vimos la semana pasada, ambos proclamaban el mismo mensaje: “Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca.” Pero, para el Bautista, el papel de Jesús tendría que haber consistido en hacer que se cumpliera lo que él había anunciado: terminar con el viejo orden de pecado, utilizando su bautismo con Espíritu santo y fuego para quemar la paja. Pero no. Jesús, por el contrario, anuncia el comienzo de una nueva época, la llegada de un reino de misericordia, perdón y esperanza. Hay, además, algo peculiar en las respuestas de Jesús a la preguntas de los discípulos de Juan. En vez de contestar, “Yo soy la luz verdadera”, dice “los ciegos ven”; en vez de “Yo soy la Palabra de Dios”, recuerda que “los sordos oyen”; en vez de “Yo resucitaré de entre los muertos”, “los muertos vuelven a la vida”… Frente a las formulaciones teológicas de nuestro credo, Jesús responde citando acciones concretas.
Los malentendidos en torno al papel de Juan se resuelven también de manera semejante: el Bautista no es lo que la gente esperaba ver en el desierto. No es un mero predicador o profeta callejero, sino el Profeta, con “P” mayúscula, la encarnación de Elías, ya que ha cumplido la misión más importante que ningún otro mensajero de Dios había realizado hasta entonces: señalar al que había de venir a realizar las promesas de antiguo. Las palabras de Isaías, no sólo las que leemos en la liturgia de hoy, sino también las de 26:19; 28:18-19; 61:1, son la prueba de la naturaleza mesiánica de Jesús, pero son también la confirmación de Juan como varón enviado por Dios, el mayor de los nacidos de mujer.
Hay, con todo, una pequeña pega, un cabo suelto, en todo el pasaje. Entre las promesas referentes a la venida del Mesías, hay una que no parece haberse realizado: “anunciar libertad a los presos, libertad a los que están en la cárcel” (Isaías 61:1). Y eso que Jesús lo había anunciado en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4:16-30). Esto no parece haberse cumplido en la vida de Juan, que sigue en la cárcel y acabará siendo decapitado. En este caso, hemos de recurrir a la lectura de Santiago. La paciencia esperanzada o la espera paciente es un rasgo que comparten muchos en este tiempo de Adviento: Juan, que esperaba la realización del Reino a la vez que aguardaba su propia muerte; la primera comunidad cristiana, que pensaba que era inmediata la vuelta del Señor; María, a la que veremos el domingo próximo esperando el nacimiento de Jesús; y nosotros, que nos preparamos para su nacimiento en la liturgia. Como al labrador, la paciencia nos da fuerzas para esperar la eclosión definitiva del Reino que, como semilla humilde caída en el terreno o levadura dentro de la masa, crece de manera lenta pero eficaz: así lo promete Jesús en las parábolas que recogen Mateo 13:31-33, Marcos 4:26-33 y Lucas 13:18-21.
Meditatio:
No es preciso verse en una situación tan dura como la de Juan para pronunciar su pregunta: “¿Eres tú el que…?” Aunque nos consideremos creyentes “profundos”, dispuestos a plantearnos la fe como algo más serio que una tradición familiar, el problema del mal, incluso el de nuestros pequeños “males” de cada día, pueden crear dudas en torno a la naturaleza de Jesús y su poder salvífico. Tal vez podríamos plantearnos la cuestión de manera distinta:¿es Jesús el único y verdadero Mesías, el que había de venir? ¿Elegimos bien cuando decidimos seguirle? O en un plano más a ras de tierra: ¿es esta la verdadera Iglesia, la comunidad adecuada en la que puedo encontrar al Jesús verdadero? En cualquier caso, incluso cuando nos enfrentamos al grave problema de nuestras contradicciones internas, hemos de dar una respuesta en libertad: “¿También ustedes quieren irse?” fue la pregunta crucial que les planteó Jesús a los discípulos cuando algunos de ellos comenzaron a abandonarle. La respuesta de Pedro, como entonces, es la única válida que nosotros podemos pronunciar: “Señor, a quién podemos ir?” (Juan 6:66-71).
Oratio:
Cerca ya de la Navidad (faltan sólo diez días), es el momento adecuado para darle gracias a Dios por su regalo a la humanidad: su Hijo único supera todo lo que podríamos imaginar. Reza por quienes abrigan dudas sobre el poder salvador de Jesús, por los que le consideran un mero profeta o un maestro espiritual… Pero recemos especialmente por nosotros mismos, por nuestra actitud frágil y contradictoria de discípulos y creyentes: para que nuestra respuesta ante Dios sea un “Sí” sin límite alguno.
Reza para que por debajo y más allá de las celebraciones coloristas y comerciales de la Navidad podamos hallar al Jesús verdadero que nos llama a dar testimonio de amor a los pobres, los que están solos, los enfermos… todos aquellos que yacen en la oscuridad de sus propias prisiones.
Contemplatio:
Mira a tu alrededor, a tu entorno presente y pasado. Trata de descubrir alguno de los pequeños signos de curación, de salvación limitada que cerca de ti. ¿No hay ningún caso de sordera a la reconciliación que haya sido curada por los consejos de un amigo? ¿Ni una palabra de esperanza que le haya abierto los ojos a alguien y le haya hecho ver la luz en su vida? ¿Ni alguien que haya resucitado después de estar enterrado en la soledad y la desesperanza? ¿No podemos descubrir alguna acción salvadora de Jesús, limitada pero real, para disipar nuestras dudas? Vuelve a mirar a tu alrededor.
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España
La Sagrada Familia: Jesús, María y José. Pues sí: familia, y santa, porque en medio de las circunstancias más duras y angustiosas, pueden permanecer unidos y dar una respuesta de fidelidad a los planes de Dios. Sí, porque conocen y viven “revestidos” de compasión, humildad y paciencia; porque entienden que el único tipo de sometimiento, obediencia o consideración que observa un cristiano es el que se le debe a Dios. Edificada sobre ese cimiento, el amor de Dios al hombre y del hombre a Dios, cualquier relación humana, cualquier gesto de servicio y cariño, de sacrificio y vida en común, los trabajos y los gozos, todo se convierte en culto y comunión. El texto de Colosenses, insisto, puede darnos a clave para entender esta fiesta.
Mateo 2:13-15, 19-23
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo." José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: "Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto".
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño." Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
Colosenses 3,12-21
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Lectio:
Resulta sumamente difícil –por no decir imposible- leer la Sagrada Escritura sin algún tipo de prejuicio o postura preconcebida. Incluso el hecho de escoger u omitir ciertos pasajes puede ser una buena pista que nos delata. Tomemos como ejemplo la liturgia de hoy. En la lectura de Colosenses “puede omitirse” el último párrafo (versículos 18-21). El Evangelio “da un salto” para evitar los versículos 16-18. ¿A qué viene esta lectura “selectiva”? Me temo que la razón es bien sencilla: el texto de Colosenses, y en ese sentido también el del Eclesiástico, no es “políticamente correcto”. El papel sumiso de la mujer descrito en el texto de Pablo no cuadra con nuestros actuales esquemas mentales. Ni el relato de la matanza de los inocentes de Mateo le resulta aceptable a nuestra mentalidad, que rechaza radicalmente la crueldad o la violencia, en especial contra los niños.
Así, tenemos que admitir que incluso quienes seleccionaron los textos que usamos en nuestra liturgia tenían su propio enfoque personal. Tal vez, el miedo a ofender ciertos sentimientos o a contravenir nuestros esquemas mentales socialmente aceptables. En cualquier caso, todos nos acercamos a la Escritura con nuestro propio bagaje de preferencias y antipatías. ¿Cómo, pues, podemos entender la celebración de la “Sagrada Familia” utilizando estos textos? En primer lugar, debemos aceptar que los libros de la Biblia tienen su propio trasfondo histórico, social e ideológico que no podemos ignorar ni modificar para que se acomode, además, a nuestro propio contexto. Para superar estas cortapisas, creo que el fragmento de Colosenses puede ofrecernos una perspectiva más amplia: la de la familia cristiana. Recordemos las palabras de Jesús: “No llamen ustedes padre a nadie en la tierra, porque tienen sólo un padre, el que está en el cielo” (Mateo 23:9). Sólo desde este punto de partida, situando todos los detalles dentro de ese marco, podemos entender por qué podemos llamar no sólo “santa” sino incluso “familia” al grupo constituido por Jesús, María y José, tan poco común y tan difícil de clasificar.
En el relato del nacimiento de Jesús, Mateo reelabora y entremezcla las historias de José, Moisés y el mismo pueblo hebreo. El Evangelio (2:10-11) describe a los Magos: “Arrodillándose le rindieron homenaje. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra”. Son casi las mismas palabras con que se describen los gestos que habían realizado en el pasado los hermanos de José (Génesis 43:25-26). Y lo mismo que Moisés (y los demás niños hebreos) habían visto amenazada su vida por el decreto del Faraón (Éxodo 1:15-22), también se ven en peligro Jesús y los niños de las aldeas cercanas (2:13-18). Pero en nuestro caso, la historia da un giro inesperado y la huida a Egipto se convierte en una auténtica paradoja: para escapar a la muerte, el Mesías tiene que refugiarse en la tierra de la esclavitud y el exterminio…
Contra este telón de fondo (y el del relato de Lucas) debemos situar a nuestros personajes. Según la oración inicial de la liturgia católica, son una “familia santa”, “ejemplo maravilloso” cuyas “virtudes domésticas” debemos imitar. ¿Una “familia santa” cuando la novia se queda embarazada antes de convivir con su prometido? ¿Un ejemplo ellos, que no pueden ofrecerle al recién nacido las condiciones humanas más básicas? ¿Ellos, que tienen que abandonar a toda prisa el país, no sea que les maten al niño? ¿“Virtudes domésticas” cuando el niño puede ausentarse tres días y ni siquiera es capaz de ofrecer una humilde excusa por su desobediencia y desconsideración…?
Pues sí: familia, y santa, porque en medio de las circunstancias más duras y angustiosas, pueden permanecer unidos y dar una respuesta de fidelidad a los planes de Dios. Sí, porque conocen y viven “revestidos” de compasión, humildad y paciencia; porque entienden que el único tipo de sometimiento, obediencia o consideración que observa un cristiano es el que se le debe a Dios. Edificada sobre ese cimiento, el amor de Dios al hombre y del hombre a Dios, cualquier relación humana, cualquier gesto de servicio y cariño, de sacrificio y vida en común, los trabajos y los gozos, todo se convierte en culto y comunión. El texto de Colosenses, insisto, puede darnos a clave para entender esta fiesta.
Meditatio:
A veces, uno tiene la sensación de que a Dios le encanta complicar las cosas, hacérselas más difíciles a quienes tienen que desempeñar un papel crucial en la historia de la salvación. Imaginemos que la estrella no hubiera desaparecido y los Magos hubieran encontrado a Jesús directamente: ni visita a Herodes, ni necesidad de volverse a casa por otro camino, ni cólera del rey, ni matanza de inocentes, ni huida a Egipto… Jesús y su familia habrían vuelto a Nazaret y a la vida ordinaria. Pero en ese caso, Jesús no habría compartido la suerte de los perseguidos, los amenazados o los inmigrantes en tierra extraña, los zarandeados por la zozobras de la vida. Tenía que sentir lo que significa ser hombre para tantos seres humanos en Palestina de hace veinte siglos, o ahora en el Tercer Mundo o los barrios bajos de cualquier gran ciudad del próspero Occidente. Una pregunta-reflexión nada más: ¿somos conscientes de cuántas personas de nuestro entorno viven en situaciones semejantes a las de Jesús? Otra más: como seguidores suyos, ¿aceptaríamos o estaríamos dispuestos a compartir la suerte de quienes hoy padecen las mismas condiciones a las que él se sometió? La última: ¿estamos dispuestos a trabajar y luchar por la defensa de su dignidad y sus derechos humanos?
Oratio:
Este es el último domingo del año. Creo que es un buen momento para buscar la intimidad y convertir nuestra oratio en una contemplatio. Recorramos estos doce meses pasados y descubramos las mil razones que tenemos para alabar a Dios y darle gracias por los dones recibidos. Seamos sinceros y humildes, y pidamos perdón por nuestros errores y culpas, en especial por todo lo que hemos dejado de hacer. Y, sobre todo, traigamos a nuestra memoria y presentémosle a Jesús los sufrimientos de nuestro mundo, incluyendo sin miedo a quienes tenemos más cerca, pero pensando en los más olvidados, aquellos que no tienen quien les recuerde en sus oraciones.
Contemplatio:
Creo que es suficiente lo dicho en el párrafo anterior. Con todo, permíteme añadir mis mejores deseos de paz para ti y todos los tuyos en el año que está a punto de comenzar. Siempre estás presente en mis oraciones. No me olvides en las tuyas: las necesito para poder seguir sirviéndote humildemente en este ministerio que se me ha confiado. Gracias.
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España
Esta página contiene la Lectio Divina con reflexiones escritas por el Reverendo D. Mariano Perrón, sacerdote católico de la archidiócesis de Madrid. Mariano Perrón es entre otras cosas licenciado en filosofía y teología por la Universidad Pontificia Comillas, ha sido delegado diocesano y episcopal para ecumenismo y relaciones interconfesionales de la diócesis de Madrid durante 38 años y notario de matrimonios mixtos interconfesionales. La versión en inglés de esta Lectio Divina es publicada por la American Bible Society.
Otras lecturas: Isaías 25:6-9; Salmo 27:1, 4, 7-8, 9; Romanos 8:28-39 (Día de los Fieles Difuntos); Apocalipsis 7:2-4, 9-14; Salmo 24:1-2, 3-4, 5-6; 1 Juan 3:1-3; Mateo 5:1-12 (Fiesta de Todos los Santos).
Lectio:
El hecho de que ambas fiestas coincidan en un fin de semana, cuando disponemos de más tiempo libre (y más ocupados estamos) me hizo pensar en la posibilidad de unir las lecturas y las ideas de las dos celebraciones en una misma Lectio. De hecho, en España y en otros países católicos hispanos, la gente suele hablar del “Día de los Santos”, refiriéndose la mayor parte de las veces al Día de Difuntos. Esa expresión popular revela, al cabo, la profunda unidad que existe en esa doble celebración. En cuanto a los textos como tales, los de Todos los Santos vienen impuestos por el leccionario, pero los de los Fieles Difuntos los escoge el celebrante o la comunidad litúrgica.
La combinación de lecturas pretende comunicar un mensaje que pueda aunar la doble dimensión de las dos fiestas en una sola Lectio. Lo cierto es que estamos ante una sola realidad: la de los cristianos que están “del otro lado” de la existencia humana. El grupo de los “santos” es el de las personas que, según las tradiciones de antaño o las declaraciones solemnes de hoy día, creemos que ya están en la presencia de Dios contemplando su gloria. El grupo de los “difuntos” es el de quienes ya han dejado este mundo y a los que encomendamos a la misericordia de Dios, con la esperanza de que también ellos participen en la resurrección de Cristo. En cualquier caso, ambos grupos ya han compartido la fe cristiana y el seguimiento de Jesús mediante el mandamiento del amor.
Los textos evangélicos se complementan, reuniendo el llamamiento radical que pronuncia Jesús en el Sermón de la Montaña y la esperanza sobre la que construimos nuestra confianza en él. Para los creyentes, la vida puede ser arriesgada. Como Jesús, pueden estar bajo la amenaza de la persecución; o sometidos a situaciones y pruebas tan arduas como asumir libremente la pobreza asumida, defender la justicia o compartir la suerte de los más humildes… Pero, pase lo que pase, la certeza de que el “el Reino de los cielos es suyo”, de que la promesa de Dios es la garantía de la felicidad, siempre los sostendrá en cualquier momento de aflicción. No hay nada que temer, porque “Dios es su luz y su salvación” (Salmo 27). Tampoco hay nada que temer respecto al momento de nuestra partida, o la de aquellos a quienes amamos y ya nos han dejado. Jesús ha vuelto al Padre antes que nosotros para prepararnos el lugar donde estemos con él (Juan 14:1-13). Y recordemos que, lo mismo que el nuevo Templo no es un edificio, sino el cuerpo de Jesús, la casa o la morada que nos ha preparado tampoco es un lugar, sino la realidad de “permanecer en él”, lo mismo que él permanece en el Padre (Juan 15:1-10).
Podemos anticipar ese estado en nuestra vida común. Formar parte del cuerpo de Cristo (para ser más precisos, somos el cuerpo de Cristo) puede hacernos vivir ya la imagen usada por los profetas para anunciar y describir el llamamiento de Dios a todas las naciones a sentarse a la mesa y disfrutar de un banquete de comunión (Isaías 25:6-9) al compartir la cena eucarística. Caminar juntos siguiendo a Jesús y su mandamiento del amor también podría ser un adelanto de la muchedumbre del texto del Apocalipsis, pues tenemos la certeza de llevar el sello de nuestro bautismo como signo de que pertenecemos al Señor. En cualquier caso, quienes nos han precedido y a los que la Iglesia llama “santos” son una prenda de nuestro propio llamamiento a la santidad y a la salvación, y de la de quienes ya han dejado este mundo.
Meditatio:
Siempre hubo (y ahí sigue) una auténtica tentación de concebir la salvación, el sentido y el destino de nuestra vida, como si fuera una especie de negocio, una “inversión” en buenas obras. Como si fuéramos niños buenos, debemos ser obedientes a las órdenes y mandatos recibidos para que, al final, nos recompensen con un postre o un juguete. La vida eterna, la vida “en el Señor” es algo mucho más serio que todo eso. Deberíamos preguntarnos: ¿Cómo entendemos las Bienaventuranzas? ¿Como un llamamiento a buscar el sacrificio en cuanto tal, como si la pobreza y la persecución fuesen el objeto de nuestra vida cristiana? ¿O más bien, como poner toda nuestra confianza en el amor de Dios? Porque si esto último es nuestra manera de entender nuestra salvación, entonces podemos estar seguros de que ni “el sufrimiento, las dificultades, la persecución, el hambre… ni la muerte, ¡nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” (todo nuestro texto de Romanos). Pero si pensamos que la salvación es un premio a nuestros méritos, estamos muy lejos de entender que es por la gracia como estamos salvados (Efesios 2:1-10). Creo que estas dos simples pistas son más que suficientes para nuestra Meditatio.
Oratio:
Reza por quienes hacen duelo y lloran con desesperanza la pérdida de sus seres queridos: para que comprendan que es por estamos salvados por la muerte de Jesús y encuentren consuelo en el Cristo resucitado.
Da gracias porque mediante el bautismo hemos sido llamados a participar en la resurrección de Jesús, y pide que sepamos dar testimonio de él y comunicar un mensaje de esperanza a los que sufren.
Contemplatio:
A veces pensamos que nuestra esperanza en la resurrección nos haría más insensibles al dolor y la pena de la pérdida. Incluso consideramos a Jesús como si fuera inmune a esos sentimientos. Creo que en el Evangelio de Juan (11:17-44) tenemos un hermoso ejemplo de las dos dimensiones implicadas en presencia de la muerte: el dolor y la angustia, junto con una profunda fe en la resurrección. Vuelve a leer el pasaje. Intentar dar una respuesta a los versículos 25-26 puede ser una manera de comprobar nuestra propia fe.
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón, Sacerdote católico, Arquidiócesis de Madrid, España
[or] Otras lecturas: Isaías 55:6-9; Salmo 145:2-3, 8-9, 17-18; Filipenses 1:20-24, 27
[h1] Lectio:
“Mis ideas no son como las de ustedes, y mi manera de actuar no es como la suya”. Este texto de Isaías 55:8 nos da la clave para leer y captar en profundidad el contenido de la liturgia des hoy. Podríamos ir más lejos todavía: pone de relieve uno de nuestros errores fundamentales de nuestra comprensión de Dios: nuestra tendencia a proyectar sobre él nuestros sentimientos e ideas, nuestra manera de comprender la vida y el mundo como tales. Esa diferencia básica entre las ideas de Dios y las nuestras es lo que nos conduce con tanta frecuencia a nuestro desencanto ante la manera en que se desarrolla la historia y se hace presente entre nosotros la salvación.
La parábola que hoy leemos debe ubicarse en su contexto: la de los capítulos 19 -22 de Mateo. El leccionario ha omitido el capítulo 19 entero, así que debemos salvar un hueco largo y muy significativo. Se trata del comienzo de una sección nueva. “Después de decir estas cosas, Jesús se fue de Galilea “. Emprende el camino hacia Jerusalén, a su pasión, muerte y resurrección. Y es el momento oportuno para hablarles a los discípulos y anunciarles, mediante una serie de temas que Jesús aborda desde una perspectiva nueva y personal, la concepción distinta de la vida que deben aprender. Sólo desde esa perspectiva podrán captar el significado del Reino y de los acontecimientos que presenciarán bien pronto en Jerusalén. Aparecen los temas del divorcio y el celibato, la importancia de los más pequeños, los niños, la observancia de la Ley y la renuncia a las riquezas… En todos los casos, Jesús transmitirá el mismo mensaje básico: en el Reino hay un sistema de valores diferente y una necesidad de juzgar las cosas según unos criterios distintos. Una sencilla frase podría resumir tal concepción: “Los últimos serán los primeros” (Mateo 20:16).
Debemos recordar aquí cómo desde su nacimiento en un establo, la vida de Jesús presenta una discordancia radical con lo que se espera del Mesías: le consideran un transgresor de la Ley, anuncia su ignominiosa pasión y muerte (una vez más en 19:1-19), aconseja a sus discípulos a renunciar a las riquezas (¡que eran un signo de bendición!), urge al rico observante de la Ley a que lo venda todo y se lo dé a los pobres para alcanzar la vida eterna… En este contexto, nuestra parábola es un ejemplo de “últimos y primeros”. La conocemos de sobra y sigue sorprendiéndonos. Sin duda, la parábola no es un ejemplo de “justicia laboral distributiva”, pero subraya en cambio la gratuidad de la salvación de Dios: no es por nuestros méritos ni por nuestra santidad por lo que nos concede sus dones, sino que gracias a su generosidad recibimos al Mesías, la reconciliación y el don de la vida eterna. En la parábola no se trata injustamente a ningún obrero: a los que comenzaron de mañana se les da lo convenido, el salario habitual, por lo que no puede hablarse de explotación. ¿Podrían acusar al propietario por ser generoso y darles la misma paga a los obreros de la última hora…? Al cabo, la parábola refleja los sentimientos que provocaba la actitud de Jesús hacia los “últimos” (los pecadores públicos, recaudadores de impuestos, samaritanos…) en quienes se consideraban “primeros” (los fariseos, maestros de la Ley, los judíos piadosos y observantes), que confiaban en su “duro trabajo religioso” más que en la gracia de Dios.
[h2] Meditatio:
La parábola, como se dice en las líneas anteriores, podría aplicarse al grupo de “creyentes oficiales” que no podía aceptar que se invitara a los “últimos” a participar de los planes salvíficos de Dios, destinados exclusivamente a Israel. También podría aplicarse a los “primeros” cristianos que procedían de la comunidad judía y se sentían superiores a los gentiles, los “últimos” en llegar a la salvación. Pero, claro está, también puede entenderse como dirigida a todos los que, por las razones que fueren, nos consideramos superiores a los cristianos “nuevos”, “conversos”, que carecen de raíces o “veteranía” en la fe. Hay, con todo, algo más hondo en nuestros sentimientos. ¿En qué medida creemos que seguir la Ley (en nuestro caso, el mandamiento del amor) es una pesada carga que llevamos sobre los hombros?¿Por qué ese deseo ciego de imponer a los demás las cargas que nosotros mismos somos incapaces de llevar? ¿Por qué esa tendencia pueril a comparar nuestras acciones con las de los demás, nuestras “recompensas” con las de los otros? Vuelve a leer Hechos 15:6-11 y podrás formular un buen número de preguntas en torno a nuestra actitud respecto a la gracia…
[h3] Oratio:
Reza por la comunidad cristiana a la que perteneces: para que sea signo de la generosidad y la misericordia de Dios para con los “últimos” de nuestra sociedad, los pobres, las gentes del Tercer Mundo, quienes padecen discapacidades físicas o psíquicas, los “pecadores públicos”, las personas “grises”, sin importancia, los que siempre pasan desapercibidos…
Recemos por nosotros: para que descubramos la distancia que hay entre los pensamientos de Dios y los nuestros y dejemos que el Señor de las misericordias configures nuestra mentalidad a imagen de la suya y aprendamos a juzgar con sus mismos criterios.
[h4] Contemplatio:
Vuelve a leer Efesios 2:4-13, prestando especial atención a esta frase: “Por la bondad (gracia) de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios” (2:8). Ese es el misterio de nuestra salvación: Dios se rebaja hasta nosotros, comparte nuestra naturaleza humana, se nos da a sí mismo como regalo. Precisamente, lo que celebrábamos la semana pasada, la exaltación de la Cruz. Una sencilla sugerencia para esta semana, aunque parezca ingenua: repasa los dones más importantes que has recibido de Dios. No pienses sólo en los “grandes acontecimientos”, sino en los regalos sencillos, pequeños, que puedes descubrir en tu vida diaria. Y di humildemente “Gracias”.
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón, Sacerdote católico, Arquidiócesis de Madrid, España
Otras lecturas: Hechos 2:14, 22-33; Salmo 16:1-2, 5, 7-8, 9-10, 11; 1 Pedro 1:17-21
[h1] Lectio:
“Aquel mismo día [el primero de la semana] dos de los discípulos se dirigían…” La construcción de tiempo, “Aquel mismo día”, puede parecer un mero detalle sin importancia en el relato de Lucas, pero en realidad revela y subraya una rasgo peculiar de este “apartado de la Resurrección” de su evangelio. Todos los acontecimientos referentes a la resurrección del Señor hasta la Ascensión, parecen desarrollarse, uno tras otro, en un único día (al menos, no hay indicación alguna de que se llegase a interrumpir la serie). Así que estamos en el domingo siguiente a “lo que ha pasado allí en estos días”. Los dos discípulos que se dirigen a Emaús, han estado en Jerusalén y han debido presenciar el proceso, ejecución y entierro de Jesús, el “profeta” en quien habían puesto la esperanza de una nueva era para Israel: debía haber liberado a su pueblo de la opresión romana… y ya han pasado tres días desde su muerte sin ninguna señal del cumplimiento de sus promesas. No es difícil imaginar el tipo de “conversación” que debían estar manteniendo mientras “se dirigían…” Si aquello hubiera ocurrido en nuestra época, podríamos pensar en los seguidores de un candidato a la presidencia que hubiera perdido las elecciones. “Nosotros teníamos la esperanza de que…”Los sentimientos de frustración, desencanto y fracaso son comunes en todo tipo de naufragio. La diferencia es que aquí se trata de un proyecto referente a la llegada del Reino de Dios… Este es el contexto. A partir de aquí, permíteme que realice la misma tarea que puedes reconocer por otras Lectiones anteriores: ofreceré tan sólo algunas pistas o sugerencias de un texto cargado de alusiones y referencias constantes a otros pasajes de la Escritura.
“… dos de los discípulos se dirigían…” En el pasaje son numerosos los verbos que indican movimiento: “dirigirse” es el más sencillo, pero todos ellos están relacionados con un concepto básico para entender el evangelio de Lucas. En cierto sentido, la vida de Jesús es un viaje, un camino cuya meta es Jerusalén, donde morirá y recibirá la gloria de la resurrección. Debemos recordar la palabra tan especial de la Transfiguración: Moisés y Elías hablaban con Jesús de “su éxodo” (Lucas 9:31). En cierto sentido, el viaje de los discípulos de Jerusalén a Emaús y su vuelta es una parábola de la propia historia de Jesús: en el evangelio de Lucas, todo había empezado en el Templo, con el mensaje a Zacarías y el anuncio de la salvación que estaba a punto de realizarse en favor de Israel. Y todo, la muerte y la gloria, terminaba también en Jerusalén. Los dos discípulos se habían marchado de la ciudad como si quisieran dejar atrás lo que había sido el escenario de un triste final para la carrera prometedora de un profeta “poderoso en hechos y palabras”. Pero, y este es el final inesperado e increíble de su viaje, volverán para anunciar la noticia gozosa de su encuentro con el Cristo resucitado.
Mientras camina con ellos, Jesús adopta el enfoque “teológico” y les ex plica los que habían anunciado la Ley y los Profetas sobre él y cómo todo lo que era preciso según los planes de Dios se había ejecutado y cumplido debidamente. Más tarde, en su nueva aparición en Jerusalén (24:44), recurrirá también a una tercera parte de la Escritura, los Salmos. Pero la ciencia bíblica no parece resultar efectiva para superar la incredulidad y el desencanto de los discípulos. Sólo cuando comparten una comida y ven a Jesús partiendo el pan “se les abrieron los ojos”. Un par de observaciones en torno a este texto. Aunque no habla expresamente de una comida eucarística, están presentes todos sus detalles. Las palabras para describir los gestos de Jesús son las mismas utilizadas en la multiplicación del pan y en la Última Cena. Y encontramos incluso un “término técnico”: cuando regresan a Jerusalén, los discípulos les contarán a los otros que reconocieron a Jesús, no por la voz o al verle el rostro, si no “én tê klasei toû ártou”, “en la fracción del pan” (24:35; véase Hechos 2:42; 7:11). Además, es “el primer día de la semana”, el comienzo de la nueva creación en la muerte y resurrección de Jesús: lo mismo que les había pasado a Adán y Eva después de comer de la fruta prohibida (Génesis 3:7), también a ellos “se les abrieron los ojos”, no a un mundo bajo el poder del pecado y de la muerte, sino bajo el signo de la resurrección de Jesús: su muerte salvadora ha vencido a la muerte y ha abierto el camino hacia la vida eterna. Y. así, pueden ver la realidad bajo la luz de la esperanza cristiana.
[h2] Meditatio:
El texto es tan rico que puede suscitar preguntas sobre un buen número de dimensiones básicas de nuestra vida cristiana. Permíteme sugerir un par de ellas. El concepto de “camino” usado para definir la vida de Jesús puede aplicarse también a nuestra andadura como creyentes: Lucas habla de los cristianos como los que “seguían el Camino” (Hechos 9:2; 16:17; 24:14, 22). ¿En qué medida hemos transformado ese estilo dinámico en una religiosidad “sedentaria”? ¿Por qué insistimos y nos apoyamos tanto en la exposición teológica de nuestra fe, en vez de en los gestos que la gente pudiera en verdad entender? ¿Es la comida eucarística de nuestras Iglesias un auténtico signo de que compartimos la misma vida, o la hemos reducido a una pobre rutina piadosa? ¿Dejamos que la gracia de Dios nos “abra los ojos” para reconocer al Señor en quienes caminan a nuestro lado, o con los que nos cruzamos en la orilla de la vida (Juan 21:12-13), o nos muestran las heridas de su dolor (Juan 20:27-29)?
[h3] Oratio:
Reza por quienes sufren bajo la carga del duelo por la pérdida de un ser querido: para que encuentren el consuelo de la esperanza cristiana en los gestos de compañía y comprensión compartidas de los demás y puedan también descubrir el rostro del Cristo resucitado.
Da gracias por las mil razones que tenemos para mantenernos firmes en el seguimiento de Jesús: incluso el humilde hecho de leer estas páginas es un signo de su llamamiento a la salvación que sólo él nos puede dar.
Reza por quienes han perdido la esperanza en sus vidas: para que encuentren una comunidad cristiana en la que puedan comunicarse con el Cristo vivo.
[h4] Contemplatio:
Admitamos que en demasiadas ocasiones nuestras celebraciones eclesiales, incluyendo la eucaristía, están bastante lejos de ser gozosas o de hacer que nos “arda el corazón”. Aunque esto te suponga un auténtico esfuerzo, trata de asistir a la próxima misa o celebración religiosa con los ojos abiertos y dispuestos a reconocer al Señor. Y, seamos realistas, si esto no da resultado, repite humildemente y con confianza: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde…”
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España
[or] Otras lecturas: Ezequiel 37:12-14; Salmo 130:1-2, 3-4, 5-6, 7-8; Romanos 8:8-11
[h1] Lectio:
Es este el último domingo antes de Semana Santa, y en él leemos el tercer fragmento del evangelio de Juan. Primero vimos el signo del “agua” en el diálogo de Jesús con la samaritana; después, la “luz” en la curación del ciego de nacimiento; hoy encontramos la “resurrección y la vida” en el signo de Lázaro llamado de nuevo al mundo de los vivos. Hay, además, algo especial en este signo: es el séptimo, el último de la serie que presenta el evangelio de Juan. Debemos recordar una vez más que esos signos no remiten al lector a dimensiones o realidades espirituales, sino a Jesús mismo: él es el pan de vida, el agua viva, la luz del mundo, la resurrección y la vida de quienes creen en él.
En este caso, una serie de detalles ponen de relieve la dimensión simbólica del signo. Tiene lugar inmediatamente antes de la cena que le ofrecerán a Jesús en casa de Lázaro y donde será ungido anticipando su verdadera muerte y sepultura. Después de la vuelta a la vida de Lázaro, los acontecimientos se precipitan de modo inesperado: se reunirá el Sanedrín y tomarán la decisión de dar muerte a Jesús. Con su habitual estilo irónico, Juan recurre de nuevo a la paradoja: la vida de Lázaro, dando un giro insólito, provocará la muerte de Jesús para que no perezca el pueblo (11:50) y “para reunir a todos los hijos de Dios que estaban dispersos” (11:52).
Pero, como ya es habitual, el dramático relato de los acontecimientos encierra muchas cosas más. En primer lugar, como en el caso del ciego de nacimiento, hay un propósito y un sentido en la enfermedad y muerte de Lázaro: “mostrar la gloria de Dios, y también la gloria del Hijo de Dios” (11:4). Eso podría explicar la tardanza de Jesús para ponerse en marcha, sanar a su amigo e impedir su muerte. Las circunstancias, además, nos dan el “tono” en que se desarrollará toda la historia: un clima de amenaza de muerte. Jesús y los discípulos evitan ir a Judea, ya que en la anterior visita estuvieron a punto de apedrear a Jesús (10:31-39). Por eso, la decisión de ir a Betania es arriesgada. No obstante, provoca una reacción valiente de parte de Tomás: “Vamos también nosotros, para morir con él” (11:16).
Los acontecimientos en Betania presentan toda una gama de sentimientos, actitudes y detalles sobre Jesús mismo, Marta y María, y los personajes que las rodean. Tenemos una de las descripciones más dramáticas de la dimensión humana de Jesús. Poco hay de nuevo en su actitud compasiva, en su capacidad para compartir el dolor y el duelo de las hermanas. Nada nuevo, tampoco, en la clara consciencia de su identidad: “Yo soy la resurrección y la vida”, “el que cree en mí”, “Padre… Yo sé que siempre me escuchas” (11:25-26, 41-42). Lo más importante, creo, es descubrir los hondos sentimientos humanos que experimenta Jesús y que comparte con nosotros al enfrentarse a la muerte de un amigo: “¡Miren cuánto lo quería!” (11:36) resume todo lo que el evangelista describe con términos sumamente patéticos: Jesús “se conmovió profundamente y se estremeció”, se sintió “otra vez muy conmovido” (11:33, 38), “lloró” (11:35)… Podemos entender ahora la profunda verdad del prólogo del evangelio: “La Palabra se hizo carne/hombre” (1:14). No se trata de una apariencia de hombre, sino alguien del que Juan puede decir: “lo hemos visto con nuestros propios ojos… y hemos tocado con nuestras manos” (1 Juan 1:1-3).
A pesar de su angustia, Marta y María pueden proclamar su confianza en Jesús, aunque las cosas no se hayan desarrollado como ellas esperaban: ambas repiten la misma queja, “Señor, si hubieras estado aquí…” (11:21, 32). Marta da un paso del todo sorprendente, y su profesión de fe en Jesús es una de las más solemnes que podemos hallar en todo el Nuevo Testamento: “SÍ (y ese “sí” subraya toda las palabras que le siguen), Señor, yo creo que tú eres el Mesías…” (11:27). Y llega mucho más lejos de lo que Jesús le había preguntado.
En cuanto a las “acciones”, parece que todo el mundo se ha “puesto en marcha”; Jesús, que había viajado para visitar a su amigo aunque ya estuviera muerto; las dos hermanas, yendo de la casa a donde está Jesús; los judíos, que han ido a Betania para consolarlas; los que fueron a informar del suceso a las autoridades… Hay dos “órdenes” discordantes: la que recibe Jesús, “Ven a verlo…” las mismas palabras que él había usado para invitar a los primeros discípulos. Y las que pronuncia ahora Jesús, todas ellas liberadoras: “Quiten la piedra”, “¡Lázaro, sal de ahí!”, “Desátenlo, y déjenlo ir” (11:39, 43, 44). Ni piedra, ni tumba, ni mortaja, ni siquiera la muerte, pueden retener prisioneros a quienes creen en él, que es la resurrección y la vida.
[h2] Meditatio:
¿Cuál puede ser nuestra respuesta a un texto tan rico? Tal vez, algo tan sencillo como centrar nuestra atención en cada uno de los personajes y en sus actitudes y acciones. Especialmente, las acciones, ya que el texto es esencialmente dinámico, y cada verbo revela un estado y una reacción personales frente a los acontecimientos: malentendido frente a la respuesta de Jesús a la llamada que ha recibido; valor para seguirle incluso hasta la muerte; esperanza junto con cierto desencanto; fe y esperanza frente a la desesperación; dolor y duelo compartidos; confianza en el Padre por encima de todo; traición y temores…Como pudimos experimentar en las semanas anteriores, podemos descubrir una imagen de nosotros mismos en cada personaje y en cada acción.
[h3] Oratio:
Reza por quienes temen su propia muerte o la de aquellos a quienes aman: para que se les conceda el don de la fe y la esperanza en aquel que es la resurrección y la vida y, a su vez, puedan consolar a quienes han perdido a un ser querido.
Recemos por nosotros mismos: para que nos convirtamos en heraldos de la esperanza en la resurrección de Cristo y anunciemos ese mensaje vivificador y luminoso a quienes viven en la tiniebla del duelo y la desesperanza.
[h4] Contemplatio:
El texto de Ezequiel (37:1-14), del que hoy sólo hemos leído los últimos versículos, habla de la “resurrección” simbólica del pueblo de Israel, “muerto y sepultado en la desesperanza”. Aunque es un llamamiento a la esperanza, hay una distancia enorme entre el contenido y el mensaje del evangelio de Juan. Compara y contrasta ambos textos y descubre con cuál te sientes más identificado.
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón,
Sacerdote católico,
Arquidiócesis de Madrid, España
[or] Otras lecturas: Hechos 2: 14, 36-41; Salmo 23:1-2, 3-4, 5, 6; 1 Pedro 2:20-25
[h1] Lectio:
Salvo por un par de excepciones, en las que se leen algunos fragmentos de Mateo y Lucas, puede decirse que la mayor parte de la Cuaresma y de Pascua está “tomada” por el evangelio de Juan. Este hecho nos da pie para revisar algunos detalles de su estilo. Poco son los “signos” que se narran en este evangelio, largos son los diálogos y los discursos pronunciados por Jesús, y no aparece ni una sola parábola. Ni siquiera la palabra como tal: en su lugar, Juan usa, y sólo cuatro veces, “paroimía”, que podría traducirse como alegoría, comparación, incluso proverbio. Sin embargo, recurre a un buen número de imágenes para describir distintos aspectos de la personalidad de Jesús. “Pan de vida”, “Resurrección y vida”, “Luz del mundo”… Y el rasgo más notable de estas imágenes es que son mucho más que meras “comparaciones”. En el evangelio de Juan, Jesús nunca dice “Yo soy como la luz”, o “Soy semejante a una puerta o a un pastor”. Por el contrario, en lo más hondo de esas palabras hay una auténtica identificación entre la imagen y él mismo. ‘Puedo daros un alimento, yo mismo, que es más real que el pan que coméis’, o ‘Puedo hacer que veáis con una claridad que no puede daros la luz del sol”, o ‘La vida que encontrareis en mí va más allá de los límites de la existencia humana’.
En este domingo, dedicado tradicionalmente al “Buen Pastor”, el texto de Juan usa en realidad dos imágenes distintas: puerta y pastor. Como siempre, es preciso situarlas en su contexto: la discusión con los fariseos. Las palabras utilizadas para describirlos son sumamente duras y recuerdan otras usadas por los demás evangelistas: están “ciegos” y por eso son incapaces de conducir a su rebaño; cierran la puerta a quienes no reconocen su voz; como si fueran ladrones o bandidos, roban y matan. Jesús, en cambio, no es una puerta sin más, que puede impedir la entrada o dejar encerrados a quienes le siguen: quienes le aceptan, pueden entrar y salir libremente, saben que pueden sentirse a salvo, “se salvarán”, y encontrarán pastos. La manera de relacionarse con Jesús se basa en el conocimiento y la confianza mutuos: reconocemos su voz, nos llama por nuestro nombre propio, no hay nada que temer, porque Jesús, además de ser la “puerta”, es también el “pastor” que encarna cuanto se anticipaba ene el Salmo 23.
Por desgracia, la historia y la tradición son losas pesadas colocadas como estratos encima de una imagen básica que en su tiempo y su contexto era entendida correctamente, pero que a menudo ha quedado enterrada y olvidada. Frente a la concepción pastoril, bucólica, que podemos tener de un pastor, la áspera realidad reflejada en la palabra implicaba largas horas de vida solitaria en los campos, lejos de los demás, dormir al raso, estar al tanto y cuidar del rebaño, defenderlo frente a las fieras teniendo incluso que poner en peligro la propia vida… Podemos entender fácilmente todas las tareas que debía desempeñar un pastor si volvemos a leer Ezequiel 34, un largo capítulo en el que el profeta describe con exactitud lo que un auténtico “buen pastor” debería y no debería hacer. Comparadas con este texto, las palabras de Jesús contra los pastores de Israel de su época resultan sumamente suaves. Un último detalle: recordemos que nuestro Buen Pastor es al mismo tiempo el “Cordero de Dios”, muerto por nuestros pecados para que pudiéramos participar de su propia vida.
[h2] Meditatio:
Para entender los términos del evangelio de hoy debemos tener en cuenta la distancia que nos separa, en el tiempo y el contexto cultural, de unos contenidos que podemos interpretar de manera errónea, olvidando la clave simbólica que les da sentido. Para entender la puerta y su relación con los pastores de Israel, y esa imagen aplicada a Jesús, es preciso recordar la crítica que el mismo Jesús les hace: “echan cargas pesadas… sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo” (Mateo 23:4), y contrastarla con las palabras de Pablo. “Cristo nos dio la libertad para que seamos libres” (Gálatas 5:1). ¿Encontramos en Jesús la libertad para entrar y salir y sentirnos a salvo y salvados? Con excesiva frecuencia tendemos a reducir a Jesús al nivel de un salvador histórico, alejado en el tiempo y todavía más alejado en el ámbito de los sentimientos y la intimidad. ¿Podemos decir sinceramente que “reconocemos” su voz entre las mil voces que nos tientan para que las sigamos? ¿Hemos experimentado alguna vez que nos llama por nuestro nombre? Dejemos a un lado las connotaciones peyorativas de la expresión, pero pertenecer al “rebaño” cristiano ¿nos ha hecho entender que hemos sido llamados a compartir su vida y a tenerla en abundancia porque proviene de Jesús? Estas sencilla preguntas podrían ayudarnos a visualizar nuestra relación con Jesús y con nuestra comunidad cristiana bajo la luz de la confianza, la libertad y la cercanía.
[h3] Oratio:
Recemos por las comunidades cristianas dispersas por todo el mundo: para que el Buen Pastor suscite vocaciones al ministerio, y a ninguna iglesia le falten pastores que conduzcan al Pueblo de Dios en fidelidad al evangelio.
Reza por quienes se sienten “cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36): para que descubran en Jesús la esperanza y el alivio que necesitan y participen de su vida abundante.
[h4] Contemplatio:
Dos breves frases podrían ayudarnos a crear un clima de confianza, cercanía y libertad en nuestra manera de relacionarnos con Jesús. Después de que algunos seguidores le hayan abandonado, Jesús les recuerda a los suyos que pueden quedarse o marcharse con toda libertad: “¿También ustedes quieren irse?” La respuesta de Simón puedes ser nuestra primera frase: “Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna” (Juan 6:68). La otra, también palabras de Pedro, es muy sencilla: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero” (Juan 21:17). Que estas palabras sean nuestro “estribillo” y jaculatoria durante los próximos días.
Reflexiones escritas por el Rvdo. D. Mariano Perrón, Sacerdote católico, Arquidiócesis de Madrid, España
14 Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, 15 y dijo: ¿Qué estáis dispuestos a darme para que yo os lo entregue[a]? Y ellos le pesaron treinta piezas[b] de plata.16 Y desde entonces buscaba una oportunidad para entregarle.
17 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura[c], se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua? 18 Y El respondió: Id a la ciudad, a cierto hombre, y decidle: “El Maestro dice: ‘Mi tiempo está cerca; quiero celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.’” 19 Entonces los discípulos hicieron como Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
20 Al atardecer, estaba El sentado[d] a la mesa con los doce discípulos. 21 Y mientras comían, dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará. 22 Y ellos, profundamente entristecidos, comenzaron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? 23 Respondiendo El, dijo: El que metió[e] la mano conmigo en el plato, ése me entregará. 24 El Hijo del Hombre se va, según está escrito de El; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido[f]. 25 Y respondiendo Judas, el que le iba a entregar[g], dijo: ¿Acaso soy yo, Rabí? Y El le dijo: Tú lo has dicho.
26 Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiéndolo bendecido, lo partió, y dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: Bebed todos de ella; 28 porque esto es mi sangre del nuevo[h] pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
30 Y después de cantar un himno, salieron hacia el monte de los Olivos.
31 Entonces Jesús les dijo*: Esta noche todos vosotros os apartaréis[i] por causa de mí, pues escrito está: “Herire al pastor, y las ovejas del rebaño se dispersaran.” 32 Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. 33 Entonces Pedro, respondiendo, le dijo: Aunque todos se aparten[j]por causa de ti, yo nunca me apartaré[k]. 34 Jesús le dijo: En verdad te digo que esta misma noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35 Pedro le dijo*: Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré. Todos los discípulos dijeron también lo mismo.
36 Entonces Jesús llegó* con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo* a sus discípulos:Sentaos aquí mientras yo voy allá y oro. 37 Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. 38 Entonces les dijo*: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. 39 Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras. 40 Vino* entonces a los discípulos y los halló* durmiendo, y dijo* a Pedro:¿Conque no pudisteis velar una hora conmigo? 41 Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. 42 Apartándose de nuevo, oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si ésta no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad. 43 Y vino otra vez y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban cargados de sueño. 44 Dejándolos de nuevo, se fue y oró por tercera vez, diciendo otra vez las mismas palabras[l]. 45 Entonces vino* a los discípulos y les dijo*: ¿Todavía estáis[m] durmiendo y descansando? He aquí, ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad, está cerca el que me entrega.
47 Mientras todavía estaba El hablando, he aquí, Judas, uno de los doce, llegó acompañado de[n] una gran multitud con espadas y garrotes, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48 Y el que le entregaba les había dado una señal, diciendo: Al que yo bese, ése es; prendedle. 49 Y enseguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Rabí! Y le besó[o]. 50 Y Jesús le dijo:Amigo, haz lo que viniste a hacer. Entonces ellos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron.51 Y sucedió que[p] uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo al siervo del sumo sacerdote, le cortó[q] la oreja. 52 Entonces Jesús le dijo*: Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que tomen la espada, a espada perecerán. 53 ¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y El pondría a mi disposición ahora mismo más de doce legiones[r] de ángeles?54 Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras que dicen que así debe suceder? 55 En aquel momento[s] Jesús dijo a la muchedumbre: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y garrotes para arrestarme? Cada día solía sentarme en el templo para enseñar, y no me prendisteis.56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.
57 Y los que prendieron a Jesús le llevaron ante el sumo sacerdote Caifás, donde estaban reunidos los escribas y los ancianos. 58 Y Pedro le fue siguiendo de lejos hasta el patio del sumo sacerdote, y entrando[t], se sentó con los alguaciles[u] para ver el fin de todo aquello. 59 Y los principales sacerdotes y todo el concilio[v] procuraban obtener falso testimonio contra Jesús, con el fin de darle muerte, 60 y no lo hallaron a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Pero más tarde se presentaron dos, 61 que dijeron: Este declaró: “Yo puedo destruir el templo[w] de Dios y en[x] tres días reedificarlo.” 62 Entonces el sumo sacerdote, levantándose, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? 63 Mas Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si tú eres el Cristo[y], el Hijo de Dios. 64 Jesús le dijo*: Tú mismo lo has dicho; sin embargo, os digo que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo sobre las nubes del cielo. 65 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído la blasfemia; 66 ¿qué os parece? Ellos respondieron y dijeron: ¡Es reo de muerte! 67 Entonces le escupieron en el rostro y le dieron de puñetazos; y otros le abofeteaban[z], 68 diciendo: Adivina[aa], Cristo[ab], ¿quién es el que te ha golpeado?
69 Pedro estaba sentado fuera en el patio, y una sirvienta se le acercó y dijo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 70 Pero él lo negó delante de todos ellos, diciendo: No sé de qué hablas. 71 Cuando salió al portal, lo vio otra sirvienta y dijo* a los que estaban allí: Este estaba con Jesús el nazareno.72 Y otra vez él lo negó con juramento: ¡Yo no conozco a ese[ac] hombre! 73 Y un poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: Seguro que tú también eres uno de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 74 Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a ese[ad] hombre! Y al instante un gallo cantó. 75 Y Pedro se acordó de lo que[ae] Jesús había dicho:Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.
27 Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. 2 Y después de atarle, le llevaron y le entregaron a Pilato, el gobernador.
3 Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que Jesús había sido condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos,4 diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: A nosotros, ¿qué? ¡Allá tú[af]!5 Y él, arrojando las piezas de plata en el santuario, se marchó; y fue y se ahorcó. 6 Y los principales sacerdotes tomaron las piezas de plata, y dijeron: No es lícito ponerlas en el tesoro del templo, puesto que es precio de sangre. 7 Y después de celebrar consejo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para sepultura de los forasteros. 8 Por eso ese campo se ha llamado Campo de Sangre hasta hoy. 9 Entonces se cumplió lo anunciado[ag] por medio del profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron[ah]las treinta piezas de plata, el precio de aquel cuyo precio habia sido fijado por los hijos de Israel; 10 y las dieron[ai] por el Campo del Alfarero, como el Señor me habia ordenado.
11 Y Jesús compareció delante del gobernador, y éste[aj] le interrogó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. 12 Y al ser acusado por los principales sacerdotes y los ancianos, nada respondió. 13 Entonces Pilato le dijo*: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 14 Y Jesús no le respondió ni a una sola pregunta[ak], por lo que el gobernador estaba muy asombrado.
15 Ahora bien, en cada fiesta, el gobernador acostumbraba soltar un preso al pueblo, el que ellos quisieran. 16 Y tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. 17 Por lo cual, cuando ellos se reunieron, Pilato les dijo: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?18 Porque él sabía que le habían entregado por envidia. 19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó aviso, diciendo: No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por causa de El. 20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a las multitudes que pidieran a Barrabás y que dieran muerte a Jesús. 21 Y respondiendo, el gobernador les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos respondieron: A Barrabás. 22 Pilato les dijo*: ¿Qué haré entonces con Jesús, llamado el Cristo? Todos dijeron*: ¡Sea crucificado! 23 Y Pilato dijo: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! 24 Y viendo Pilato que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: Soy inocente de la sangre de este justo[al]; ¡allá vosotros[am]! 25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! 26 Entonces les soltó a Barrabás, pero a Jesús, después de hacerle azotar, le entregó para que fuera crucificado.
27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al Pretorio, y reunieron alrededor de El a toda la cohorte[an] romana. 28 Y desnudándole, le pusieron encima un manto escarlata. 29 Y tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y una caña[ao] en su mano derecha; y arrodillándose delante de El, le hacían burla, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! 30 Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. 31 Después de haberse burlado de El, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron para crucificarle.
32 Y cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón, al cual[ap] obligaron a que llevara la[aq] cruz.
33 Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa Lugar de la Calavera, 34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, no lo quiso beber. 35 Y habiéndole crucificado, se repartieron sus vestidos, echando suertes[ar]; 36 y sentados, le custodiaban allí. 37 Y pusieron sobre su cabeza la acusación contra El, que decía[as]: ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDIOS. 38 Entonces fueron crucificados* con El dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. 39 Los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza 40 y diciendo: Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo, si eres el Hijo de Dios, y desciende de la cruz. 41 De igual manera, también los principales sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, burlándose de El, decían: 42 A otros salvó; a sí mismo no puede salvarse[at]. Rey de Israel es; que baje ahora de la cruz, y creeremos en El. 43 En Dios confia; que le libre ahora si El le quiere; porque ha dicho: “Yo soy el Hijo de Dios.” 44 En la misma forma le injuriaban también los ladrones que habían sido crucificados con El.
45 Y desde la hora sexta[au] hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena[av]. 46 Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lema sabactani? Esto es: Dios mio, Dios mio, ¿por que me has abandonado? 47 Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: Este llama a Elías.48 Y al instante, uno de ellos corrió, y tomando una esponja, la empapó en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49 Pero los otros dijeron: Deja, veamos si Elías viene a salvarle[aw].50 Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, exhaló el espíritu. 51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron; 52 y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido resucitaron; 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús[ax], entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos. 54 El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: En verdad éste era Hijo de Dios[ay]. 55 Y muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle, estaban allí, mirando de lejos;56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
57 Y al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había convertido en discípulo de Jesús. 58 Este se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato ordenó que se lo entregaran. 59 Tomando José el cuerpo, lo envolvió en un lienzo limpio de lino, 60 y lo puso en su sepulcro nuevo que él había excavado en la roca, y después de rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, se fue. 61 Y María Magdalena estaba allí, y la otra María, sentadas frente al sepulcro.
62 Al día siguiente, que es el día después de la preparación[az], se reunieron ante Pilato los principales sacerdotes y los fariseos, 63 y le dijeron[ba]: Señor, nos acordamos que cuando aquel engañador aún vivía, dijo: “Después de tres días resucitaré[bb].” 64 Por eso, ordena que el sepulcro quede asegurado hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se lo roben, y digan al pueblo: “Ha resucitado de entre los muertos”; y el último engaño será peor que el primero. 65 Pilato les dijo: Una guardiatenéis; id, aseguradla como vosotros sabéis. 66 Y fueron y aseguraron el sepulcro; y además de poner la guardia, sellaron la piedra.
Otras lecturas: Isaías 50:4-7; Salmo 22:8-9, 17-18, 19-20, 23-24; Filipenses 2:6-11, [Si hay procesión de entrada, se lee el evangelio de Mateo 21:1-11].
[h1] Lectio:
Antes de comenzar nuestras Lectiones de Semana Santa, debemos tener en cuenta algunos detalles. Junto con el tiempo de Navidad – Epifanía, este periodo de tiempo, relativamente corto, concentra el nivel más elevado de “contenido bíblico”. Dejemos a un lado el número de textos usados en los dos periodos preparatorios de Adviento y Cuaresma. Los datos son abrumadores: la Semana Santa, por sí sola, contiene: 12 fragmentos del Antiguo Testamento; 13 Salmos (de hecho, dos son cánticos del Antiguo Testamento); 4 textos de los escritos del Nuevo Testamento, y 8 fragmentos de los Evangelios (de los cuales, dos son los relatos completos de la Pasión). No se trata de una catarata, sino de una auténtica inundación de información bíblica que el oyente en verdad no puede “digerir” en las celebraciones. Si vuelves a leer mis Lectiones de los tres pasados años[1], podrás encontrar distintos enfoques, sugerencias y algunos consejos para abordar los textos y las oraciones utilizadas en la liturgia.
Este año podríamos centrar nuestra atención en algo que puede pasar inadvertido en nuestra Lectio. El ciclo litúrgico A sigue una lectura continua del evangelio de Mateo. Pero en los tres domingos anteriores a Semana Santa y en todos los domingos de Pascua (sí, ¡en todos!, con la sola excepción del tercero, en que leemos a Lucas), la liturgia utiliza el evangelio de Juan; sólo el 6 de Julio, el domingo decimocuarto del Tiempo Ordinario, volveremos a Mateo. Por eso creo que debemos dedicar algo más de tiempo a los elementos peculiares contenidos en los tres textos que se le han asignado a Mateo esta semana. A no ser que se indique algo distinto, todas las citas pertenecen a este evangelio.
“Contraste” y “paradoja” son dos palabras que he utilizado con suma frecuencia en estas páginas. El hecho de que los caminos de Dios sean distintos de los nuestros no es una teoría teológica, sino una realidad fácilmente constatable en nuestras lecturas. En el caso de Mateo (a él me limitaré en estas reflexiones), esa diferencia estaba patente desde el comienzo mismo de la historia de Jesús, tal como vimos en los textos leídos en tiempo de Navidad: el nacimiento del Mesías de Israel era un cúmulo de contradicciones: desde la visita de unos sabios extranjeros, pasando por la matanza de los inocentes, hasta su propio exilio. Más tarde, encontramos un ejemplo especial en la paradoja de llamar “dichosos” o “bienaventurados” a quienes sufrían persecución o padecían hambre o eran pobres. Jesús usaba ese contraste entre nuestra manera de valorar la realidad aplicando la mentalidad de este mundo, y el espíritu que él quería comunicar al exponer los valores del Reino mediante las Bienaventuranzas. A este estilo alternativo de plantearnos la vida podríamos llamarle “el camino según Jesús”, que manifiesta la manera en que él vivió y que nos invita a vivir si estamos dispuestos a seguirle.
La línea que quiero seguir hoy no es nueva: una vez más, voy a intentar ofrecer algunos “fogonazos” de la Pasión según Mateo, pero puedes utilizar más tarde el mismo recurso comparando estos ejemplos con los que puedes hallar en la Pasión según Juan que se leerá el Viernes Santo. Aunque el evangelio de hoy comienza en Mateo 26:14, no debemos renunciar a un pasaje que, comparten, tanto en el tiempo como en el espacio, Mateo (26:6-13) y Juan (12:1-8) y que no se ha incluido en el leccionario: la unción en Betania. Dejando al margen la cuestión de la identidad de la mujer que le unge los pies a Jesús, el pasaje puede ofrecernos una de las claves para entender la paradoja de la Pasión. Los discípulos (en el evangelio de Juan, sólo Judas) se indignan por el derroche de aquel perfume tan caro…, pero en realidad parecen estar más interesado en el dinero que en descubrir el sentido profético de aquel gesto: la unción de Jesús es en realidad un embalsamamiento anticipado del Siervo sufriente y sacrificial. Judas, en una acción paralela, discute con los sumos sacerdotes el precio que han de pagarle para que les entregue a Jesús. El dinero, en este caso treinta monedas de plata, significará el paradójico cumplimiento de la profecía de Zacarías (11:12).
Desde este punto de partida, podemos seguir una línea de contrastes que muestran sin lugar a dudas que los planes de Dios y los de los hombres son bien distintos y que, incluso cuando los hombres se empeñan en forzar las cosas, los designios de Dios acaban por cumplirse. Fijémonos en los planes de los sumos sacerdotes: no quieren que se dé muerte a Jesús “durante la fiesta” (26:5) por miedo a una revuelta de la gente, pero también porque eso significaría profanar la Pascua; pero la traición de Judas impone una fecha inesperada. Pedro está dispuesto a defender a Jesús y mantenerse leal a él (26:33-35): tres veces les negará (26:69-75). También los demás discípulos prometen permanecer al lado de Jesús (26:35), pero tal como él lo había anunciado (26:31), al cabo de unas horas “dejaron solo a Jesús y huyeron” (26:56). Ni siquiera los discípulos más cercanos a él, “los tres” de la Transfiguración, son capaces de permanecer en vela junto a él cuando sienta “en su alma una tristeza de muerte”… y se quedarán dormidos (26:40-45). Por el contrario, desde lo más hondo de su angustia, Jesús es capaz de poner su confianza en el Padre y aceptar su voluntad (26:39-44). La declaración falsa de dos testigos respecto a que Jesús iba a destruir y reconstruir el Templo (26.59-62; véase Juan 2:18-22) se cumplirá será verdad tres días después de su muerte (28:1-10). Las autoridades judías, que deberían entender el mensaje de los acontecimientos y reconocer a Jesús como Mesías, son incapaces de aceptarle, consideran que es culpable y hacen que sea condenado a muerte (26:65-66). Los que piensan que es inocente y lo dicen en voz alta son paganos como la mujer de Pilato (27:19) o el mismo Pilato (27:24)… o el “pecador por antonomasia”, Judas (27:3-4). El centurión llega a proclamar la escondida naturaleza de Jesús: “¡De veras este hombre era Hijo de Dios!” (27:54). Los soldados encargados de impedir una hipotética resurrección o el robo del cuerpo son los primeros testigos de